Prólogo: Emboscada en la mansión Malfoy

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- Ya voy amor mio...- susurra y cae de cara contra el suelo mientras todo se vuelve negro...

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Habían pasado ya varios años desde que su padre y su madrina murieron en el Ministerio y, aún así, Draco no podía creer lo que le había caido encima. Lucius y Eileen tenían seis años y eran unos niños increiblemente raros. Incluso Draco, que no era una persona muy dada a tratar con crios, sabía que no eran normales. Ambos aprendieron a andar y hablar mucho antes de lo que les correspondía y tenían un carácter...cómo decirlo...fuerte.

Lucius era un rebelde. Un verdadero e incansable 'pisotea-normas'. Normalmente se entretenía molestando a su hermana (si le era posible), removiéndole el pelo a su 'tito Draco' o incluso escapándose de casa. No sería la primera vez. Draco lo consideraba un chiquillo tremendamente arrogante que, sin lugar a dudas, habría terminado con la vida de Snape si no estuviese ya muerto. Dellestar sin embargo estaría bastante orgullosa. Con tan solo cuatro años su hijo ya había pintado las paredes de media mansión.

Eileen, sin embargo, era totalmente opuesta a su hermano. Siempre caminaba erguida y pocas veces podías verla sonreir. Eso no quería decir que no tuviese carácter. Normalmente cuando alguien la saluda o le hace pucheros para que se ría ella decide mirarlo de arriba a abajo y llamarlo estúpido con la mirada. Se nota que es paciente y calculadora. Cuando su hermano la molesta se está quieta hasta que el chico se distraiga, momento que aprovecha para tirarlo por las escaleras o incluso por la ventana. Por suerte Draco estaba en el jardín para parar la caída. Sin duda se habría llevado bien con Severus teniendo ese carácter tan agrio.

En cuanto a Draco la vida no le iba exageradamente bien. Llevaba varios meses saliendo con Astoria Greengrass pero cada vez que su novia se acercaba a la mansión salía con los pelos de colores, el vestido rajado, la cara pintada o arañas recorriéndole el cuerpo. Draco se divertía con eso en parte, no sentía nada por Astoria pero quería tener una familia, esposa, hijos...y a este paso no conseguiría nada de eso por culpa de los demonios que habitaban en su casa.

- ¡Tito Draaaaaacooooo! - grita un niño de cabellera negra bajando las escaleras por la barandilla- Eileen no me escucha - se lamenta clavando sus ojos azul oscuro en el rubio, quien no le hace caso y se mantiene sentado en un sillón con los ojos cerrados - ¡Tito Draco!

A los pocos segundos, una niña con expresión arrogante baja las escaleras tras su hermano ondeando su larga melena negra carbón. Totalmente recta, observa a su hermano con un brillo rojizo en sus ojos y se coloca en el lado contrario del sillón

- Es comprensible que estés cansado tito Draco, Lucius no tiene ni una pizca de inteligencia en su minúscula cabeza

- Tú lo único que haces es leer Eileen. ¡Quiero jugar!

- No veo nada de instructivo en jugar

- No tiene que tener nada de 'istuctivo' o lo que sea eso. Tiene que ser divertido. ¿Por qué no llamas a tita Astoria ? - le pregunta al rubio, quien abre los ojos para observar a los niños.

- Odio a tita Astoria. Le he preparado una poción para que se le caiga el pelo.

- Niños... - interviene por primera vez Draco - ¿No creeis que debéis dejar que la gente se relacione conmigo?

- No - responden a la vez

- Está bien, me rindo, no puedo tener vida social con vosotros por aquí...- sonríe- Así que buscaré una solución

- ¿Qué solución tito Draco? - preguntan a la vez

- Librarme de vosotros, obviamente

- ¡No! - grita Lucius tirándose encima de Draco

- Lo veo poco probable - es lo único que dice la chica observando a su hermano

- Está bien, no es cierto - Draco gira los ojos cansado de la actitud de Eileen y Lucius - Pero postaos bien, hacedme ese favor... -suspira- Tita Astoria no vendrá más.

- Vaya palo. Tendrás que conseguirnos otro juguete tito Draco - el rubio se ríe.

- No os preocupeis, soy demasiado guapo para quedarme sin... - Eileen se ríe a carcajadas y Draco casi se cae del sillón por el susto. ¿Eileen? ¿Riéndose?

- Ains - se aparta las lágrimas - Te has llamado guapo - su hermano se ríe junto a ella y Draco frunce el ceño.

- Sois unos incordios. A la cama.

- ¡No! - gritan a la vez y salen corriendo.

Draco suspira. Ojalá su madre estuviese con él. Ella era la que se encargaba de esos gamberros hasta que...

Se escucha un golpe seco y a Lucius gritar.

- ¿¡Lucius!? - pregunta Draco corriendo hacia la dirección del grito.

El rubio sale al jardín con la varita en la mano y se encuentra a un hombre con un extraño traje muggle agarrándo al niño de la cabellera mientras que su hermana observaba la escena atentamente escondida tras un arbusto. Draco le lanza a un hechizo a ese hombre pero el extraño traje absorbe el hechizo.

- Suelta al niño...

- No te servirá de nada tu varita mago - le escupe con asco soltando al niño, quien sale corriendo en dirección a su hermana 

Draco se coloca frente a ese muggle insensato y vuelve a intentar atacarle con magia pero le es imposible. El muggle, un hombre con extraños símbolos dibujados sobre una cabeza rapada, le sonríe mostrando un diente de oro y le agarra fuertemente del cuello levantándolo.

Draco patalea pero ese muggle era demasiado fuerte. Cuando cree que está a punto de perder el conocimiento, Lucius se cuelga del cuello del muggle haciéndole perder el equilibrio. El hombre cae hacia atrás e impacta contra el suelo justo después de que Lucius pegue un salto antes de que el fornido cuerpo le aplaste. En ese momento, Eileen sale de los arbustos y le da un golpe en el cuello, dejando al hombre desmayado. Draco aún no podía creer lo que acababa de ver y se queda observando a los niños con la boca abierta. Lucius brincaba de alegría mientras que Eileen le tocaba la cabeza al extraño con un dedo.

- ¿Dónde has aprendido a hacer eso? - Eileen levanta los hombros

- Lo leí en un libro. Le he dado en un nervio raro...creo

- ¡Venid aquí los dos! - les grita Draco y  los dos niños obedecen rápidamente. Varios coches negros entran en la mansión rodeándoles.

Draco vuelve a intentar atacarles pero no consigue nada. Varios hombres y mujeres salen de los vehículos apuntándoles con unos extraños apartatos muggles. Draco tenía en cuenta que no eran buenos y no se lo piensa dos veces. Agarra a los niños de los hombros y se desaparece justo antes de que un fuego cruzado le vuele la cabeza tanto a él como a los pequeños.

Aparecen en un parque muy oscuro y Draco sujeta a los niños para que no se caigan. La primera aparición siempre marea.

- ¿Quienes eran esos hombres tito Draco? - pregunta Eileen con un atisbo de miedo en su voz

- ¿Podremos volver a casa? - pregunta esta vez su hermano.

Draco se queda sin saber qué decir o hacer. Esos muggles habían repelido la magia como si tuviesen hechos de piel de dragón. En ese momento enumeraba los lugares donde podía ir. La casa de Blaise...definitivamente no. Pansy estaba de vacaciones y Astoria lo echaría a patadas nada más verle a él o a los niños. Confuso, recuerda las últimas palabras de su padre:

- La familia es lo primero hijo mío. Cuídala y ...bueno, trata de ser felíz. Te quiero

Draco se toca la sien y suspira. Sólo se le ocurría un lugar donde los niños podrían estar a salvo pero sería herir su orgullo, no, no herirlo, destrozarlo.

- ¿Tito Draco? - pregunta Lucius tiritando.

Draco les mira a los ojos y agacha la cabeza suspirando.

- Creo que...tengo un lugar...donde podríamos estar a salvo hasta que yo revise lo que ha ocurrido.

- ¿Pero? - le pregunta Eileen notando su desconcierto

- Pero es la casa de San Potter...

La exterminación de los magos [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora