⌗𝗰𝗮𝗽𝗶́𝘁𝘂𝗹𝗼 𝟬𝟴 ❜

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El silbato sonó y los chicos dejaron de correr, la pelota quedó en manos de Su Woon, y este, más que enojado, lanzó el balón, para luego avanzar hacia las duchas, tal y como el entrenador estaba ordenando

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El silbato sonó y los chicos dejaron de correr, la pelota quedó en manos de Su Woon, y este, más que enojado, lanzó el balón, para luego avanzar hacia las duchas, tal y como el entrenador estaba ordenando.

Fui testigo de cómo todos se reunían con sus más allegados y entre risas se dirigían al vestidor. Pensé que alguno se me acercaría para hablar sobre nuestro fin de semana, tal y como sucedía en mi antigua escuela, sin embargo, y a pesar del tamaño que me hacía más notable que cualquiera en nuestro grupo, nadie se me acercó o siquiera dirigió la mirada durante el partido o al comienzo de este y al parecer sería lo mismo al final. Traté de no darle mucha importante al asunto y tomé mi maleta, propia de un deportista, o en este caso, adecuada para los entrenamientos de baloncesto, y seguí de cerca a los chicos, sin importarme que entre ellos se encontrara MinHo.

Me adentré a la ducha una vez que me despojé de mi camiseta y también del short, quedando así en ropa interior. Los chicos seguían ignorándome y hasta cierto punto entendía el porqué. MinHo no era tan sutil al hablar, tampoco es como si los chicos no hablaran con gritos al estar dentro del vestidor o en cualquier otro lugar, sin embargo, en esta ocasión parecía que mi supuesto amigo quería gritar todo lo que pensaba sobre mí o sobre Jeongin.

— ¿Es cierto que quieres tirarte al hermano de Lee? — susurró uno de los chicos cuando salí de la ducha. Miré a MinHo, quién ya tenía puesto sus pantalones, y negué de inmediato. Esto estaba yendo demasiado lejos.

No le contesté a nadie, por más que algunos de ellos comenzaron a reírse del tamaño de Jeongin. Salí lo más rápido posible de los vestidores, no sin antes darle una última mirada a MinHo, quién parecía más que alegre con sus estúpidos rumores sobre nosotros.

El camino a casa fue acompañado por un música suave, algo relajante para estos momentos y la cual ocasionó que en más de una ocasión mi cabeza golpeara la ventana del autobús, por tal razón me vi en la obligación de quitarme los audífonos hasta llegar a mi paradero.

Bajé con rapidez al notar que ya era muy tarde y que posiblemente mi familia estaría cenando y tal vez hubiera seguido corriendo, tal y como lo venía haciendo desde que baje del autobús, sino fuera por ese característico tono que le había colocado a los mensajes y llamadas de Jeongin. El día sábado no sólo intercambiamos pensamientos o momentos agradables, sino también números telefónicos, por lo que ahora nos encontrábamos más comunicados y un poco más unidos a diferencia de la primera vez que lo vi.

Jeonginnie:

Mañana habrá una exposición en el Museo de Arte de Seúl, ¿Quieres venir conmigo?

Sonreí como un tonto al terminar de leer su mensaje, y sin dudarlo, contesté que sería interesante y que lo esperaría a la salida de la escuela. Él solo contestó que nos veríamos al día y siguiente y que lo mejor sería llevar un abrigo extra, porque las calles de Seúl por la noche eran mucho más frías que en la mañana y aquello lo estaba comprobando al estar de pie contestando sus mensajes y sin un abrigo demás que pudiera
entregarme calor en aquel momento.

𝐏𝐄𝐐𝐔𝐄𝐍̃𝐎 ー hyunin ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora