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—¿Quién es Jimin?

La señora Kim tuvo que levantarse y cortarme una buena porción de torta antes de poder responder. Créanme, era un trozo enorme de verdad. Como el séptimo tomo de la colección de Harry Potter. Podría haber derribado a un ladrón pegándole con esa porción de pastel. Aunque, en cuanto la probé, me pareció un tamaño apropiado. La señora Kim no se quedaba corta con las cantidades de manteca y azúcar.

—Jimin —dijo, bajando la voz—era el novio de Taehyung. Cortaron hace tres meses, y él... Bueno, él es tan buen chico, tan sensible... Se lo tomó fatal. Él se portó muy mal con él. Muy mal. Anoche fue la primera vez en mucho tiempo que vi al Taehyung alegre de antes, cuando tú estabas sentado con él.

—Yo... ¿Qué?

—Taehyung tiene muy buen corazón —prosiguió, sin tener en cuenta el hecho de que yo me había quedado petrificado, con un pedazo de torta sin masticar en la boca—. Cuando su padre, mi ex marido, se fue, él tenía solo doce años. Pero tendrías que haber visto cómo me ayudó y cómo se portó con Yang mi. Es muy buen chico.

No sabía por dónde empezar. Hablar con su madre de la ruptura sentimental de Taehyung resultaba en parte violento e impactante. Lo que suele decirse es: «La mejor amiga de un chico es su madre». No es: «La mejor alcahueta es su madre». De ahí que me sintiera incómodo.

Pero aún, si es que esa situación podía empeorar (y, por lo visto, sí podría), yo era el bálsamo que había curado las heridas de su hijo. Su milagro de Navidad. Me iba a retener allí para siempre, cebándome con torta y vistiéndome con buzos enormes. Sería el novio de Daegu.

—Vives en Daegu, ¿Verdad? —siguió parloteando—. Eso debe de estar a dos o tres horas en coche.

Estaba pensando en volver a encerrarme en el baño cuando apareció Yang mi dando saltitos por la puerta y patinando con sus pantuflas en mi dirección. Intentó subírseme al regazo y me miró fijo a los ojos.

—¿Qué te ocurre? —me preguntó—. ¿Por qué lloras?

—Extraña a su familia — contestó su madre—. Es navidad, y no puede verlos por culpa de la nevada.

—Nosotros te cuidaremos —aseguró Yang mi, me tomó de la mano y puso esa voz adorable de estar a punto de revelarme un secreto que saben poner los niños pequeños para salirse con la suya, me sonó un tanto amenazadora.

—Eso ha sido muy lindo, Yang mi —dijo la señora Kim—. ¿Por qué no vas a lavarte los dientes como niña mayor? Hoseok sabe lavarse los dientes solo.

Sé hacerlo, pero no lo había hecho. No llevaba cepillo en la mochila. Cuando hice la maleta no estaba en mi mejor momento.

Oí que se habría la puerta de entrada y, un instante después, Taehyung entró en la cocina con un enterito para la nieve.

—Solo he tenido que ver doscientas imágenes en un marco de fotos digitales —dijo—. ¡Doscientas! La señora Sun hee quería demostrarme lo maravillosa que era esta prenda, tan estupenda que se conservaba como nueva después de doscientas fotos. ¿He dicho ya que eran doscientas? Bueno, ya está.

Soltó el enterito y se disculpó diciendo que tenía que ir a sacarse los jeans y ponerse otros pantalones, porque estaban empapados de nieve.






EL EXPRESO DE HOSEOK • VhopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora