Cuarto Acto: Una voluntad cegadora. Parte 4

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''—¿Volviste a fallar, Impacto Carmesí? Vi que dejaste el cartel en el tablero una vez más...

—¡¿Quién dijo eso?! ¡Da la cara!

—Sabes bien que no lo harás volver, ya ríndete...

—Yo se lo prometí... tengo el valor para buscarlo, tengo el poder para hacerlo, ¡Esta es mi determinación!

—Pero sigues siendo un impaciente... más te vale no rogarme por ayuda cuando te veas acorralado entre las garras y la pared...

—¡¿Y tú quién te crees que eres apareciendo detrás mío?! ¡Solo eres un niño!

—Siempre subestimando a tu oponente, nunca aprendes... permíteme demostrarte lo que un Zoroark puede hacer.''

Plática entre guerreros; Año desconocido;     


—¡Átenlos, cárguenlos y empáquenlos! —demandó el imponente Zoroark, dando media vuelta y regresando al vehículo blindado, en el que había llegado.

—¡E-espere! ¡Esto debe ser un error! ¡Solo somos estudiantes, nada más! —imploró Zander mientras era levantado por uno de los Sawk.

Al apreciar que su amigo había sido ignorado por los oficiales, Lopunny no opuso resistencia, ni tampoco clamó por piedad. La coneja cerró los ojos y dejó que la cargaran hacia el segundo automóvil blindado, que servía para transportar a cualquier malhechor que tuviera la osadía de ir en contra de la ley. Un furgón de cabina ampliada, reforzado con gruesos barrotes de acero, cuya caldera se encontraba igualmente resguardada, abrió las rechinantes puertas y dejó pasar a ambos Sawk, quienes custodiaron severamente a los pequeños todo el camino.

—¡A dónde nos llevan! ¡Desátennos! —ataleaba Zangoose con las garras atadas en la espalda.

—Silencio mocoso, ¡o te callaré a golpes! —Sawk amenazó con agresividad a Zander, poniendo un puño cerrado justo frente a sus ojos—, ¡los traidores no merecen ser escuchados cuando ellos no lo hicieron con la palabra de Dios! —Terminando la frase, abrió el puño y en un parpadeo mandó a dormir al muchacho con un golpe recto en el cuello, justo debajo de la mandíbula.

Pasada esta escena, el Sawk volteó hacia la temblorosa Lopunny, y entrecerrando los ojos, le advirtió lo que le pasaría si abría la boca. Ella entendió muy bien y permaneció inmóvil el resto del viaje, tratando de no hacer ruido. El vehículo se encontraba cerrado, iluminado sólo por las rendijas de las diminutas y abarrotadas ventanas a los costados. Por seguridad, nadie podía abrir las puertas desde adentro, pero sí podían hablar a través de una tubería ancha que unía la parte trasera del vehículo con la cabina.

—¿Todo bien allá atrás? Escuché unos ruidos... —Una voz resonó a través del megáfono.

—Todo controlado, Teniente General Magnum —respondió el Sawk con una ligera risa al observar de reojo al Zangoose tirado en el suelo, que había liberado un quejido al haber escuchado ese nombre.

—Cinco minutos para llegar a la estación, prepárense para desembarcar, ya saben cómo tratar a esos asquerosos normales, ¡Jajajaja! —mencionó el Lucario a través del comunicador.

Las puertas del furgón se abrieron de par en par, para revelar la nueva posición en la que se encontraban. Era un complejo al aire libre, fuertemente custodiado por múltiples pokémon portando el uniforme negro de la policía militar. Zander recobraba la conciencia con lentitud, pero antes de que pudiera decir algo, fue amordazado y cubierto hasta el cuello por un saco oscuro, inhabilitando su visión. Lo mismo le hicieron a Lily, quien, a pesar de estar asustada, demostraba una gran cooperación con sus captores. El par de Sawk los cargó de nuevo, y en el camino pudieron escuchar algunas risas, proclamaciones de odio y amenazas de muerte por haber traicionado a la nación, así como al sagrado evangelio.

Pokémon: La odisea del creyenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora