Capítulo uno

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Me escondí detrás de unas cajas de madera. Un chico que estaba de espaldas, tenía una copa de plata en la mano, mi objetivo. Puse mis manos suavemente en el piso, arrastrándome cuidadosamente hacía él. Cuando estuve lo suficientemente cerca, intente dar un brinco para arrebatarle la copa, pero mi pie había chocado con una caja.

Caí sobre él, mis manos le arrebataron la copa pero el volvió a tomarla.

Hice un puchero.

—Sigues siendo una mala ladrona.

—Igual no la necesito.

—Papá me pidió una y conseguí esta, espero que deje de fastidiar.

—Un día te robaré.

Keiro rodo los ojos, supongo que piensa que no podre lograrlo pero no me rendiré. Sacudí el polvo de mi falda al levantarme.

—Se acerca tu grupo de malos —rodó los ojos.

—¿Nos vemos en la iglesia? —pregunté sonriente.

—Sería genial si estemos alejados de mi padre, Rhiannon.

Me acerque a mis amigos dando unos saltos. Mal se acercado a un bebé para robarle una paleta, ella alzó el caramelo, orgullosa.

Me sentí confundida cuando todos huyeron despavoridos.

—Hola, mamá.

Oh.

—¿Ahora te dedicas a robar? —le pregunto a Mal con una mueca. —Que gran decepción.

—Se lo robe a un bebé —aclaró Mal sonriente.

Maléfica sonrió.

—Esa es mi chiquita cruel —ella agarró el caramelo y lo escupió, después lo llevo bajo su brazo. —Devuélveselo al horrible niño.

—Mamá...

—Son los detalles, Mal, los que hacen la diferencia entre mala y verdadera malévola —no de nuevo. —Cuando tenía tu edad estaba hechizando reinos enteros.

Mi padre era un gran villano y no fue necesario tener magia para serlo. Él había conseguido matar un ejercito de más de mil hombres, había matado a gente de pueblos y después quemado sus casas. Casi conseguía matar al emperador.

—¡Ah, tengo novedades! —exclamo Maléfica, la mire interesada. —Ustedes cinco fueron seleccionados para asistir a una escuela diferente... en Auradon.

Intente escapar pero choque con Carlos, un hombre nos agarro a los dos, evitando que escapemos.

—¿Que? —grito Mal. —No iré a un internado de princesas primorosas.

—Y príncipes lindos —Evie sonrió, mirando el cielo con ilusión.

—No quiero dejar la Isla —fruncí el ceño.

—Si, y no uso uniformes —hablo Jay. —A menos que sean de cuero.

—Yo leí en algún lugar que aceptan perros en Auradon —empecé a temblar, la tía Cruella decía que comían niños malos. —Mama dice que son animales rabiosos que comen niños desobedientes.

Jay se acercó a nosotros e hizo sonidos de ladridos, inmediatamente Carlos y yo nos abrazamos, pensando que los ladridos provenían de un perro real.

—¡Jay! —le di un golpe, el sonrío, mostrando que no le había dolido.

—¡Mamá, no iremos a Auradon! —chilló Mal.

—Piensa a lo grande, ¡Esto se trata de dominar al mundo! —agrandó su sonrisa, pero luego puso una expresión seria. —¡Cabezas de chorlito!

SHAN YU [#1] Ben BeastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora