Capítulo IV

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Magnus se encontraba instalado cómodamente en el diván de su sala cuando alguien llamó a la puerta.

Decidió ignorarlo. Había tenido un día lo suficientemente malo, soportando las acusaciones y lloriqueos de la Clave. Para colmo, Catarina había decidido aparecerse por allí a darle un sermón. Por suerte, la habían llamado por una emergencia en el hospital y había tenido que irse, pero Magnus adivinaba que aún no había terminado con todo lo que quería decirle. De hecho, era probable que fuera ella quien llamaba a la puerta, asi que volvió a cerrar los ojos mientras acariciaba distraídamente a Presidente Miau que se había puesto muy cómodo y dormía sobre el pecho del brujo.

Pero golpearon de nuevo.

Lo ignoró.

Volvieron a golpear.

Lanzó un gruñido que despertó a Presidente.

El gato saltó al suelo y volvieron a golpear.

-Mira, si vendes algo, no necesito nada. –gritó sin moverse de su lugar. – Si pides algo, no tengo nada para darte. Y si eres Catarina, juro que no te dejaré entrar a menos que prometas no continuar con tu disertación sobre mi irresponsabilidad y lo caro que va a costarme todo. –dijo esto último haciendo un gesto teatral con las manos, aunque sabía que la persona detrás de la puerta no podía verle.

-Vengo a pedir algo. Algo que puedes darme.

La voz no era de Catarina, sino de Jace Herondale. Muchacho desubicado, después de todos los problemas en los que lo había metido, ahí estaba, llamando a su puerta y pidiendo más. No iba a mandarlo al diablo sólo porque era el parabatai de Alec, pero eso no significaba que tuviera que abrirle la puerta.

-Vete, niño. No estoy de humor.

-Te pagaré y me ayudarás –respondió la voz al otro lado de la puerta. – Es así como funciona.

-La cosa es, que tengo que decidir ayudarte primero.

-Magnus – el chico sonaba ansioso. –Es Clary, no puedes decirme que no.

-Puedo decirte que no, y es lo que estoy haciendo. –suspiró, y se puso de pie. Abrió la puerta y se apoyó en el marco, enfrentando la mirada del nefilim. –Lo único que conseguiste la última vez que pediste mi ayuda fue que te sancionaran y ponerme en la mira de todos los cazadores de sombras. En cinco minutos me has creado una reputación bastante mala, muchacho. Pasé de ser Magnus Bane, el Gran Brujo de Brooklyn, representante de los hijos de Lilith en el Concejo, aliado de los nefilim; a ser Magnus Bane, el brujo irresponsable que ayudó a un niño a meterse en problemas y comprometer una misión de rescate por unos cuantos dólares.

Jace rodó los ojos. Magnus podía decir que estaba esforzándose por parecer aburrido, cuando todo en su postura revelaba claramente su ansiedad.

-Ellos están haciendo un gran escándalo de esto. Todo lo que hiciste fue fabricar un estúpido portal.

-Un estúpido portal para un estúpido niño.

-Magnus –Jace le miró con reproche –Estamos hablando de Clary. No puedes decir que no vas a ayudarme. Tú sabes lo que ella significa para mí.

-¿Sabes algo, Herondale? Nunca entenderé tu necesidad de hacer todo a espaldas de la Clave. Te comportas como un fugitivo todo el tiempo, como si ellos fueran a desaprobar cada decisión que tomas, cada paso que das.

-Bueno, ellos lo hacen.

-Quizá no lo harían si dejaras de ser tan terco. Hay todo un equipo buscando a Clary, Jace. Puede que pienses que no se arriesgaran para salvarla porque no la aman como tú lo haces. Es un pensamiento muy lindo, muy romántico, y muy dramático. Pero déjame decirte que Clary Fray es un activo muy valioso para los nefilim. Ha ayudado mucho en el pasado, y sin duda su talento con las runas es algo que tu gente quiere explotar. No van a dejar que se pierda tan fácil. Harías mejor en confiar en ellos. De todas formas, ¿Qué crees que puedes hacer tu solo? ¿Abrir otro portal? ¿Seguir patrullando la misma zona hasta que el Cielo te envíe alguna señal? Hazte un favor y vuelve a casa. Si no me equivoco, ni siquiera tenías permiso para dejar el Instituto.

Por ella - TMI FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora