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Syaoran del reino de Luz, minutos antes de su entrenamiento al día siguiente, practicaba a besar el suelo sin despegar los labios por tanto rato como le fuera posible. Pensaba hacer lo mismo que el otro en la primera oportunidad.
-¿Imitando el saludo de mi pupilo? –una voz detrás de él lo hizo levantarse como jalado por un resorte.
Kurogane, el maestro de armas del reino de Fuego se alistaba para continuar con los entrenamientos de Syaoran. Le sonrió ampliamente al nuevo pupilo y se presentó así:
-Tu antiguo maestro le pidió a mi pupilo que continuara tus lecciones. Me disculpo porque intervine: no es fácil seguirle el ritmo a ése chiquillo, él es un guerrero nato. Me gustaría probarme yo contigo antes de que se decida si prosigues al mismo nivel que el de aquél mocoso (¡mocoso! XD), de lo contrario en el primer enfrentamiento verías cómo te rebana la cabeza sin miramientos.
-Se lo agradezco –Syaoran hizo una reverencia.
-Deja de lado los formalismos conmigo: en otras palabras, si no me vences a mí, jamás podrás estar al nivel del otro candidato y tampoco serás apto para lo que está por venir. Ése mocoso siente el peso del tiempo sobre él, no cree que haya más tiempo para jugar a las guerritas. Ahora mismo, día y noche debe estar alerta. El maestro Fay en cualquier momento lo pone a prueba sin previo aviso.
Sucedió que en ese momento una brillante luz azul se elevó por breves segundos desde el suelo al cielo, alzando rocas y restos de escombros logrando llamar la atención de todos en el castillo. Fueron a ver cómo Syaoran del reino de Fuego había esquivado el poderoso ataque por milímetros. Su princesa observó que él estaba a salvo y tomó asiento para contemplar el resto de la batalla.
-¿No deberías estar al pendiente de tu candidato ahora? –le dijo la princesa a Sakura del reino de Luz.
-Solo lo distraería. Se me permite verlo solo unos segundos al cruzar el jardín de las Delicias.
Pasaron quince minutos aproximadamente y no soportó más el tenerla a un lado de ella.
-Vamos a verle. Levántate. Nosotras no podemos hacer mucho, así que entre ese poco, debería estar el apoyarlos, acostumbrarnos a su presencia, buscarlos a escondidas, hacerles saber que no estamos para esperar más años a que nazca otro candidato –así se expresó con severidad la Sakura del reino de Fuego.
-Pero...
-Nadie tiene por qué enterarse. ¿No es con él acaso con quien deseas desposarte?
Juntas se condujeron a una solitaria torre que daba directo al mencionado jardín. Desde allí podía verlo claramente en medio de su entrenamiento, sin temor a ser sorprendida.
-Hazte un favor y quédate aquí. Yo me devuelvo.
-Gracias.
-No tienes de qué –hizo un movimiento con la mano señalando que no le diera importancia.
En promedio de dos horas más tarde, los dos Syaoran aprovechaban su tiempo libre en asearse en uno de los afluentes cercanos al castillo, lejos de la vista de la gente. Se diría que era la primera vez que se encontraban ellos dos a solas. Para romper el silencio, el del reino de Luz dijo lo primero que le vino a la mente:
-Es tremendamente fuerte el maestro Kurogane. Me dejó hecho un hilacho –se sonrió tentándose sus hombros adoloridos. El otro Syaoran permaneció impasible en medio del torrente de agua, de pie y tan derecho que podría decirse que montaba guardia o que estaba cerca su princesa. Mantenía los ojos cerrados.
-¿No puedes relajarte ni un poco ahora que estás a solas? –observó el otro, quien más bien se instalaba a sus anchas y parecía el rey y dueño mismo del río.
-Podría ser que ella esté mirando en este momento desde cualquier parte. ¿Cómo se supone que deba descuidar mi postura? –habló finalmente.
-¿En verdad crees que ella haría eso?
-No lo sé.
Después silencio. El Syaoran que en un principio estaba relajado, comenzó a ponerse nervioso con el susurro del viento y el ruido de las hojas que caían.
-Ellas son un par de niñas buenas, sería imposible que nos las encontrásemos vagueando por aquí.
-¿Imposible? Hablas como si la conocieras.
-¿Tú sí?
-¿Cómo saberlo todo sobre una mujer, cuando ni siquiera conozco la forma de sus pies, cuando desconozco el calor de sus manos? Todo lo que puedo hacer son conjeturas y por si acaso ella está cerca, guardarle respeto... aún dentro del sueño.
-Quizá tengas razón –dijo el otro incorporándose con lentitud.
-Pero como tú dices, lo más seguro es que ella no esté por aquí –dijo con una nota de tristeza.
-Syaoran... ¿no será que... deseas que esté espiándote? O//o
Después de esto último ya no recibió respuesta. Aquél Syaoran cayó lentamente dentro del agua, vencido por el cansancio.
-¡Oye! –rápidamente el otro Syaoran corrió a sacarlo, apiadándose de su vida y olvidándose por completo del riguroso decreto de...
-¡No lo toques! –gritó la voz de una mujer a sus espaldas. Syaoran se detuvo a centímetros, se volvió y replicó:
-¡Morirá ahogado!
-Que así sea antes de que te atrevas a ponerle un dedo encima. Si no puede cuidarse él mismo, ¿qué puedo esperar que haga por mi gente?
-Pero...
-¡Silencio!
Sakura del reino de Fuego escuchaba atentamente y buscaba por todas partes con la mirada. Su candidato asomó la cabeza más tarde por la orilla a sus pies.
Pasado el miedo, Syaoran del reino de Luz reparó en que no estaba vestido. Se dejó hundir hasta el cuello, contempló la escena apartado. Sakura reprendía a su candidato:
-Tienes que cuidarte más, no solo se trata de ti. No voy a estar allí cada que alguien se te acerque para impedirlo. Debes poner algo de tu parte. Ahora mismo no quiero ver tu cara.
Aquel Syaoran tomó la tierra a los pies de Sakura estrujándola entre sus puños, mordiéndose el labio porque creía que de un momento a otro terminaría sujetándola por el vestido para atraerla hacia él para hacer de ella su presa, lo que fuera con tal de calmar la sangre que lo cocinaba vivo desde dentro. El brillo de su ojo azul se intensificó en esos segundos de tentación, hasta que Sakura dio media vuelta tras intentar tocar el cabello de Syaoran y rechazar la idea. Ya que ella se perdió en el horizonte, Syaoran dejó escapar un largo e intenso grito que llevaba ahogando.
-Syaoran...
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Luz y Fuego
FanfictionHace muchos años, en el reino de luz y em el reino de fuego, existía una leyenda, según la cual las princesas de ambos reinos podría obtener un poder especial para proteger a su pueblo. Dicho poder solo podría adquirirse si se cumplían ciertos requi...