⌗𝗰𝗮𝗽𝗶́𝘁𝘂𝗹𝗼 𝟮𝟱 ❜

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Mis manos sudaban, esta vez mucho más que en otras ocasiones, y estaba seguro de que sino fuera por la pared que estaba detrás de mí, sirviéndome de apoyo, ahora mismo estaría tirado en el piso en posición fetal mientras temblaba de miedo, de nervios

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Mis manos sudaban, esta vez mucho más que en otras ocasiones, y estaba seguro de que sino fuera por la pared que estaba detrás de mí, sirviéndome de apoyo, ahora mismo estaría tirado en el piso en posición fetal mientras temblaba de miedo, de nervios... de todo.

Un suspiro pesado sale de mis labios y miro nuevamente la puerta de la casa Yang, confirmando por segunda, o tal vez, tercera vez, que nadie ha salido a recibirme, ni siquiera la madre de Jeongin o el padre de este para amenazarme.

Miro mis zapatos de charol y trato de limpiarlos, a pesar de que estos se encuentran en perfecto estado, es decir, limpios y presentables, al igual que yo en general.

Me reincorporo tras confirmar que efectivamente mis zapatos no tenían ningún problema y que limpiando mi atuendo no ganaba, ni perdía tiempo.

Muerdo mi labio inferior y miro nuevamente la puerta de la casa, comprobando que nadie ha salido y que posiblemente, nadie saldrá hasta dentro de diez minutos.

— Creo que sí exageré.— susurro.

Seungmin me había dicho que siempre era bueno llegar temprano por tu pareja, que aquello era muy de película y que posiblemente le agradaría a Jeongin. Sin embargo, llegué demasiado temprano y no me atreví a tocar la puerta, pues mis manos temblaron tanto y el sudor que comenzaba a descender por mi frente me hacía ver muy mal, demasiado impresentable.

Un suspiro sale de mis labios y creo que es hora de esperar dentro del auto de papá, pues estar de pie afuera de su casa no es algo muy cómodo, además de que no hay calefacción.

Comienzo a caminar hacia el auto cuando la puerta se abre y por esta sale MinHo, quien ríe al verme.

— Sólo quería saber cuánto tiempo aguantarías.— comienza a reírse a carcajadas, y en estos momentos estoy controlando mis ganas de golpearlo, y no precisamente porque pueda hacerle daño, sino porque no deseo arruinar mi traje, y por ende, mi noche junto a Jeongin.

— ¿Estuviste todo el tiempo ahí? — pregunto con clara molestia y cansancio.

MinHo asiente y se aparta de la puerta para dejarme pasar.

— Te vi desde que llegaste y pensé que entrarías, pero al ver que pasaban los minutos y tú seguías aquí, decidí quedarme en la entrada y ver cuánto aguantabas en este frío. — al terminar de hablar, siguió riendo, y no pude evitar sentirme como un completo tonto.

— No es gracioso.— le digo al pasar por su lado.

MinHo intenta calmar su risa al escuchar el tipo de tono que he usado, pero le es inevitable, pues al entrar a su casa, comienza a reír nuevamente, ganándose la atención de su madre.

— ¡Hyunjin! — dice ella emocionada. Yo sólo le contesto con una media sonrisa y con una reverencia.

Pronto me encuentro delante del padre de Jeongin, quien no duda en amenazarme y advertirme del horario en el que su hijo tiene que estar en casa, sin embargo, no hago más que asentir, a pesar de estar pensando en la excusa que Jeongin y yo tendremos que inventarnos mañana por la mañana.

𝐏𝐄𝐐𝐔𝐄𝐍̃𝐎 ー hyunin ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora