ʂҽxƚα ʋҽʅα | ιƚ'ʂ ყσυ

123 10 33
                                    

❝El amor es una tela que la naturaleza tejió y la fantasía bordó

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

❝El amor es una tela que la naturaleza tejió y la fantasía bordó.❞

—Anónimo.

Había tantas cosas que Aioros deseaba decirle a Mei. Entre ellas que había terminado terriblemente enamorado de ella.

Asumía que para ella eso no sería nada nuevo si apreciamos el hecho de que su gardenia era una doncella intoxicante que puede hacerte caer a sus pies en segundos. Cuanto más tiene tu atención, menos la desea, haciendo que no puedas hacer nada más que perseguirla, deseando cazarla y poseerla. Sin embargo, lo que él sentía por ella era más que sólo deseo o interés.

Era un anhelo de tenerla a su lado; tenerla escondida en sus brazos y cuidarla de todo lo que le pudiera hacer daño. Si pudiese y si Mei se lo permitiera tomaría sus labios y su cuerpo también (Esto último es algo que jamás diría en voz alta), realmente él nunca había sentido algo así por nadie y dudaba poder volver amar a alguien con la misma intensidad.

Porque así es el primer amor. El primer amor te enseña lo que es sentirse en las nubes con sólo la mirada de una persona.

Mei constantemente acababa considerándose a sí misma una desgracia, nacida para arruinar a los demás. Pero Aioros se aseguraba de dejarle en claro que ni aunque fuera lo peor del mundo él la abandonaría, no la cambiaría por nada.

Así que no podía hacer más; porque él no era bueno reprimiendo sus sentimientos, al menos no por mucho tiempo, por lo que incluso podría llegar a pensar que tal vez Mei ya sabía o por lo menos sospechaba que la quería como más que una amiga. Siendo tan lista como era.

Deseaba que supiera que ella permanecía constantemente en su mente, casi al grado de hacerlo sentirse un enfermo mental. Debía saber que a cada día, semana y mes que pasaba de haberla conocido se enamoraba cada vez más de ella. Cada color y faceta de Mei Aioros la veía como algo mágico, para él ella era mágica.

Dicen que el primer amor es inolvidable, que aparece cuando uno menos se lo espera y que permanece para siempre en el corazón sin importar el tiempo. Y Aioros supo que todo eso era verdad, porque aunque ella no lo supiera (ignoraba si había sido a propósito o no) terminó entrando en su corazón sin avisar, con sigilo y delicadeza y se afirmó en él de tal manera que era casi imposible sacarla.

—El amor llegará cuando llegue el momento, Aioros. Y cuando lo haga te sentirás siempre en una aventura —Esas fueron las palabras de su querida madre, que en paz descanse. Palabras que él no logró entender debido a su corta edad.

Y eran ciertas. Porque para él Mei llegó a su vida en el momento justo.

Porque a Aioros fue quien más le afectó el haber sido revivido, revivido en un punto de la vida en la que nada era como él lo recordaba y la melancolía se volvió parte importante de su ser. Sintiéndose perdido y reprimido.

Mei le recordaba a una frágil luciérnaga, era tan frágil y su brillo tan efímero y tímido. Pero era una lucecita que llenaba de calor y ternura su corazón haciéndolo acelerarse hasta que este amenazase con romper su pecho.

Estando con ella; su presencia casi mística, su dulce aroma y tremenda belleza, seguido de la forma infinitamente cariñosa que tenía ella al hablarle o tocarle. No podía sino caer aún más por ella.

Esa era Mei. Su Musa, su amada.

—Mei —Estaba decidido, debía decírselo. No podía soportarlo más.
—¿Sí? —Pero al cruzarse con sus dulces ojos rasgados en los que no se mostraba nada más que puro cuidado y afecto hacia él. Desapareció cualquier determinación.
—Olvídalo, no es nada —La fémina en respuesta lo miró con preocupación, pero finalmente se volvió a voltear, regresando su vista hacia la noche estrellada.

Sí, a medida que el tiempo pasaba su amor no hacía sino profundizarse. Eso era lo que el de ojos esmeraldas pensaba mientras la miraba. Notando cuán preciosa se veía iluminada por la luna.

Sí, Mei Ling era esa chica con la que de niño soñaba. Esa bella ladrona que sin más, sin preguntar se adueñó de su amor y pensamientos. Todo lo que ella era parecía salido de alguna fantasía; la necesitaba de una forma inconmensurable, por ella era capaz de enfrentar a la propia Yuki-onna, su propia "suegra" si alguna vez regresaba con la intención de alejar a su gardenia de él.

Sueña con ella. Únicamente su almohada y la soledad de sus aposentos eran conscientes de cuánto la añoraba en sueños. Sueños en los que ella yace sobre su pecho, en los que percibe su tenue piel y aterciopelado cabello rozando su cuerpo, en los que esa dulce voz le ofrece consuelo. Sin embargo no es más que una ilusión, y la atroz realidad lo golpea al despertar, su cama está vacía y ella está ausente.

¡Oh! La ha llegado a necesitar tanto que un roce de ella le remueve el corazón. La ha llegado a amar tanto que su pecho duele, ansioso de rozarla, de atraparla para no dejarla ir jamás. Contemplando su belleza de princesa y su delicioso perfume.

«Mei, eres todo lo que yo ansío» A su dulce ángel de nieve, quien lo enloquece de sobremanera.

━━━━━ • ஜ • ❈ • ஜ • ━━━━━
Le debo una a CourSiren por haberme dado la idea. Les recomiendo totalmente su historia “Doncellas enamoradas” y al igual que yo está cumpliendo el Reto de Song-fics.

Vҽʅαʂ, ɱύʂιƈα ყ αɱσɾ 𝄞𝄢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora