Capítulo dos

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Ya hacían dos meses desde que pasó de ser un elfo doméstico a un perro. Sus manos y rodillas ya habían adquirido una especie de callo de tanto gatear, aunque los callos eran mejor que las heridas que le salieron los primeros días. No aguantaba más el dolor en sus articulaciones. Ni en su habitación podía estar tranquilo porque acomodaron las cadenas de tal manera que no le permitían incorporarse. Tampoco soportaba la humillación cuando lo sacaban afuera para que hiciera sus necesidades o cuando lo obligaban a beber. dando langüetazos.

Draco ya no soportaba verlo de esa manera, ni siquiera podía evitar mirarlo con lástima. De cierta manera le daba impotencia no poder hacer nada al respecto, al fin y al cabo el moreno no había hecho nada malo para merecer todo este sufrimiento.

Draco preparaba la cena de la mejor manera posible para que por lo menos eso le levantara un poco el ánimo al muchacho, pero no tenía muchas opciones además de pan, queso y manteca.

Esa noche tostó los panes para que sean diferentes a la noche anterior, untó bastante manteca y colocó una feta de queso en cada rodaja. Cuando guardó el sobrante en la heladera, vio que habían también fetas de jamón, así que asegurándose que nadie lo viera, se las guardó el el bolsillo para colocarlas en los panes segundos antes que Harry abriera la puerta así nadie notaría.

Pero mientras se acercaba a su habitación, escuchó gritos que provenían de adentro, así que aminoró la marcha tratando de entender a qué venía todo ese griterío.

- No, por favor! Devuélvemela! No he hecho nada!! - lloraba Harry

- Los prisioneros no pueden tener nada de valor, Potty. - dijo Carrow mientras Rowle reía

Draco se metió en la habitación de al lado para que no lo pillaran escuchando, y encontró agujeros de balas lo suficientemente grandes como para espiar un poco lo que sucedía: Harry se revolcaba en el piso intentando incorporarse, pero uno de ellos tenía el pie sobre su espalda obligándolo a permanecer de cuatro, mientras el otro estaba en cuclillas a centímetros de las estiradas manos del muchacho, sosteniendo con una mano lo que parecían ser una foto y una carta y con la otra la varita con fuego en la punta.

- Dile adiós a tu mami, Potty.- dijo y quemó la foto y la carta al mismo tiempo que Harry gritaba de rabia e impotencia. Luego los mortifagos lo patearon varias veces y salieron riendo a carcajadas de la habitación. Harry permaneció en posición fetal llorando desconsoladamente y diciendo algo que Draco no conseguía entender.

Esperó unos minutos hasta asegurarse que nadie volvería al primer piso y salió dirigiéndose a la siguiente habitación. Golpeó la puerta y entró. Harry no lo miró, pero no ocultó su llanto.

El rubio dejó la bandeja sobre el piso y le colocó las fetas de jamón.

- No podía hacer mas que esto, lo siento. - dijo apuntando a la bandeja. Harry no le hizo caso. - me puedo quedar hasta que termines si necesitas compañía.

Ante el silencio del moreno, Draco titubeó amagando decir o hacer algo más hasta que se sentó de piernas cruzadas al lado de triste joven.

- Lamento que te hayan sacado... lo que te sacaron. No tenían derecho, no era nada peligroso ni amenazador.

- ¿Qué quieres, Malfoy?- preguntó Harry con voz ronca mientras se sentaba. - si vienes a burlarte...

- No vine a eso. Solamente pensé que necesitabas... no importa. Ya me voy.- y empezó a levantarse

- Era lo único y último que tenía de mis padres. - confesó Harry, luego de unos segundos se atrevió a mirarlo. - Ya, puedes reirte.- y volvió a bajar la vista al piso

- La foto... ¿era tu madre? - susurró temiendo haber hecho una mala pregunta, mientras volvía a sentarse a su lado

- La carta lo era. La encontré hace unos años en la casa de mi padrino, no estaba completa, pero era suya, era su letra... su esencia. - dijo con voz quebrada. Tragó el nudo de la garganta con dificultad, miró hacia el techo para no llorar y continuó con una pequeña sonrisa. - y la foto era yo al año, montado en una escoba de juguete que me había regalado Sirius.

Draco no dijo nada, pero vio que Harry buscó su reacción con la mirada, por lo que asintió levemente con la cabeza. Hubo un silencio por unos minutos hasta que por fin el rubio lo rompió.

-Sabes, en el fondo siempre me conmovió lo de tus padres. Y aunque no lo creas, en el tren del primer año tuve ganas de correr a abrazarte y decirte lo mucho que sentía tu pérdida, pero no pude. No... me lo permitieron, no podía ser un Malfoy sensible.

- Bueno, nunca es tarde para volver a empezar. - dijo Harry encogiéndose de hombros.

Draco rió por la nariz y le dio un leve empujón de camaradería con su propio hombro. Luego se incorporó y se dirigió a la puerta.

-Debo irme. Pasaré a buscar la bandeja en unos minutos.

- Gracias por... - hizo una seña al lugar donde se había sentado Draco. Éste asintió de nuevo y salió. Del otro lado, al cerrar la puerta escucho a Harry dar otro fuerte sollozo. Se quedó inmóvil escuchándolo.

- perdón, m...mamá, p...por deshonrarte de esta manera... Perdo...name, papá por ser tan d...débil.

Draco no pudo escuchar más y se alejó.

Dulce CompañíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora