⌗𝗰𝗮𝗽𝗶́𝘁𝘂𝗹𝗼 𝟭𝟱 ❜

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— No creo que fuese lo correcto, mucho menos seguro, cubrirme los ojos

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— No creo que fuese lo correcto, mucho menos seguro, cubrirme los ojos. — mis manos estaban extendidas, tratando de tocar alguna superficie que me diera una pista de dónde nos encontrábamos, pero nada. Sólo el aire que corría por entre mis dedos y congelaba, hasta cierto punto, mis manos era la única pista que podía tener.

Escuché la risa de Jeongin y sus brazos se abrazaron a mi cintura con más fuerza, comenzando a guiarme, según él, desde atrás.

— Es divertido ver cómo tratas de sostenerte. — fue su única respuesta. — Además, era necesario para la sorpresa que te tengo. — escuché otra risita más y de pronto sus manos apretaron mis costillas, causándome cosquillas y haciéndome reír por igual.

Ambos parecíamos unos niños, no sólo por la situación, sino también por las risas, los momentos que pasamos, nuestro comportamiento e incluso por la forma en la cual ahora nos encontrábamos abrazados y caminando.

— Innie... I-Innie... — mi voz no dejaba de salir entre cortada, pues la risa no me dejaba hablar con fluidez. — ¡Y-ya, b-basta! — traté de sonar firme, pero lo único que salía de mis labios era risa y más risa.

Sin embargo, Jeongin se detuvo y en esta ocasión tomó mi mano, entrelazando de inmediato nuestro dedos.

— Esto no es divertido. — dije al final de todo, pues seguía sin ver y el sonido de los autos que pasaban por nuestro lado era muy fuerte, incluso podía jurar que estábamos en una autopista, sin embargo, no creía que Jeongin fuera a arriesgar nuestras vidas de esa forma.

— Claro que lo es, además, ya estamos a punto de llegar.

Hice un puchero ante su respuesta y lo único que me quedó fue callar y ser guiado por Jeongin, quién ahora iba delante mío.

No sé cuánto tiempo pasó, tampoco por dónde caminamos, pero en definitiva cuando nos detuvimos y me obligó a sentarme en lo que yo creía era una banca, supe que habíamos llegado.

Sus manos desataron la tela que cubría mis ojos y entonces miré algo borroso todo el lugar, sin llegar a reconocerlo por completo, ni siquiera por casualidad.

— ¡Bienvenido! — gritó, alzando sus manos en alto y provocando que su camisa se alzara un poco y me mostrara su linda y tierna pancita. Sonreí y él al parecer se percató de lo sucedido, pues de inmediato bajó sus manos y cubrió su vientre.

Pase mis manos por ambos ojos, tratando de poder ver con claridad, sin embargo, eso no ayudó y sólo los minutos sentado en lo que sí era una banca, me ayudó a ver mejor y notar que estábamos el frente del Río Han, el más famoso en la capital.

Me coloqué de pie y tomando la mano de Jeongin, me dediqué a admirar el lugar. Ahí se encontraba el puente y ya suponía que lo habíamos recorrido, pues los autos pasaban por ahí y al estar a una altura considerable, el aire corría con más fuerza.

𝐏𝐄𝐐𝐔𝐄𝐍̃𝐎 ー hyunin ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora