SHAN YU [#1] Ben Beast

Capítulo cinco

Durante la clase de bondad correctiva con el Hada Madrina, no dejaba de pensar en lo que Mal me había dicho. Will había comida las galletas hechizadas y ahora estaba suspirando de amor por ella. Le pedí que lo revirtiera, ella no me hizo caso, argumento que era una oportunidad para quitarle información por ser mano derecha de Ben. Me sentía culpable, no quería más hechizos y galletas.

—Chicos, disculpen —mi lápiz se rompió.

—¿Estas nerviosa? —susurró Carlos en mi oído.

—¿Como lo sabes? —pregunté confundida.

—Tus manos están temblando, Rhiannon.

—Estoy nerviosa por Will, no creo que podamos controlar a dos príncipes enamorados —le conteste en un susurro.

—Como saben, este domingo es el día de la familia aquí en la escuela y como saben sus padres no pueden venir por...

—Encierro —completé.

—La distancia, iba a decir, pero gracias. Bueno, hemos arreglado algo especial para ustedes.

Nos acercamos a una computadora, Maléfica estaba demasiado cerca.

—No oigo nada —comentó. —Odio la tecnología

—¡Evie, es mamá! Mira que hermosa, ya sabes lo que dicen: "de tal manzana envenenada, tal manzanita".

—¿No querrás decir hierva mala? —se burlo Maléfica.

—¿Como estás, cariño? —preguntó papá.

—Intimidando a los demás con mi espada —sonreí.

—¿Intimidante? Eres una ternura, querida —dijo Cruella sin importancia. —¿Quien es ese espanto?

—Ella es el Hada Madrina —contesto Mal.

—¿Sigues haciendo trucos con berenjenas? —preguntó Maléfica en un tono burlón.

—¡Convertí una calabaza en un bello carruaje! —exclamó el Hada.

—¿No podías darla a Cenicienta hasta la una de la mañana? Es decir, ¿en serio? ¿Acaso los hámster debían regresar a correr a sus rueditas?

—Eran ratones., no eran...eran ratones.

—¿Podrían dejarnos solos? —pregunté dulcemente.

—Claro, querida —observo la pantalla. —Eran ratones.

—Yo me encargo —habló Malefica cuando el hada se alejo. —Mal, ¿cuanto tiempo debe esperar mamá para verte?

—Habrá una coronación pronto, creó que después de eso —contesto Mal.

—¿Cuando?

—El viernes, a las diez.

—¿Segura que no puedo verte antes? No sé que haré si no pongo mis manos en esa vari...¡carita, que amo tanto!

—Sí, entiendo perfectamente, madre.

—¡Carlos! ¿Eso es un perro? —gritó Cruella. Lo abracé para que no sintiera mal. —Oh, si, si cariño, lo sé. Es del tamaño perfecto para unas orejeras.

—¡Es del tamaño perfecto para ser una mascota! —me sorprendí, el siempre guardaba sus comentario y nunca le reclamaba nada.

—No lo mataremos —observe la cámara amenazante, papá sonrió.

—Este perro me quiere y Rhiannon, ambos lo queremos y para que sepas ¡tu perro es de peluche!

Carlos se alejo, estaba lastimado.