''Y ellos me tachaban de maldito, pero la verdadera maldición era nombrada por los antiguos mismos que regían desde la divinidad, envenenándonos desde nuestro nacimiento. ¿Qué es aquello que nos envenena? Es todo más allá de lo que necesitamos en realidad, el poder, la ambición, la ira, el miedo... miedo a no aceptar la incertidumbre de nuestro destino, miedo a no querer observar, a no querer apreciar, a no querer salir ni elevar nuestro bastión por sobre los invasores penetrantes en nuestros corazones, moribundos, debilitados a costa del hambre, de la desesperación, de las falsas esperanzas... ¡Basta ya! ¡Llegó la hora de dejar de callar! ¡Llegó el tiempo de apreciar con nuestros ojos cristalinos el momento de la verdad! ''
Carlos, el Perdido; Año desconocido.
—¡Es que no puedo creerlo! ¿Cómo puede prestarle tanta atención a esos debiluchos? Enserio pensaba que el Impacto Carmesí tenía algo mejor que ofrecernos, ¡pero la leyenda de la arena resultó ser un maldito viejo fetichista hacia los obesos! —exclamó la electrizante Zeraora desde una de las bancas de la cafetería del colegio mientras masticaba su sándwich enfurecida.
—Tranquila, cariñito, pronto nos haremos cargo de ese güey, primero el pequeño gritón, no queremos estorbos —mencionaba Incineroar mientras daba palmeadas al muslo derecho de Zeraora con la intención de apaciguarle.
—Te estoy viendo cabrón... ¡tsch! —Lucario le chasqueó los dientes con recelo al gato rojo, que poco a poco dominaba a la que quería considerar como su gran amor.
Tal fue su enojo, que se levantó de la banca y abandonó su panquecito de Zafre a medio morder. Tomó rápidamente el agua de su vaso y los dejó a solas, refunfuñando como siempre lo hacía cuando algo no salía como él quería.
—¡¿Y tú qué me tocas?! ¡Suelta ahí! Mejor ve y dile a Chase que deje de estar de mamón, órale. —Zeraora movió rápidamente la pierna derecha y la cruzó con la izquierda.
—¿Eh? Pero pensé que—
—¡Ándale estúpido! ¿No cachas una simple indirecta y así quieres estar conmigo? ¡Dame mi espacio!
Ante esta amenaza, Incineroar no tuvo de otra más que dejar a su amada en la cafetería e ir en busca de Lucario. No tenía un fin específico su búsqueda, pero prefería no entablar conversación con los demás del salón hasta que alguno le demostrara su poder. El cerebro de Bruce consistía en cincuenta por ciento músculo y cincuenta por ciento idiotez, ¿qué se podía esperar de alguien que había recursado tres años consecutivos por su falta de retención? Era alguien más que había sido ayudado por Chase, pues al ser su amigo, o tal vez el único, le pasaba todos los exámenes.
— ¡Chase! ¡Espera!
—¿Qué pasó, Bruce? ¿Ya te aburriste de fajar con Nat?
—Oye relájala, no fue mi intención hacerte enfadar.
—Guarda tantito silencio si todavía tienes madre. Déjame solo, tengo un asunto pendiente.
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—Lo voy a preguntar una vez más, ¡¿Lo viste o no?! —Cuestionaba el maestro Emboar al líder del equipo valor mientras aún le sostenía el brazo.
—¡Y-ya le dije que no vi a nadie y no pasó nada más! S-suélteme maestro, ¡por favor!
—Es que simplemente no te puedo creer... lo sabía, ¡sabía que no era una ilusión detrás de la puerta! ¿Qué fue lo que hiciste? ¿Por qué lo viste? ¿Ya lo conocías? ¡Contesta!
Un golpeteo se escuchó al otro lado de la habitación, así como los gritos de la voz de su mejor amiga.
— ¡Zander! ¡¿Sigues ahí?! ¿Qué pasó? —Hablaba Buneary detrás de la puerta al escuchar la discusión.
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Pokémon: La odisea del creyente
Fiksi PenggemarUn Zangoose se embarca en una aventura para ponerle fin a la guerra de su nación, sin saber que su búsqueda lo llevaría a un camino repleto de oscuridad. PG-15: Violencia, lenguaje fuerte, uso de armas, alcohol y drogas. Arte de la portada hecho po...