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♡ se delicado y espera, dame tiempo para darte todo lo que tengo ♡
Ale tiene la peor de las suertes en cuanto a situaciones amorosas, su corazón ha terminado hecho un desastre y a sus 19 años se ha decidido por renunciar al amor y sus complicaciones.
Ha tenido un novio antes, el primero en llegar a lo profundo de su corazón alguien que la hacia sonreír con la mínima broma, a quien hubiera cuidado ante todos y por sobre todas las cosas, confiaba en esta persona, en su amor, sus intenciones. Parecían ir a sitios iguales, haciendo conversaciones y completándose entre ellos las frases. Hermoso mientras duró.
Aunque tardo mucho más en repararse que lo que duró hecho, aún así sigue aprisionado en su mente, sobre todo por ese sentimiento de haber entregado demasiado, de haber sobrepasado sus límites propios. No iba a tomar mierda de nadie más, eso era seguro.
Pero existía Richie, este sujeto encantador que hacía imitaciones de conductores de la televisión, haciendo entrevistas cómicas para que ella le respondiera con su voz más caricaturesca. Que llegaba a su empleo de mesera para entregarle helados porque "se le había dado la gana de comprar dos y el otro no le cabía" que ponía una propina cada vez que iba a comer junto a sus padres a su restaurante. Sobre todo, el mismo Richie que estaba disponible a las 9 de la noche sin falta para acompañarla hasta su casa.
Era buena compañía, todos sabían lo enamorado que estaba de ella pero aún así, no podía. No estaba lista para dejar a alguien entrar de lleno en su vida porque bien se conocía como para saber lo protectora y amorosa (por no decir cursi) que se ponía con eso del amor.
Esto mismo le exponía a Richie quien atendía a lo que decía mientras caminaban juntos por la calle, que era difícil para ella todo lo que había pasado en su anterior relación. Pero que aún eran jóvenes y que el mal de amores no dura toda la vida, acerca de que lo quería de verdad quizá tanto que no podía pasarlo aún a tener el título de novio sin estar segura.
El pelinegro le parecía un poco absurdo, aunque en el fondo se esforzaba por respetar el espacio que ella le pedía comparando su dolor con cuando pierdes a un mejor amigo y te resistes a tener otro. Lo cierto era que él tampoco sabía mucho del amor, solo sabía que Ale era divertida y que le encantaba pasar el tiempo conversando con ella de lo primero que les pasará por la mente, era sencillo hablar de lo que fuera parecía que sabía mucho, y no es secreto que esa cualidad es su talón de Aquiles.
La chica de verdad quiere poder prometer de alguna forma que va a estar lista en cuanto pueda, que no es una falta de querer hacía él o todo lo que acarreaba.
—Si me quieres bien, tendrás que esperar por mí, Richie. Obvio no es una obligación hacerlo y te lo digo ahorita para que no digas que nunca te lo advertí. Te quiero, pero aprendí que debo poner todo claro siempre, ¿Me entiendes?
—Claro, y a parte no me has traído de menso todo este tiempo nomás porque sí. Puedo esperar todo lo que sea necesario y si le pongo maña también más.
—Gracias, Richie. Eres un sol— ríe —. Es más, aguanta— se detiene un momento a revisar su mochila buscando por algo, acomoda sus lentes para ver mejor en la obscuridad hasta alcanzar una pequeña cajita donde guarda sus aretes y labiales, del fondo extrae un anillo de arcilla que ella misma elaboró, está pintado con esmalte verde y simula una ranita —Mira, bicho, este anillo lo hice yo— lo coloca en el dedo meñique del chico (el único dedo en que podría entrar) —. Esto es una promesa.
—¿Hablas en serio?
—Claroo. Con eso te prometo que aquí estaré así como tu al tenerlo me prometes lo mismo, suena nice¿no? ¿Lo aceptas?
—Ay, obvio que si— se ríe observando su nueva adquisición mientras continúa el camino a casa.
Piensa en él durante toda la noche mientras lo gira y gira en su dedo. Puede que cuando Ale este lista pueda declararse con ese mismo anillo al viejo estilo de comedia romántica. Quizá estaba merodeando en muchas expectativas. Lo valdría.
