Capítulo 14

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"No te rindas, aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo, aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre retomar el vuelo"

-Mario Benedetti

Eran las 5:00 pm y me encontraba frente a la playa, sentada en la arena, sumergida en mi ensoñaciones.

De repente siento que alguien se sienta detrás de mí y doy un respingo sorprendida. Miro hacia atrás topándome con la cara de Stephan muy cerca de la mía. Sus piernas rodean cada lado de mi cuerpo.  Ahora una fina playera blanca, sustituye su impecable camisa y saco, y unos shorts de nylon negros remplazan el pantalón de vestir minuciosamente planchado. Su pelo está revuelto y húmedo, como si acabara de salir de la ducha.

La respiración se me comienza a acelerar porque así luce demasiado guapo y el fresco aroma que desprende me embota los sentidos. Me observa divertido con esos malditos hoyuelos que ponen a mi corazón a tamborilear desesperado.

Desvío la vista abrumada por su cercanía e intento alejarme de su cuerpo, pero me abraza desde atrás con sus fuertes brazos y me pega a su pecho. Inmediatamente mi respiración se vuelve un desastre; un desastre más inquietante.

—Hay un paparazzi detrás nuestro con una cámara en la mano, dispuesto a llevar nuestras caras a la primera plana del Los Ángeles Times.

Mi piel se eriza por completo al sentir su voz vibrar cerca de mi cuello. Mi cuerpo se niega a relajarse, manteniendo mis músculos tiesos como rocas. Soy incapaz de emitir sonido aparte de mi respiración agitada y mi corazón retumbando en mi pecho.

—¿En qué pensabas? —pregunta apoyando su barbilla en mi hombro mandando mi raciocinio de vacaciones.

—En nada —miento—, solo observaba el mar, me tranquiliza —susurro con voz rasposa y casi inaudible.

Procuro tranquilizarme y solo me concentro en el sonido de las olas y no en el de su respiración cerca de mi oído, y en la textura de la arena bajo mis piernas y no en su cuerpo pegado a mi espalda.

—Creo que esto está comenzando a superarme, Stephan —suelto sin apenas darme cuenta.

¿Qué haré con mi lengua?

Él suspira después de un buen rato y lo escucho tragar.

—Lo siento, sé que debe ser difícil para ti estar fingiendo, sobre todo cuando se te da fatal mentir. —Ríe suavemente al decir lo último. Trato de imitarlo, pero no me sale.

Paso saliva por mi garganta removiéndome algo nerviosa.

—No me refiero a eso.

—¿No? —Su tono es de confusión.

—¿Qué pasa si esto acaba mal? —Giro un poco mi torso para mirarlo de frente.

—¿Mal como que se enteren? —Contrae sus perfectas cejas negras. 

Niego lentamente tomando el valor que sé no que tendré en otro momento.

—Mal si nos enamoramos. —Sus cejas se levantan y su expresión se desencaja en sorpresa. Obvio que no se lo esperaba, ni yo tampoco—.
Sí, ¿qué pasa si nos enamoramos?

Toma una profunda respiración juntando sus labios fruncidos, me examina con esos pozos oscuros y por más que me cuesta, le sostengo la mirada manteniendo el porte.

Complicidad Frente A OtrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora