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“yo te diré lo que podemos hacer, amémonos a escondidas nena, estemos donde nadie esté”
Theo ha estado clavado en su sitio toda la noche, las luces parpadean a su alrededor mientras se termina su segunda y última ronda antes de marcharse a a casa a descansar. Saca el dinero de su chaqueta antes de ponerse de pie, pensándose seriamente si tomarse una más, quizá no tiene que esperar lo suficiente para que unos sujetos entren por la puerta echos trizas de la risa, llamando su atención.
Un sujeto rizado surge de entre ellos como el causante de todas las risas y palabrotas provenientes del grupo, articula sus manos al hablar, inmerso en su tema de conversación que incluso a él le saca unas risas extrañas, probablemente no es de la ciudad. Cuando pasan cerca de él de camino a una de las mesas tras él, escucha la voz ronca y cómica del tipo, se permite hacer como si no le prestará atención, continúo por pedirse una nueva cerveza, entendió su acento ruso mientras se fundía en el ruido del bar.
Probablemente fue un poco ebrio cambiarse a una mesa un poco más cerca de ellos, pero estaban tan inmersos en lo suyo que no lo notarían, y no lo hacen. Toma su asiento a tres mesas de distancia cuando sus ojos se encuentran con los del sujeto rizado por un momento, él los quita de inmediato. El chico continúa mirándolo con fuerza, sin intención de mover su vista, susurra algo entre dientes a sus acompañantes y Theo realmente siente que van a darle una golpiza.
Pronto las miradas cesan, Theo sabe que no puede voltear de nuevo pero no evita ver de reojo como aparece de la mochila de un tipo una pañoleta roja que le colocan al chico rizado sin que tenga mucho afán de traerla, las risas se detienen un momento y probablemente él acabe con la tensión burlándose de si mismo aunque se ve un poco incómodo. Se da cuenta que dice "Último día de soltero" en letras grandes que le cruzan la frente.
Súbitamente ya no se siente bien estarlo mirando. Se levanta de su asiento un momento para ir al sanitario, siente el rostro caliente y está avergonzado de estar poniéndose triste por un chico que solo ha visto una vez.
Sostiene su rostro en la encimera del lavabo, sus lentes retozan al lado del grifo abierto, escucha una voz detrás de él pidiendo que se remueva, Theo lo hace con un gesto flojo al tiempo que pide disculpas, por lo usual ese baño siempre está vacío a esa hora. Acerca sus anteojos con un movimiento rápido y se entera de que la figura larguirucha que le pidió paso es en realidad, el sujeto ruso. Dió un respingo, sintiendo la sangre helada un momento anticipándose a que el chico le hiciera pelea o algo por el estilo.
