⌗𝗰𝗮𝗽𝗶́𝘁𝘂𝗹𝗼 𝟭𝟮 ❜

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No sé en qué momento pasó, pero las piernas de Jeongin estaban alrededor de mi cadera

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No sé en qué momento pasó, pero las piernas de Jeongin estaban alrededor de mi cadera. Yo las sujetaba con fuerza para que no cayera y sus labios se movían con parsimonia sobre los míos. Me gustaba la sensación que nos invadía en aquel momento. Solo éramos él y yo, ambos disfrutando del ajeno y alejados de la realidad. Sin embargo, todo lo bueno tiene su final, y así como sus labios se juntaron a los míos, de la misma forma se separaron.

Jeongin me miró, yo también, nuestros rostros estaban demasiado cerca y sus mejillas estaban rojas al igual que sus labios. Para mí, verlo de esa manera era un privilegio que no quería concederle a nadie más.

— Lo siento... — susurró, aflojando el agarre de sus manos sobre mis hombros. — Y-yo no debí hacerlo. Fue un impulso, te juro que no es lo que crees. — comenzó a dar explicaciones que la verdad no me importaban. Lo había besado, había tocado sus labios y sentido algo maravilloso que nunca logré sentir con alguna otra persona.

— Me gustas. — susurré, reafirmando el agarre en sus piernas al ver que él quería bajar. Él detuvo cualquier movimiento y me miró con el asombro plasmado en su rostro. — Sí. Me gustas, Innie. — dije por último, esperando que reaccionara o algo así.

— Bájame, Hyunnie... — musitó, su rostro reflejando una expresión avergonzada, y su voz firme me dió a entender que algo estaba mal. Solté sus piernas y él logró bajar. Tomó su mochila en manos y trató de irse, en verdad trató de irse después de haberle confesado lo que sentía por él.

— ¡Oye! — sujeté su brazo, impidiendo que se alejase de mí. Jeongin se detuvo, pero no precisamente por voluntad propia. — No te puedes ir de esa manera, Innie.

— ¡Ya déjame! — gritó, tomándome de sorpresa, pues no pensé que se enojaría por confesarme. — ¡Esto es injusto! ¿Acaso planeaste esto con mi hermano? ¿Acaso ibas a besarme y luego al día siguiente comenzar a reírte junto a MinHo por lo que ingenuo que fui? — parecía que quería llorar y no era para menos, todo lo que él decía a cualquiera le podía lastimar. Sin embargo, yo no era de esos idiotas.

Rápidamente me acerqué y tomé su rostro en mis manos.

— Joder, me gustas, Innie. Y no, MinHo no ha planeado nada, al contrario, él me ha dado su aprobación y... y sólo faltas tú. — relamí mis labios, mirando su rostro y él teniendo que alzarlo para mirarme a mí.

— ¿No es una broma? — susurró, como teniendo miedo de que le diga que sí.

Negué y sonreí, acercándome lo suficiente para volver a saborear de sus labios. Él me correspondió. Claro que fue algo difícil el juntar nuestros labios, en especial si él no estaba dos gradas arriba que yo, sin embargo, lo logramos. Tuve que agacharme un poco y sólo al abrir los ojos y separarme pude notar que Jeongin estaba de puntitas. Sonreímos como unos tontos, pero no dijimos nada. Nuestras miradas, sonrisas y alguno que otro beso que nos entregamos eran los que hablaban por nosotros.

𝐏𝐄𝐐𝐔𝐄𝐍̃𝐎 ー hyunin ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora