CAPITULO 8

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11 años antes en Madrid, España.

Carla se encontraba comiendo sola en el comedor de la mansión Roson Caleruega, pues sus padres no se encontraban en casa, como cada día desde hace un año. Teo había dicho que estaría de viaje por unos negocios y Beatriz se encontraba supervisando las bodegas.

Desde que Carla y Samuel habían descubierto a Teo con su secretaria, el ambiente en la familia había cambiado un poco más. Aunque Carla aún seguía guardando el secreto de su padre, presentía que algo con la marquesa no estaba bien, intuía que su madre sabía algo.

El comedor estaba en total silencio, Carla pensaba en lo que había sucedido esa mañana en el instituto. Desde que se había marchado molesta de la cafetería junto con Lucrecia, no había vuelto a hablar a Samuel y a él pareció no importarle, pues prefirió refugiarse con sus amigos.

Sí, estaba y seguía enfada porque Samuel iría con Marina al cine, pero le dolía que él se mostró indiferente todo el tiempo que restó para que las clases culminarán. Aunque admitía que ella también tenía parte de culpa, porque había preferido estar con Lucrecia que tratar de solucionar las cosas.

— Le sucede algo mi niña? — escuchó preguntar a Mireya que se acercaba para servirle un poco de agua — desde que ha llegado a casa la he notado triste —

— Estoy bien Mireya — respondió Carla mirando su plató con la comida a medio tocar y suspiró tan profundo que la mujer con quien se encontraba la quedo mirando — Bueno, no... me he peleado con Samuel —

— Con el señorito Samuel? — Mireya se detuvo un momento y miró a la rubia encogerse de hombros — Qué ha pasado? —

— Irá al cine esta tarde... con Marina — respondió entre dientes y gruñó para ella — Se ha atrevido a invitarla en lugar de a mi —

— Mi niña, está segura de lo que está diciendo? — preguntó Mireya pues habiendo sido fiel testigo de las andanzas de Samuel y Carla desde pequeños, se le hacía difícil creerlo — Ustedes siempre van a todas partes —

— Pues está vez no. Él ha tenido la grandiosa idea de decirle a Marina — Carla hizo aún lado el plato con la sopa que le habían preparado y se cruzó de brazos — Mireya estuve casi dos semanas dejándole mensajes subliminales sobre qué quería ir con él al cine... y ahora resulta que irá con ella, con Santa Marina que de Santa no tiene un solo pelo — rodó los ojos y frunció los labios formando un morrito.

Mireya vio con demasiada ternura a esa niña a la cual había visto crecer desde que era una bebé risueña e inquieta.

— Tú crees que... ? — preguntó Carla y luego negó con la cabeza pues no podía comprobar su teoría — Olvídalo, no importa yo iré con Polo, él me ha invitado —

— Polo la ha invitado? — la mujer arqueó una ceja mientras empezaba a recoger la mesa y vio asentir a Carla.

— Aunque... si Samuel me hubiese dicho que quería ir conmigo al cine... le hubiese cancelado a Polo — aseguró la rubia y se puso de pie — pero Samuel al parecer jamás entendió mis indirectas, a veces es tan distraído, pero... sabes qué? — Mireya se encogió de hombros — Que se divierta con Marina, que yo me la pasaré increíble con Polo —

La adolescente miró decidida a la mucama y se marchó del comedor para ir a su habitación y así poder buscar el atuendo que usaría en su cita.

Después de pasar varias horas pensando y revoloteando en su armario para decidir que ropa usar, Carla estuvo lista y ordenó al chofer que la llevase al lugar donde se encontraría con Polo, había quedado de verse con él a la entrada del cine.

NEGRO Y BLANCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora