La exterminación de los magos [COMPLETADA]

Final

Lo prometido es deuda, aquí os traigo el final.

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Todos los magos son capaces de ver cómo el castillo entero caía frente a sus ojos. Lucius agacha la mirada. Le había obligado a salir de allí y tanto su hermana como su madre se había quedado dentro. Ya desesperanzado, se siente iluminado por un rayo de luz cuando Eileen aparece intentando arrastrarse entre los escombros. El chico se acerca velozmente a su hermana y se funden en un abrazo desesperado.

- ¿Mamá? - pregunta el chico pero ella solo niega con la cabeza. Dellestar ya no estaba entre ellos. Se permite cruzar su mirada con la de Harry que tenía las manos manchadas de sangre. Al parecer su madre sí había acertado en su profecía.

Independientemente de todos los roces, la chica había logrado llegar a cierto punto de amor con la mortífaga. Seguía viendo estúpido su locura hacia Voldemort pero...¿Acaso no había sido una locura lo que acababa de hacer? En ese momento no le importaba. Se aleja de su hermano y le agarra de la mano, arrastrándolo hacia los escombros.

Lucius por su parte también sentía un gran vacío. Sabía que su hermana ya había cambiado de opinión con respecto a Dellestar aunque no deseaba hablar: No quería romper el brillo de la esperanza en los ojos de Eileen. Él tenía en cuenta que ya era demasiado tarde, que no podía hacer nada...

Apartando unos pedruscos y esta vez asegurados, se encuentran con el cadáver de la mujer, sonriente. Ahora estaba donde hacía tantos años debía estar: Junto a Severus y, muy a su pesar, Tom Riddle. Finalmente había conseguido lo que quería...¿o no? Ahora todos los magos se miraban entre sí, incapaces de lanzar un solo hechizo.

Se despidieron unos de otros aquellos magos de sangre mestiza o sucia, que decidieron ir a vivir con algún pariente muggle con la esperanza de que la magia volviese a resurgir en sus corazones aunque eso jamás pasó.

Los de sangre sucia gritaron y exigieron pero no recibieron nada. Finalmente tuvieron que aprender cómo vivir al estilo muggle aunque jamás en una vida de servidumbre.

Lucius se unió al ejército y permaneció allí hasta su último aliento. No era capaz de olvidar el momento en el que todos salían del castillo y su madre se sacrificaba por ellos.

Eileen, sin embargo, se casó con Looke, que aún poseía magia robada. Al nacer su primer hijo se la trasmitió y así durante generaciones. Padres a hijos la comunidad mágica fue creciendo, aunque siempre en el anonimato.

Quien una vez fue un héroe, el tiempo la transformó en mártir y más tarde en leyenda. Ahora solo la recuerdan unos pocos y la magia solo la encuentran en los libros de fantasía o en los sueños.

- Pero aún quedan magos ¿Verdad mamá? Los hijos de Eileen, con su sangre - comenta una niña moviendo de un lado a otro un palo intentando con ilusión que chispas de magia se extendiesen por la habitación

- La sangre de Dellestar y de Severus sí. Una mezcla entre la sangre de la hermana del hombre más cruel de todos y el más valiente del que he oído hablar.

- Yo quiero ser mágica... - susurra la niña cerrando los ojos y quedándose dormida.

- Y lo serás cariño, si quieres creer - responde su madre dándole un beso en la frente, tapándola bien con las mantas y, con un movimiento de la varita con la que hacía unos momentos jugaba su hija, la habitación terminó por quedarse a oscuras.