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Como un pequeño bandido, Syaoran se acercó a la ventana de la habitación de Sakura del reino de Luz. Llamó a la ventana varias veces hasta que ella acudió. Una pequeña reverencia y una sonrisa para desearle buenas noches.
-Sonríes demasiado –Casualmente, la otra princesa se encontraba allí-. ¿Quién fuera ustedes? Pueden sonreírse de esa forma –un silencio seguido de un suspiro y añadió-: por favor, cuando llegue el día, no se demoren demasiado. No sé si Syaoran y yo lograremos hacer mucho por protegerlos. Dense prisa.
-¿Darnos prisa en qué? –preguntó dubitativa la otra Sakura sentada cercana a la ventana.
-Los preparativos inician desde ahora para la boda. Es la cuenta regresiva para ése día, cuando las dos hayamos cumplido los diecisiete. Aprovechen desde el primer segundo que puedan al fin estar cerca. Pronostico que, de allí en adelante los tiempos serán difíciles, más que hoy. Entonces dense prisa, no se queden en las meras sonrisas. No se lo tomen como una orden... es una súplica. Yo daré todo de mí, pero temo que no sea suficiente.
Sakura les dejó a solas después de preguntarles por su Syaoran. Lo encontró haciendo sangrar sus manos dándole golpes al acantilado del que caía una larga cascada.
-Suficiente castigo ya, ¿no te parece? –lo llamó-. Ven aquí y duerme. Yo te cuidaré mientras tus ojos se cierren.
-Sakura...
-¿Y eso a qué viene? Nunca me llamas por mi nombre.
-No volveré a llamarte así hasta ése día. Quiero decirte una sola cosa: mi único deseo es ser parte de ti, no lo hago por el deber. Ansiaba que lo supieras.
Sakura no contestó, se limitó a verlo dormir.

Pronto se fueron dos años más. Syaoran del reino de Luz, seguía entrenando con Kurogane sin descanso. Ésa vez, el otro Syaoran se molestó en observarlos.
-¿Pueden pelear ya seriamente? El maestro Kurogane aunque no quiere parece estar cuidándose de tocarte, y tú confías en que no te rozará... lo que te hace confiado. Y no me refiero a la espada en sí, sino físicamente. Eso los entorpece bastante. ¿Puedo divertirme con mi otro yo?
Kurogane lo observó incrédulo.
-¿Bromeas? Últimamente te estas volviendo muy arrogante, ¿no crees? –Al fin lo reflexionó y aceptó de mala gana-. Ten cuidado de no partirlo en dos, es para estas alturas nuestro único candidato a la princesa del reino de Luz.
-Nosotros dos no somos los únicos preparados. No me sorprendería encontrar que los de reinos enemigos también tuvieran a los suyos. Eso me molesta. No dejaré a mi princesa como una presa fácil y espero lo mismo de ti, Syaoran...
-Opino lo mismo.
Ambos Syaoran presentaron sus armas, he iniciaron la pelea, una que parecía lucha a muerte y hubiera terminado con derramamiento innecesario de sangre, de no ser porque las dos princesas les ordenaron dejarlo por ese día.
El Syaoran de ambos ojos ámbar, se echó a reír.
-Eres increíble. Jamás me lo hubiera imaginado, toda esa fuerza con la que te aferras a tu princesa. Mi brazo ha quedado temblando, no creo que se recupere para mañana –no dejaba de reír, ¡era tal su emoción o los nervios!- Gracias por mostrarme que se puede llegar muchísimo más lejos. No lo he hecho formal, a pesar de éstos dos años... ¿Podemos ser amigos?
-Yo deseaba matarte y si somos amigos perderé la mitad de mi fuerza.
-Entonces seamos amigos a pesar de matarnos.
-O.o? Eres todo un caso. Has lo que quieras, para mí será un placer partir tu espada en un millar de pedazos.
-Más te vale hacerlo o dejaré de tenerte en estima.
Cruzaron las espadas en lugar de estrecharse las manos. La Sakura del reino de Luz miraba un tanto asustada esa "peligrosa amistad" La otra le consoló vagamente:
-Déjalos. Ellos solos se entienden.
Fue entonces que asomó una sonrisa en la cara del Syaoran del reino de Fuego, la cual produjo un doble flechazo en su princesa.

Luz y FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora