Capítulo 2

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"Más que sus ojos, su mirada. Miraba como queriendo decir algo y no diciéndolo"

-Mario Benedetti.

—¿Y bien así que son novios? —preguntó de manera inquisitiva el señor.

—Sí —respondimos los dos al unísono.

—¿Hace cuánto?

—Dos años —respondí yo.

—Unos meses —respondió el loco al mismo tiempo.

Ambos nos miramos al momento intentado ponernos de acuerdo con miradas bastante insinuantes.

—Es que hace unos pocos meses que cumplimos dos años —agregué atropelladamente.

—¿Y cómo es que hasta ahora me entero? —El señor nos estaba complicando la cosa y yo no soy buena para mentir.

—Es que no estaba seguro de que esto fuera serio al principio y decidí no molestar, no quería que la espantaras. —Se adelantó a decir el loco.

—Pues cuéntenme cómo se conocieron. —¿Qué caramba era esto, un interrogatorio?

—En un accidente. —Fue lo primero que se me ocurrió, ya dije que no soy buena mintiendo.

—En una entrevista de trabajo —dijo el psicópata de nuevo a la misma vez que yo—. Verás papá, es que cuando la conocí hubo un trágico accidente automovilístico y, debido a esto, el tráfico se paró, así que me encontré con ella y me contó que tenía que ir a una entrevista de trabajo y me ofrecí a ayudarla—. Era una verdadero maestro de la mentira.

—¿Y a qué te dedicas?—preguntó el señor dirigiéndose a mí y de verdad que sólo tenía ganas de meterme bajo una gran roca y no salir de allí jamás. No era tan simple como decirle: Oh señor, trabajo en un restaurante de camarera, pero no se preocupe yo no seré su nuera porque sólo estoy fingiendo.

—Diseña ropa interior —respondió el psicópata por mí y le agradecí internamente.

—Interesante, yo podría mover algunos contactos para que puedas salir adelante y montar tu propio negocio si quieres. —Y créeme que aceptaría de no ser porque no tengo ni idea del mundo de diseño.

—Oh no gracias; prefiero crecer por mí misma —esa mentira sólo me la creía yo aunque espero que él también sino estaríamos en serios problemas—, ya sabe, las personas que vienen de abajo son las que más valoran lo que hacen y lo que tienen cuando llegan a la cima. —Hasta poética me había puesto. Vaya, que no se podía quejar.

—Me encanta esta chica Stephan —dijo el hombre con una sonrisa sincera marcada en el rostro y yo me sentí mal por él.

Así que Stephan era el nombre del psicópata ¿eh?

—A mí también papá, por algo la escogí. —Y de qué manera me había escogido, no podía ser más cínico, hasta delante de su padre.

—Estoy tan ansioso por tener nietos ya. —Entonces  era solo eso, un simple padre como cualquier otro que sueña con tener nietos y un arrogante hijo que encuentra más interesante el trabajo y no planea dárselos —. Así que nada más que se casen deben trabajar en ello.
—Casi me ahogo con mi propia saliva, lo sentía por él, pero ni muerta tendría hijos con el psicópata de su hijo—. Ahora mismo mandaré a que preparen todo para tener un almuerzo familiar mañana en la tarde, se la presentarás a toda la familia. —¿Almuerzo familiar? ¿Presentarme? ¿Mañana? Esto no me está gustando ni un poco.

Complicidad Frente A OtrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora