Capítulo 10

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"No la mires demasiado, esos mundos cerrados y a la vez prohibidos, suelen tener un poder de atracción"

-Mario Benedetti.

El ascensor se detuvo y se abrieron las puertas dándonos la visión de un pasillo de granito negro con paredes completamente blancas, varias puertas a los lados y una al fondo. Salimos del ascensor y Stephan volvió a tomar mi mano, gesto que exprimió hasta la última gota de paciencia que quedaba en mí.

Nos encaminamos por el pasillo adornado por macetas con plantas naturales hasta la puerta que quedaba al fondo, él tocó y al momento apareció la cara de Hata con una toalla enredada en el pelo.

—¡Por fin llegan! —exclamó con emoción y acto seguido me arrancó de la mano de Stephan dándole un beso en el cachete antes de arrastrarme al interior de un salón de belleza con asientos de toda clase. Habían para peluquería, manicura y pedicura, limpieza de cutis e incluso masaje. Una especie de todo incluido. El lugar era realmente grande y derrochaba modernismo por todas partes.

Visualicé a Leyla sentada frente a un enorme espejo con una revista en las manos y papel aluminio en todo el pelo.

Ojalá y le quede bien porque el viaje hasta Japón es largo.

Polo estaba en un sillón con una especie de mascarilla de un color bastante asqueroso en la cara y Chein para mi absoluta sorpresa se encontraba sentado en uno de los sofás frente a una pared de cristal con la cabeza apoyada en un puño y el entrecejo demasiado fruncido, como si estuviera perdido en sus pensamientos. Al parecer me le quedé mirando bastante tiempo lo que hizo que Hata se diera cuenta.

—Está algo... frustrado. —me secreteó muy bajito —Parece que fue rechazado por una chica que le gusta mucho. —resoplé imperceptiblemente.

Relaciones amorosas...

—¿Estás bien? —me miró ceñuda.

¿Tanto se me notaba la falta de sueño?

—Sí... —respondí indecisa en un susurro que casi se escucha lamentable.

—Entonces ¿por qué estás llorando?

¿Llorando?

Inconscientemente me lleve una mano a la cara dándome cuenta de que era cierto. Supongo que estoy peor de lo que pensé.

Me aclaré la garganta algo incómoda. Vi a Stephan sentarse junto a Chein y mirarme de frente con su típica mirada ónice, escudriñando mi rostro con sus cejas negras a medio fruncir. Yo aparté la vista sin poder resistir mucho más tiempo esa intensidad.

—¿Dónde hay un baño? —pregunté en voz alta. 

Necesitaba calmarme y dejar de hacer el ridículo delante de todos.

—Por allí. —señaló Jessica hacia una puerta haciendo acto de presencia, mientras le arreglaba el papel aluminio a Leyla.

Yo asentí con la cabeza y casi corrí hasta el baño. Nada más entrar, cerré la puerta y apoyé las manos en la fría encimera del lavamanos mirando mi cara en el espejo frente a mí, lágrimas surcaban mi rostro sin control. Me cubrí la boca con las manos para que afuera no se escucharan los sollozos que se me escapaban.

Complicidad Frente A OtrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora