CAPITULO 14

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9 años antes en Madrid, España.

La relación entre Samuel y Carla en el transcurrir del primer año iba marchando de maravilla, era como vivir en un sueño. Cada día que pasaba iban descubriendo algo nuevo del otro, y eso les sorprendía porque creían conocerse perfectamente debido a los años que llevaban conviviendo juntos

El nuevo curso en las Encinas estaba iniciando, este significaba el último curso para los chicos, quienes se encontraban emocionados y a la vez tristes porque en unos meses más se despedirían del instituto para seguir su camino. Algunos ya tenían pensado la universidad de sus sueños, en España o en el extranjero. Otros aún no se decidían entre sus posibles opciones y muy pocos no tenían idea de lo que sería de sus vidas al terminar su último año de bachillerato.

Carla y Samuel, tal como ella se lo había informado a sus padres en aquella conversación. Seguían con los planes de buscar una universidad a donde ambos, pudieran asistir juntos. Claro, siempre y cuando cada uno estudiase lo que más deseara. Samuel tenía dos opciones: arquitectura o bellas artes, aunque se inclinaba más por lo primero. Carla por su parte quería estudiar relaciones internacionales o algo que tuviera que ver con diseño de modas, aunque sabía que si se decidía por lo primero sus padres estarían más que felices.

Una tarde los dos se encontraban en casa de Carla, estudiando. Específicamente en la habitación de ella con la puerta totalmente abierta y siendo vigilados cada 10 minutos por Mireya que solo se encargaba de cumplir la orden de Teo de no dejarles solos ni un solo momento.

— Mireya no es necesario que nos estés vigilando todo el tiempo — dijo Carla a la mujer que asomaba la cabeza por la puerta y se percataba que la marquesita permaneciera acostada boca abajo en la cama con el libro abierto. Samuel sentado en el suelo, con la espalda recostada en la cama y rodillas dobladas para apoyar en ellas su cuaderno — Estamos estudiando, mira! — le enseñó el libro y ambos sonrieron al mismo tiempo.

— Lo sé mi niña, pero tu padre ha ordenado que... — respondió Mireya, observando que toda la habitación estuviera en orden.

— Mis padres han salido — le recordó la rubia y la mujer asintió — Entonces la que ahora da las órdenes soy yo, anda tómate un descanso... Samuel y yo nos portaremos bien, siempre lo hemos hecho — disimuladamente le tuvo que dar un golpe a Samuel en el hombro porque lo escucho soltar una risilla traviesa — prometemos mantener la puerta de la habitación, abierta  —

— Está bien, dejaré de venir cada 10 minutos — Mireya les dedico una mirada seria y ambos asintieron al mismo tiempo, tratando de convencerla que se portarían muy bien — cualquier cosa que necesiten saben dónde encontrarme —

Antes de marcharse volvió a observar toda la habitación y a los dos adolescentes, a quienes había visto crecer juntos y ser inseparables. Después de que ella hubiera abandonado la habitación, Carla de un salto se bajo de la cama y camino hacia la puerta para verificar que efectivamente ya no tendrían vigilancia. Al volver notó que Samuel no le apartaba la mirada.

— Qué sucede? Por qué me miras así? Tengo algo en el rostro? — preguntó Carla tratando de no reír por la forma en la que Samuel la miraba. Caminó hacia él y se sentó a su lado.

— No, nada no sucede nada. Bueno, si sucede algo — Samuel se acercó un poco más a ella y le depositó un tierno beso en los labios lo que provocó que a ambos las mejillas se sonrojaran — cada día siento que te quiero más —

NEGRO Y BLANCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora