𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟕

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7. VUELTA A LA MADRIGUERA

             SÓLO LLEVABAN unas pocas horas durmiendo cuando el señor Weasley los despertó para volver a La Madriguera. Usó la magia para desmontar la tienda y dejaron el camping tan rápidamente como pudieron. Al pasar junto al señor Roberts, que estaba en la puerta de su casita, vieron que tenía un aspecto extraño, como de aturdimiento. El muggle los despidió con un vago «Feliz Navidad».

—Se recuperará —aseguró el señor Weasley en voz baja—. A veces, cuando se modifica la memoria de alguien, al principio se siente desorientado... y es mucho lo que han tenido que hacerle olvidar.

Rory miró a aquel hombre con una mueca, sintiéndose terrible por la familia Roberts, los cuales no habían hecho nada para merecer lo ocurrido la noche anterior. Un día que debía haber sido recordado por un increíble partido lleno de intensidad y de cánticos felices, se convirtió en una total pesadilla.

Al acercarse al punto donde estaban los trasladores oyeron voces insistentes. Vieron a Basil, el que estaba a a cargo de los trasladores, rodeado de magos y brujas que exigían abandonar el camping lo antes posible. El señor Weasley discutió también brevemente con añadió, y terminaron poniéndose en la cola.

—Después de esto mamá no nos dejará volver a ningún sitio que no sea nuestra propia casa —comentó Susan con pesar.

—Pero mamá no está aquí —contestó Peter.

— Se habrá enterado de lo que ha pasado, seguramente — dijo Daniel — Conociendo a la nuestra, ya nos podemos despedir de ir a ningún sitio con el Mundial de nuevo.

Rory chasqueó la lengua al escuchar eso. Vería a sus padres en el Expreso de Hogwarts el uno de septiembre, así que seguramente recibirían comentarios de sus padres, que estarían preocupadísimos.

Con la luz del alba, regresaron por Ottery St. Catchpole hacia La Madriguera, hablando muy poco porque estaban cansados y no pensaban más que en el desayuno. Las tropas de Rory rugían y ella trataba de que nadie lo escuchase. Pero en su mente pasaban imágenes como un un buen chocolate caliente, bizcocho de chocolate, pudín, muffins... Se le hacia la boca agua.

Cuando estaban llegando a La Madriguera, les llegó por el húmedo camino el eco de una persona que gritaba:

—¡Gracias a Dios, gracias a Dios!

La señora Weasley corrió hacia ellos, todavía calzada con las zapatillas que se ponía para salir de la cama, la cara pálida y tensa, y un ejemplar estrujado de El Profeta en la mano.

𝐋𝐎𝐒 𝐏𝐄𝐕𝐄𝐍𝐒𝐈𝐄 𝐄𝐍 𝐇𝐎𝐆𝐖𝐀𝐑𝐓𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora