❝A la tenue Luz de las velas, amores florecen y la música los acompaña.❞ Donde por cada vela que se enciende, una canción suena y un amor se manifiesta.
༺Las clásicas parejas en mí y una sorpresa.
༺Saint Seiya no me pertenece.
Este capítulo contiene Yuri, Femslash o relación chicaxchica. Si no te gustan esta clase de historias me haces el favor de saltarte esta lectura en vez de crear drama. ━━━━━ • ஜ • ❈ • ஜ • ━━━━━
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❝Me preguntaron si era lesbiana; sonreí. No hay sexo incorrecto si hay amor en él.❞
—Marilyn Monroe.
Calíope no había podido soportarlo; pese a saber que todas sus hermanas contaban con ella al ser su líder, simplemente no pudo soportar más los duros entrenamientos a los que Apolo la sometía. Era una decisión cobarde y lo sabía pero... Los dioses del Olimpo son egoístas, al igual que los humanos. Por lo que ella no podía ser la excepción.
Porque su maestro ya no era el mismo; desde la Guerra Santa y desde que recibió ese corte de parte del Caballero de Pegaso se había obsesionado con la idea de superar definitivamente a Athena. Entrenando con excesiva rudeza a sus Musas y forzándolas a fortalecer sus voces el doble que antes.
Porque Apolo no estaba dispuesto a tolerar la inmensa vergüenza de que, una diosa reencarnada y protectora de los insignificantes humanos hubiese resultado tener unos guerreros mejores que los suyos propios, peor aún, estos guerreros eran precisamente insignificantes humanos.
Y estas maneras despiadadas no le estaban haciendo ningún bien a las jóvenes diosas; al punto de que incluso la severa diosa Artemisa expresó su preocupación por el coro de su hermano mayor.
Tanta era la presión que el Sol ejercía sobre ellas; que todas las Musas tenían miedo de fallar aunque sea una nota cuando se trataba de una actuación en el Olimpo, pues sabían que su dios se enfurecería, las reprendería e incluso era capaz de amenazarlas con dividirlas.
Todo esto ocasionó que Calíope, la Musa épica, supuestamente la más fuerte de todas decidiera huir del Olimpo. Huyó sin importarle nada, sin pensar en lo furioso que se pondría su señor cuando se enterara o la traición que estaba cometiendo hacia sus propias hermanas.
Al no tener a dónde más ir; a Calíope no le quedó más opción que buscar refugio en el Santuario. El único lugar en la tierra con la capacidad de recibirla.
No deseaba problemas con los Caballeros de Bronce o más bien los legendarios Caballeros divinos, o con los de Oro, cuya actuación en Asgard había despertado el asombro y admiración de casi todo el Olimpo haciendo que fuesen liberados de su condena. Estaba bastante claro que no la dejarían pasar si conocían su identidad como diosa del Olimpo. Por lo que se “teletransportó” (Aunque sólo tomó un atajo) para llegar directamente al templo dónde se instalaban el pontífice y Athena.
