𝐒𝐦𝐮𝐭 𝐂𝐡𝐚𝐥𝐥𝐞𝐧𝐠𝐞 ➛Frerard

R.01: 𝑬𝒍 𝒂𝒍𝒖𝒎𝒏𝒐 𝒚 𝒆𝒍 𝒎𝒂𝒆𝒔𝒕𝒓𝒐

Frank subía las escaleras de la entrada de su casa con extrema molestia física. El calor lo tenía sofocado y eso sumado a la horrible tarea que era meter cajas a su casa cuando el sol ardía sobre su piel, era a partir de ahora su tarea menos favorita.

Pero todo lo hacía por Gerard y por cumplirle sus caprichos. Aunque ya no eran caprichos solo de su esposo. Desde que terminaron de colocar la pizarra en la pared que ambos habían armado con sus fantasías sexuales, las cuales siempre habían querido experimentar, Frank no podía negar que su polla se había puesto extremadamente dura. Y había seguido duro tanto tiempo después mientras hacían un gran pedido en línea de juguetes sexuales y muebles que comprarían para cumplir sus deseos y fetiches.

La cuestión había sido simple. Un par de semanas atrás mientras miraba televisión en la sala de estar con su esposo recostado en su pecho, pasaron un reality show en donde las parejas cumplían distintos retos sexuales que ellos mismos se imponían. Gerard se había incorporado y le había visto con ojitos brillosos, confesandole después de un par de segundos que experimentar ese tipo de situaciones era su mayor deseo oculto.

Frank se sorprendió naturalmente al escucharlo pero al ver la expresión de emoción en el rostro de Gerard, no pudo decirle que no y rechazarlo. Escuchó cada frase que salía de sus labios y se interesó mucho más cuando empezó a relatarle sobre cada fantasía que podían realizar, desde algo tan simple como sexo duro en la ducha hasta algo más extremo como sexo en público.

Frank se encontró fantaseando con experimentar el bondage. Se había considerado durante toda su vida un hombre culto con conocimientos básicos de las relaciones sexuales, había adquirido buenos conocimientos y había llegado ha practicar un par de veces el sexo tántrico en su juventud. Pero esto era algo realmente nuevo, excitante y candente que lo tenía sumamente emocionado. Moría de ganas por probar cada tapón anal que habían comprado y por usar la pala de silicona cuando Gee fuese un chico malo.

Sin embargo no habían dedicado su tiempo solamente a preocuparse por sus nuevas adquisiciones, para Frank era muy importante el cuido y el bienestar de Gerard. Investigaron sobre los riesgos y peligros que se podían presentar y los cuidados que debían tomar.

Incluso escogieron una palabra de seguridad para estar seguros que todo estaba completamente bien y bajo control. Optaron por escoger los colores del semáforo, pues era lo más común y ellos eran nuevos en el asunto del BDSM. El color verde significaba que la intensidad era la adecuada, el amarillo que los límites estaban siendo alcanzados pero aún estaba bien y el rojo indicaba que se había sobrepasado el límite y debían parar de forma inmediata. Gerard por su parte le aseguró a Frank que no usaría su palabra segura pues confiaba en él, además sabía que disfrutaría mucho de recibir unos cuantos azotes duros, que no tenía nada de que preocuparse.

Así pues el día que habían esperado había llegado, ya estaban listos para comenzar a cumplir sus propios retos. Algunos de ellos los podían realizar en cualquier lugar de la casa, otros serían en público pero les pareció atractiva la idea de tener un lugar exclusivo destinado para guardar todos sus implementos y ser más libres.

La habitación contiguo al estudio que compartían había estado desocupada durante mucho tiempo, así que después de limpiar y tapizar de blanco las paredes, el lugar era genial. En la pared al lado de la puerta estaba la pizarra con los veinticinco retos los cuales iban a ir siendo tachados conforme se cumplieran. Al centro colocaron una cama de dos plazas y en las mesitas de noche de los lados guardaron todo, el remo de plástico, la fusta,  dos floggers de distintos tamaños, las esposas, los tapones y los consoladores, las cuerdas, entre otros accesorios. Por supuesto en la superficie habían colocado una botella de lubricante con sabor a fresas. Compraron un espejo de cuerpo completo y un sofá tantra.