Capítulo diez

228 34 4
                                    

Los días sin la compañía de Malfoy se hacían lentos y las semanas interminables. Ya no recordaba la cantidad de veces que había visto las cinco películas que tenía guardadas en el aparato reproductor que le había prestado el rubio, pero cómo le ayudaban a pasar el tiempo. Desde que el mortífago que lo humillaba se había muerto, ya nadie se interesaba mucho en él. Simplemente le entregaban su comida diaria y lo llevaban a un verdadero baño cuando lo solicitaba. El hecho de no tener varita y fuerza suficiente para escapar aseguraba ciertos beneficios como esos. Ya a esta altura no se quejaba. Había aceptado que su destino era morir en ese lugar en poco tiempo, como le había dicho Malfoy, pero ya ni siquiera temía; estaba dispuesto a abrazar a la muerte como una amiga, tan sólo esperaba volver a ver al rubio antes de que todo acabara.

Los días se volvieron muy fríos, lo que significaba que el invierno estaba cerca. "Eso quiere decir que Malfoy lleva fuera más de tres meses", pensó Harry angustiado.

Harry despierta de su profundo sueño ante la luz encendida del aparatito de películas y se llevó una mano al corazón del susto al ver a Draco mirando una de ellas.

- Dr...Draco. - susurró confundido. No sabía si era un sueño o realidad.

- Buenas noches dormilón. - dijo Malfoy sonriente mientras continuaba mirando la película

- ¿Por qué no me despertaste?

- Lucías muy cansado y yo quería ver de nuevo Animales Fantásticos, es de mis favoritas. - respondió, pero esta vez apagó el aparato y lo miró sonriente. - ¿me extrañaste?

La pregunta sorprendió al moreno quien se ruborizó al instante. Malfoy soltó una carcajada y luego se tapó la boca para no hacer más ruido y miró a la puerta cerrada.

- ¿Cómo es que no sospechan que estás aquí? - preguntó Harry también mirando a la puerta.

- No les importa mucho lo que haga, mientras me quede dentro de este lugar. - dijo encogiendo los hombros.

- Eso es bueno. - dijo Harry sonriendo todavía un poco avergonzado.

- Tengo algo para tí. - dijo Malfoy sacando una cajita del bolsillo de su campera.

- ¿Más películas?- preguntó mirando cómo el rubio la abría y sacaba una especie de cenicero y lo colocaba en el suelo entre los dos. - ¿vamos a fumar?

- ¿fumar? ¡Claro que no! ¿Por qué creerías eso?

- Porque eso parece un cenicero

- ¿Un qué?

- Ya sabes, cuando fumas, tiras las cenizas dentro.

- ¿Las qué?

Harry lo miró con impaciencia

- Es eso que...

- Ya lo sé. Estoy jugando contigo, Potter. - dijo sonriendo. - Y no, no fumaremos porque no es un cenicero, aunque ahora que lo mencionas, si se parece a uno. En realidad en un pensadero.

Harry alzó una ceja.

- ¿Sigues jugando conmigo?

- Claro que no! De verdad que es uno, sólo que de tamaño pequeño. - explicó Malfoy. Luego sacó su varita y con un conjuro lo puso en funcionamiento. El cuenco se cubrió de una especie de líquido gaseoso de color gris claro.

- El problema con estos pensaderos es que uno no puede meterse dentro del recuerdo, sino que simplemente los personajes principales del evento salen hacia arriba como una especie de holograma. Así como suelen hacerlos algunos en los pensaderos de tamaño normal. - continuó explicando el rubio.

Dulce CompañíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora