ʂҽɠυɳԃα ʋҽʅα | Lσʋҽ ɱҽ ʅιƙҽ ყσυ ԃσ

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Dedicado a TenbinzaAkuma por sugerirme (muchas veces) la canción.
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Las relaciones amorosas son extremadamente extrañas y a la vez muy comunes, deseamos estar con el ser querido tanto como sea posible y aún así su presencia puede acabar asfixiándonos, no sabemos valorarla hasta que estamos a punto de perderla y se...

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Las relaciones amorosas son extremadamente extrañas y a la vez muy comunes, deseamos estar con el ser querido tanto como sea posible y aún así su presencia puede acabar asfixiándonos, no sabemos valorarla hasta que estamos a punto de perderla y sencillamente... Es un auténtico laberinto de emociones, un completo desafío que nadie está preparado para enfrentar.

Distintas formas de amar, distintas formas de enfrentar los sentimientos, distintas facetas del amor.

Y ellos no son la excepción: pues para ella, él es una verdadera contradicción.

Es la luz de su vida y también la noche que despierta esos impulsos posesivos y maliciosos, es quien le da color a su vida, quien tiñe su sangre; Aioros de Sagitario es la cura a su soledad y a la vez la causa de que esta resulte más dolorosa.

Él era lo único por que le habían prohibido sentir apego y a la vez lo único que ella quisiera tocar. Era su fruto clandestino, su fuente de libertad y consuelo.

Jamás hubiera imaginado lo mucho que él llegaría a significar para ella.

Aioros le inspiraba cosas extrañas, cosas que ni siquiera una experta en emociones ajenas como ella era capaz de comprender o identificar. Era algo parecido a la ansiedad, sus temores de alguna manera hacían más barullo de lo normal en su cerebro, en un inútil intento de hacerla entrar en razón para que se alejase de él de una vez por todas. Pero la mayoría de las veces eran olímpicamente ignorados.

Porque la verdad es que a Mei había dejado de importarle aquello, ya no tenía nada que perder y de cualquier forma. Nunca había aspirado a algo como eso, nunca había llegado tan alto o se había sentido así de feliz. Sencillamente jamás había pensado que ella también tenía derecho a disfrutar del amor pasional y sincero.

Sin embargo, había veces en las que sus miedos llegaban a hacer mella en ella. Porque ella era un ser de Oscuridad y él era un ser de Luz; la luz y la oscuridad no van juntas.

Porque Aioros la hacía tocar el cielo, le permitía ver los satélites.

Y además el Santo de Oro le traía vida, la hacía sentirse una verdadera humana, estando con él se podía deshacer de sus cadenas y aquella típica máscara suya. Su desolado mundo se llenaba de color, de vida.

Siendo así, Mei sólo quería que Aioros la amase, la amase de esa forma tan especial que poseía. Como sólo él sabía hacerlo.

Que no esperase más y la tocara de esa forma tan especial; cargada de ternura, amor y deseo. Sólo le bastaba con que pusiese las manos sobre su piel.

Aioros parecía el producto de su más íntima fantasía, una fantasía encarnizada que podía desvanecerse en cualquier momento.

Aioros era el paraíso para Mei; ese fruto prohibido que ella probó; al igual que la ingenua Eva en el pasado, endulzada por las sañosas palabras de la serpiente.

Cada porción de su ser y la cálida piel dorada de este se transformaba en un santo grial, uno que Mei tenía la misión de encontrar solamente con sus manos.

Con él ella podía ceder el control, no sentía esa imperante necesidad de dominar como la seductora que era. Porque la confianza entre ella y el castaño era tan grande que ella confiaba en que podía ceder el dominio sin miedo.

Estando junto a él ella se sentía una víctima, una indefensa presa del amor. Su cabeza daba vueltas, sus emociones se desbordaban impidiéndole pensar con claridad, era el caos emocional andante y su corazón ardía, latía alborotado.

Su faceta más frágil que solamente el arquero y la Saintia de Cassiopeia tenían el privilegio de ver. La verdadera sensibilidad de la mujer.

Ese corazón de cristal de hielo que tan sólo anhelaba ser acariciado por Aioros.

Y es que a ella le daba igual, cada caricia, sonrisa dulce y hermoso detalle que el castaño le ofrecía no hacía sino enamorarla cada vez más. Podría decir sin miedo que lo adoraba más que a su vida.

Y adoraba esa única manera que él tenía de amarla.

Una boba sonrisa estiró sus rosados labios mientras sumergía la nariz en los hermosos jazmines que el Santo de Sagitario le había dejado. No recordaba cuando le había dicho lo mucho que le encantaban esas flores.

Por el momento ella prefirió no mirar la carta que acompañaba el ramo, o muy probablemente acabaría sonriendo como estúpida durante todo el día y sería incapaz de prestar atención en su trabajo.

—Te amo muchísimo ¿Sabes? —Susurró dulcemente, pese a saber que Aioros no estaba allí para oírla. Seguramente le hubiese llenado el rostro de besos si la oía, recuerdos y detalles que endulzaban la tristeza que le inspiraba su partida.

Porque Aioros poseía una manera única de amarla y ella amaba ese estilo.

El estilo del arquero para cuidar el amor que ella le tenía y mantenerlo vivo y brillando.

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Finalmente, lo sentí algo incoherente ¿Qué dicen ustedes?

Vҽʅαʂ, ɱύʂιƈα ყ αɱσɾ 𝄞𝄢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora