Ella se embriagó y terminó durmiendo conmigo

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      Il Gloria es un bar del centro, en su apariencia, es un negocio muy rentable, todas las noches, el bar se llena de personas, están los que van con amigos a beber un par de tragos y disfrutar de una noche de música, los que festejan su soltería en busca de alguna conquista, pero el bar es el centro de atención de las mujeres, sean casadas o solteras, no importa ellas van allí para enriquecer la vista, para olvidarse por un momento de la vida monótona que llevan, ¿la razón?. Los cuatro barman que atienden la barra, sus shows de tragos y música llaman la atención de los clientes y clientas que frecuentan el lugar, eso, su sexy apariencia que los hace ser deseables ante el público femenino, cada noche el frasco de las propinas se llena hasta el tope. Pero lo que hay detrás de todo eso, es algo más oscuro. . . 


Kate


      Terminar en un bar sola a esta hora de la noche no estaba en mis planes, pero como dijo Stef, merezco desahogarme con un par de tragos, a lo mejor el alcohol me hace olvidar lo estúpida que fui, por una noche al menos, eso es lo que espero, mi amiga debió de verme muy mal como para ofrecerme su pase a este bar, el cual según ella me daría bebidas gratis, por que ella era una cliente frecuente de este sitio, empuje la puerta, el blues del escenario llenó mis oídos, el sonido era hipnótico y sensual, la gente estaba sentada con compañía en las mesas que rodean el escenario, algunos otros prefieren la barra y es allí a donde me dirijo.

-Disculpe.

     Un chico joven de no más veintitantos, aparece de la nada, lleva chaleco de tela negra, camisa de mangas cortas y pantalón de vestir negro a juego con sus zapatillas Converse, en su lado izquierdo tiene un gafete blanco con el nombre de Sam en letras negras.

-Buenas noches-saludo con cierta timidez.

-Buenas noches señorita- su voz es suave y seductora- ¿tiene reserva?.

Mierda.

-Emm nop, pero creo que esto puede ayudar-rebusqué en mi bolso y le enseñé la tarjeta de membresía de Stef.

El chico lee la tarjeta y sonríe con amabilidad.

-Por favor adelante- estira su mano de forma elegante-. Me haré cargo de su abrigo y su bolso si gusta.

-Oh, gracias.

    Pero en cuanto me saco mi abrigo, me doy cuenta de mi vestimenta contrasta mucho con la del resto.

-Creo que no estoy vestida adecuadamente-miré mi ropa, Jeans, blusa y zapatillas.

Sam me regala otra de sus sonrisas de niño bueno que deben formar parte de su repertorio.

-No se preocupe es cliente del lugar- me siento cohibida porque él repasa con la mirada mi cuerpo- esta perfecta-hace una mueca- que disfrute- me dice antes de desaparecer con mis cosas.

Acomodé mis gafas sobre el puente de mi nariz y me encaminé hacía la barra.

Vamos Kate, es hora de olvidarlo todo, por una noche.

Sólo por una noche.

      Me senté en la barra sin saber muy bien que iba a beber, no suelo frecuentar lugares como este, mucho menos beber, soy lo que se considera un ratón de biblioteca, un ratón con el corazón roto, el sonido del piano distrajo mi atención por un momento, el pianista estaba solo en el escenario, moviendo sus dedos como si bailaran sobre las teclas del piano de cola, delgado, rostro afilado, joven no más de unos veintisiete o veintiocho años, estaba tan absorta en la melodía, que me sobre salté cuando dos golpecitos en la barra llamarón mi atención.

El Barman: ObsesivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora