Capítulo 1: Un mal día

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El peor día de mi vida comienza a la mañana siguiente de que mi novio me termino, lo amaba demasiado o al menos eso creía, por lo que parte de mi mundo se había derrumbado.

En la noche no dormí mucho, porque me la pase llorando, por lo que cuando mi madre me despertó a gritos, para bajar a desayunar, me sentí tan agotada, que estuve a punto de mentirle diciendo que estaba enferma, para no ir a la escuela, al final decidí ir, no podía demostrar debilidad.

Me cambie rápidamente, poniéndome lo primero que encontré en el closet, baje velozmente, ahí estaban todos, mi hermano menor, un chico más bajito que yo, cabello largo que le cubría los ojos, sin despegarse del celular, mi padre viendo la televisión, un hombre de casi 50 años, aunque bien conservado, apenas le estaban apareciendo sus primeras canas, en su cabello castaño, mi madre preparando el desayuno una mujer, de 43 años, cabellos negro y unos ojos azules, junto a ella estaba mi hermanita pequeña esperando la comida, una niña de tan solo 6 años, demasiado parecida a mi madre, con su cabello negro y largo, su piel que era ligeramente más blanca que la de nosotros, y sus ojos azules que siempre le envidie, por lo brillantes que se ven.

- Oye ¿Por qué estabas llorando anoche? Los muros son delgados - me dice mi hermano en un tono burlón

- No estaba llorando... y tienes razón, los muros son delgados, yo también he escuchado cosas - le conteste algo molesta mientras le golpeo ligeramente el hombro, a lo que él hace un enorme escándalo.

Mi madre nos llamó la atención por estar peleando, exigiendo que nos disculpáramos uno con el otro, cosa que siempre nos ponía a hacer cada que peleábamos, por lo que no quisimos perder el tiempo y nos pedimos disculpas rápidamente.

Pasaron unos minutos y aunque trate, no podía dejar de pensar en él, así estuve hasta que llegó el autobús de la escuela, tome mis cosas, me despedí de mi madre y de mi hermanita a la cual siempre le digo "pequeño monstruo" aunque ella lo detesta y se pone triste, esa vez no fue la excepción.

Cuando fui con mi padre, me dijo "Si de algo sirve, ese idiota no me agrada, en lo absoluto" comentario que de cierta forma me alegro un poco, salí de la casa y subí al autobús, en el cual ya estaban mis amigas.

Al llegar a la escuela, me entro un profundo miedo, sabiendo la enorme posibilidad de que me podría topar con él en algún momento, cosa que mis amigas percibieron, a lo que Ana, una chica delgada, con el cabello hasta los hombros, caucásica y un pirsin en la nariz, dijo.

- Tranquila Hannah, mi hermano es jugador de Futbol, así que voy a taclear a ese idiota si se cruza en nuestro camino, yo solo digo – Me dio gracia su comentario, pero tan solo quería ser invisible.

El resto del día, traté de pasarlo de lo más normal, cumpliendo con mis deberes, hice lo mejor que pude, ya que seguía notablemente distraída, incluso una maestra con la que tengo buena relación, me pregunto cómo me encontraba, obvio le respondí que bien, aunque estoy segura de que no se lo creyó.

Mi amiga Sandra, la mayor del grupo, cabello castaño y muy rizado, sugirió hacer una fiesta, esa misma noche, a lo que yo dudando un poco, le dije que no me parecía una buena idea.

Las clases terminaron y yendo para la salida lo vi, hablando con una chica, mis amigas, me movieron para que él no me notara, igual lo hizo, pero volteo la mirada, ignorándome por completo.

Yendo al autobús, mis amigas me empezaron a molestar con que debería salir con mi amigo Erick, ya que, según ellas, le gustaba, cosa que no me parecía cierta, de todas formas, les dije que no estaba lista para una relación.

Justo en ese momento llego Erick, el cual nos saludó, un chico con el cabello negro no muy largo, tenía un peinado genial, usaba anteojos y se estaba poniendo fornido por el gimnasio. Empezó a platicar conmigo, mientras nos sentábamos en al autobús

Este no es el finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora