El día de los enamorados (Especial San Valentin)

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¡¡TENGO ORDENADOR!! No me voy a enrrollar mucho pq no puedo (tengo caapsulitis, osea que se me ha petado la vena de un dedo de la mano, el mellique para ser exactos) así que si hay faltas sorry. Disfrutendlo, y feliz San Valentin y Carnaval *3*

14 de febrero. San Valentín, el día de los enamorados. Un día para pasarlo con tu pareja, tener un sarpullido por las flores, y engordar un kilo por el chocolate… sí, sin duda un día maravilloso.

Y allí estaba ella, Magna Bane, quien había visto nacer la festividad, sentada en el sofá, con una manta, con  una cubeta llena de helado de vainilla y viendo Titanic por quinta o cuarta vez.  Sentía los ojos rojos e hinchados  por las lagrimas, y la nariz rojiza por el roce de los pañuelos contra su piel. No era un mal plan del todo ¿verdad? Ver una película romántica el día de los enamorados, pero sería un buen plan si la estuviera viendo con su novia, pero estaba sola, ¿Dónde estaba su novia? Muy fácil, de caza con sus hermanos, provocando que Magna viera una película de mucho llorar, usando más de una vez a Presidente Miau de pañuelo. La bruja ya no tenia esperanza de que Alexandra recordara San Valentín.

-¿Sera que ha dejado de quererme?-Le pregunto a Presidente Miau, mientras veía como Jack y Rose corrían por las entrañas del barco, ellos muy enamorados y ella sufriendo mal de amores. -¡Y mira a esos dos!-Exclamo con indignación, cunado se metieron en la parte de atrás del coche y hacían el amor. Se sonó la nariz y  se llevo el cucharon de cocina a la boca, que estaba lleno de helado de vainilla. –Yo creo que simplemente, como es una nefelim, ni siquiera saber que hoy es el día de los enamorados, pero es imposible que no haya visto la decoración de las calles, que ciega no es, que es arquera.-Dijo indignada de nuevo.

Presidente maulló, algo que entendió como: “No te preocupes, seguro que no lo sabía, además sabes que te quiere.”

-Sí, si tienes razón.-Le dijo al gato, el cual asintió dándose la razón él mismo.

El timbre sonó en ese momento. Magna se levanto, anudándose el cinturón de su mullida bata, y calzándose los patucos de invierno en forma de gatito.

Abrió y lo primero que vio fue un ramo de rosas rojas, con un lacito en forma de corazón. Abrió la boca sorprendida.

-Tenga.-Dijo el repartidor con una sonrisa. Miro la calle y el número de puerta, para comprobar que no se equivocaba. Magna alzo los brazos y sujeto las rosas. Alexa no se había olvidado ¡Alexa no se había olvidado!-Su novio la tiene que querer mucho.

-Novia.-Corrigió con una sonrisa. No podía estar más contenta, su novia no se había olvidado de un día así… y hablando de la reina de Roma.

-¡Mi amor!-Grito al verla acercase a la entrada.

Alexa lucia muy cansada y muy sucia. Tenia el pelo recogido en una coleta, lleno de hojas y pequeñas ramitas, la ropa llena de barro y un poco rota y tenia algún que otro arañazos en los brazos y el rostro.

La nefelim se sentía muy sorprendida, pero prefirió ocultarlo ya que Magna estaba de buen humor.

La bruja  abrazo a su novia, sin impórtale que estuviera sucia.

Alexa la miro sin entender.

-¡Sabia que no se te iba ha olvidar un día como este!-Dijo la bruja entrando en la casa.

Alexa se giro rápidamente  hacía el repartidor.

-¡Rápido! ¿Qué día es hoy?

El chico parpadeo sorprendido.

-San Valentín, el día de los enamorados.

-¡Mierda!-Exclamo. Se le había olvidado.

-¿Las lesbianas también olvidáis el día de San Valentín? Vaya… creía que eso era solo cosa de tíos.

Alexa lo miro con una ceja alzada.

-Tengo que decirle la verdad.

Magna apareció de nuevo en la puerta de casa, tirándose a los brazos de su novia, y robándole un gran beso.

-Te amo, y te has ganado la mejor noche de tu vida.

Alexa le sonrió bobamente con las mejillas totalmente rojas.

-Vale.

La bruja dio un saltito más en el sitió y le enseño la tarjeta que había en el ramo.

-Mira lo que había, una tarjeta, y quiero que me la leas tú.-Dijo entregándosela.

-¿Yo?

-Sí, bueno mejor yo. No, no, no mejor tú, ¡ay no, yo!

-Ya la leo yo-Se ofreció el repartidor.

Magna le tendió la tarjeta, no cabía en sí de felicidad, su nefelim estúpida no se había olvidado de ella.

-Eres la mujer de mi vida, la persona más importante  de mi mundo, mi amor ¿quieres casarte conmigo?

Si Alexa hubiera tenido alguna bebida dentro de la boca la hubiese escupido,  ¡Por Raziel! En que lio se había metido. Magna la miro con los ojos como platos, y la boca desencajada, hasta que salto a sus brazos, robándole un gran beso con lengua incluida. Alexa cerro los ojos, y dejo que su lengua se enredara con la de su novia.

El repartido abrió los ojos sorprendido, y aparto la vista  incomodo.

Magna se aparto de su novia.

-Sí que quiero. Claro que quiero.

Sus ojos estaban acuoso, y no podía dejar de sonreír. 

-Preparare la bañera…-Se acerco al oído de Alexa, y susurro.- no puedo esperar ha esta noche.

La bruja entro dentro de casa, esperando que su novia la siguiera, y lo iba a hacer… después de todo, se iba a bañar juntas, y… y… mejor no lo pensaba, si no quería tener un problema.

El repartido toco su hombro, la nefelim se giro y lo miro.

-¿Qué estas haciendo?

-Va  a preparar la bañera.-Dijo como si fuera una niña pequeña, y se estuviera quejado de que la estuviera reteniendo.

-¿Y la verdadera persona de las flores? ¿Qué pasa contigo? ¿Qué pasa conmigo?-Pregunto el chico preocupado.

-Tú dices que lo entregaste todo bien, el tío de las flores que se coma el marrón, y yo voy a entrar ahí, y me casare con la mujer que amo.

-¿Le ibas a pedir matrimonio?-Pregunto el chico extrañado.

-Bueno, no hoy, pero las cosas pasan por algún motivo ¿no?

-Tú lo que quieres es sexo.

Alexa noto sus mejillas enrojecer.

-Puede… pero ¿Quién no?

Dijo entrando en su casa y cerrando la puerta.

-Alexandra…-La llamo la bruja.

La nefelim se acerco con paso vacilante hacia el baño, donde provenía la voz melodiosa de Magna. Alexa abrió la entreabierta puerta, y en cuanto dio un paso hacia dentro, sintió sus mejillas enrojecer.  

Magna la esperaba dentro de la bañera, que estaba llena de pétalos de rosa, la iluminación era tenue, y velas decoraban el baño.

Con un chasquido de dedos, la canción de Titanic comenzó a sonar.

-Ven aquí, y hazme ale amor, Alexandra Bane.

Alexa río y se sonrojo.

¡Alabado sea Raziel y sus casualidades!

Girl Version MalecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora