Capítulo cuatro

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Durante las siguientes semanas Draco no volvió a dirigirle la palabra a Harry, implemente se limitaba a darle y recoger la bandeja. Harry se sentía un poco de desilusionado cada vez que veía entrar al pálido muchacho y éste ni lo miraba. Se sentía solo, y aunque costaba admitirlo, se había encontrado bastante mejor la noche en la que tuvieron esa pequeña charla. Necesitaba alguien con quien hablar de cualquier cosa y pasar el tiempo.

Luego de tres semanas, vio entrar al rubio quien le dirigió una pequeña sonrisa.

- He conseguido un poco de atún. - susurró divertido y sacó una lata de su bolsillo.

- Oh, vaya, pensé que te habías olvidado como hablar. - dijo Harry al tomar la bandeja y comió desaforadamente el primer pan.

-Han estado vigilandome muy de cerca, Potter. Llegaron un montón de mortífagos más.

- Ya veo, cada día me "sacaba a pasear" alguien distinto. -dio una mordida al siguiente pan. - Y, ¿ <abaso bo te siguen vigilambo>?. -preguntó con la boca llena.

-No, se han ido por un tiempo a buscar..., no importa. Ahora quedan los mismos de siempre que están muy ocupados emborrachándose y lo que menos les importa es lo que haga.

- ¿Por qué lo haces?

-¿Hacer que?

Harry hizo un movimiento con la mano señalándolos junto con la comida. Draco se encogió de hombros.

- No me dirás que de repente eres bueno. - dijo Harry

- Siempre lo he sido. - Harry levantó una ceja. - quizás contigo no tanto.

- ¿No tanto? Siempre me hacías bullying, te burlabas de mi e insultabas a mis amigos. Sin contar que hiciste entrar a mortifagos al colegio para que me mataran.

- No fue tan así.- se excusó. - Además recuerdas sólo las cosas malas. Te olvidas que te lancé la varita cuando saltaste vivo de la bestia gigante.

- La verdad que tu puntería fue medio para el culo, pero tienes razón, te doy crédito por eso.

- Igual, ya sabes, tampoco podía ser muy diferente. No me lo permitían mis padres, y debía actuar de una manera no amistosa contigo, me gustara o no.

- Si, bueno, pero ya eras bastante grandecito como para tomar tus decisiones.

- Tú no lo entiendes. Yo... yo necesitaba su aprobación.

- Lo sé. Imagino que si tuviera a mi padre querría lo mismo.

- ¿Los extrañas? Digo, no es que recuerdes nada como para... quiero decir quizás al haber sido solo un bebé no tengas...olvídalo. - se mordió el labio inferior al tiempo que su rostro se ruborizaba. Harry sonrió.

- Claro está que no los extraño como alguien a quien realmente conoció a una persona y la pierde, los extraño en el sentido de pensar qué tan diferente habría sido todo si no estuvieran muertos.

- De seguro no serías tan engreído.

- ¿Engreído? ¿Realmente piensas eso?

- ¿Acaso no andabas alardeando que eras el elegido? Y te seguían todos y las chicas hacían pociones de amor...

-Realmente no tienes idea. - dijo Harry riendo incrédulo. - Es cierto que me seguía y cuchicheaban cuando aparecía, pero no significa que lo buscara o me gustara. A pesar de toda esa gente que "siempre estaba para mi", me sentía sólo.

- Por lo menos tenías a todas las comadrejas haciéndote compañía. Aunque yo hubiese preferido estar solo que con esos.

Harry se mordio los labios inferiores y alzo las cejas pensando "este tipo no cambia más".

Dulce CompañíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora