Capítulo 17

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-¿Tenías miedo de que te abandonara
mientras tu no estabas en casa?-le
pregunté con un sincero interés
por saber su respuesta.A Lisa le
importaban mucho yo y los niños,pero no sabía en qué medida sería para ella una tragedia que dejaran de formar parte de su vida.

Lisa se dió la vuelta para marcharse,
pero se detuvo junto a la ventana
que daba al jardín trasero de la casa,
lleno de juguetes.

-Sí-admitió sobriamente.

Yo expermienté un gran alivio al oír
su respuesta,lo que,por otro lado,me
puso furioa,porque no era más que
una muestra de su propia debilidad.

-Yo no tengo por qué irme-reliqué-
eres tú quien tiene que hacerlo.

-Sí-dijo Lisa,y agachó la cabeza antes
de darse la vuelta.No me miró,pero
hizo como si examinara su cartera
de nuevo-Sé que,si me quedara un
átomo de orgullo,debería recoger mis
cosas y marcharme,no quiero echar a perder lo que hemos...tenido.Sé que tengo que probarte que puedo y volver a ser la misma,sé que me va a costar algún tiempo,pero no voy a rendirme Jennie.-dijo y se atrevió a mirame con determinación-puedes hacer lo que quieras,pero no voy a ser yo quien me vaya.

-Podría pedirte el divorcio-espeté
de repente-para hacer que te marches.

Lisa frunció el ceño.

-¿Y cómo sabes que si pides el
divorcio puedes obligarme a irme?-
dijo Lisa,preguntándose si yo habría
hablado con algún abogado.No me creía capaz,pero no estaba seguro.

Y a mi me encantaba verla tan
desconcertada.Me hacía recuperar
algo de orgullo,así que me encogí de
hombros y le dije con sarcasmo:

-Veo mucha televisión.

-Entonces,¿vas a...acabar con nuestro
matrimonio?

Tenía que admitir que era muy lista.
Con una simple pregunta me había
dejado a mi toda la responsabilidad.

-Has sido tu la que has empezado a
estropear nuestro matrimonio,Lisa-
respondí con tranquilidad-Pero no,
no voy a hacer nada por cambiar esta
situación...incómoda.

-¿Todavía? ¿si quieres pedir el divocio
por qué no lo haces cuánto antes?-dijo
Lisa,dando un suspiro,recogiendo la
chaqueta del respaldo de la silla.

Observé cómo se la ponía.Me fijé
en mi anillo de oro.No significaba nada,solo era un trozo de oro que me habían puesto allí hacía un millón de años.
Era un anillo sencillo y barato.Cuando nos casamos,No habíamos podido pagar nada mejor.Al cabo de unos años,Lisa me había regalado una sortija de oro con un diamante engastado.

Recordé el día que lo habíamos
comprado;"te quiero,Jennie",había
dicho poniendomelo en el dedo,"sin tí
y los mellizos,mi trabajo no tendría
sentido".

Pero Lisa se equivocaba.Sin mí ni los
mellizos,habría llegado mucho más
lejos,de eso estaba segura.

Lisa me observaba con aquella
mirada sombría,mientras esperaba mi
respuesta.Por un instante,se cruzaron
nuestras miradas,luego agaché la cabeza.

-No lo sé.Pero creo que quiero verte
sufrir-respondí con sinceridad.

Para mi sorpresa,Lisa sonrió y se
llevó la mano al cuello,donde era
visible el arañazo de la noche anterior.

-Yo creía que ya me habías hecho sufrir bastante-dijo.

-No lo suficient-djie,sonrojándome ligeramente.

-Ya veo.

-Me alegro.

-Así que ahora vamos a iniciar un
período en el que me toca recibir a
mí-dijo Lisa,sonriendo de nuevo
y agachándomse para besar a David-
Pues que así sea-añadió y salió
orgullosamente de la habitación,
dejándome desconcertada.

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Durante las dos semanas siguientes,
vivimos en una especie de tiempo
muerto,como si nuestro matrimonio
hubera entrado en coma.En realidad,
nos estábamos tomando una tregua para recobrarnos antes de afrontar nuestro futuro.

No volví a dormir en la
habitación de David.Dormía con
Lisa,sin saber muy bien porqué.
Tampoco la rechazaba cuando me
buscaba,en el prolongado silencio en
que nuestas noches se habían convertido.

Y llegamos a compartir cierto afecto,
aunque aquellos encuentros no
fueron demasiado satisfactorios para
ninguna de las dos.Me dejaba
llevar y recorría con Lisa el largo
y sensual camino del placer.Pero,en
los instantes de mayor intensidad,
palpitando de deseo entre sus brazos
y sintiendo como ella se estremecía
y profería pequeños gemidos,no
podía dejar de imaginar a Irene
en mi lugar,de pensar que Irene
la había llevado al mismo estado de
pasión desenfrenada.Y,en aquellos
momentos,me apartaba de ella con
angustia,y el placer se extinguía tan
rápidamente como había surgido.

Entonces daba la espalda a Lisa y
me hacía un ovillo para soportar  mi
desesperación en soledad mientras
Lisa estaba tendida a mi lado
cubriéndose el rostro con una mano,
sabiendo,aunque nunca hablabamos de ello,que Irene se interponía una
vez más entre nosotras.En aquellos
momentos,el dolor de la infidelidad y
la angustia de los celos me azotaban con toda su crueldad y no podía soportar que Lisa me tocara.Y ella se quedaba quieta y ni siquiera lo intentaba.
Me pasaba los días preocupada,
pensando en esos momentos con
temor,porque sabía que ,si había
algo que pudiera volver a Lisa
a brazos de Irene era mi estúpido
comportamiento en la cama.

Que Lisa viera aquellos momentos
como el modo en que yo quería
devolverle su infidelidad,sólo hacía
que me sintiera peor,porque era lo
último en que pensaba cuando Lisa
me buscaba.
Y me sentía más tensa y sufría cada
vez más cuando Lisa trataba de hacer
el amor,porque sabía que no podríamos alcanzar una satisfacción plena.Y aún así,la necesitaba,a pesar de que no podía darle lo que pedía.Necesitaba expermientar el pequeño placer de los
primero esarceos y necesitaba saber
que Lisa me necesitaba.

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Una esposa infiel-Jenlisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora