Presentaciones. Parte 2.

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—Mami, lo siento. No quería hacerte trabajar demás.— El pequeño Steve con ojitos llorosos se disculpaba por haber invitado a la nueva familia del vecindario a cenar con ellos esa noche.

—Dale unas buenas nalgadas para que aprenda.— Jordan como siempre dice algo fuera de lugar, pero era juego.

Sarah ve a sus dos niños y sonríe. —Jordan, deja tus juegos y Steve, no te preocupes siempre es bueno conocer nuevas personas.— Después de la muerte de Joseph en la Primera Guerra Mundial, ella tuvo que criar a Steve sola y luego llegó Jordan al año, ya que como buena amiga de Elizabeth Taylor y madrina de la niña, debía cuidarla si ellos faltaban.

La ojiverde se estiró hasta la encimera y tomó un tazón de papas, para luego empezar a pelarlas y cortarlas. —¿En rodajas o en cuadritos, mami?— Preguntó.

—En cuadros, pequeña. Cuidado con los dedos.— Respondió la Sra. Rogers.

—¿Y yo qué hago? Quiero ayudar.— Steve refunfuña porque no lo incluyen en los planes para cocinar.

Sarah ríe al ver el ceño fruncido de su hijo. —Puedes ayudarme con el jugo, pero sin  comerse las fresas.—

—Mami, como crees, eso lo hace Jordan.— El rubio desmiente la acusación indirecta de su madre, mientras arrastra una silla hasta el fregadero para subirse y lavar las frutas antes mencionadas.

—Si, ¿y cuál es el problema? Yo soy la que las compra.— Jordan dice cortando las papás con cuidado.

—Ir a comprarlas y dar el dinero para hacerlo, no es lo mismo.— Steve recalca las últimas cuatro palabras.

—¡Ñe! Me sacrificó de un sabroso sueño por ir a comprarlas frescas, mientras tú te babeas y roncas.— Contraataca la castaña.

Sarah los ve y suspira. —¿Por qué siempre discuten?— Regañó.

—Steve me busca la lengua, él es el problemático.— Jordan señala con el cuchillo a su hermano.

—Carson, por favor. No juegues con el cuchillo así, te me puedes cortar.— Le dice Sarah a la niña con una voz dulce.

Taylor asintió y terminó su labor con las papas. —¿Ahora que hago, Señora Rogers?— Dice en broma la mocosa.

Sarah rodó los ojos. —Ve y dale un barrida a la sala, acomoda lo que esté fuera de lugar y saca de su escondite tu vestido rosa.—

Jordan se fue a hacer lo que le dijeron y a quemar el vestido rosa, eso era feo y daba calor.

—¿Sabes que no fue precisamente a quitarle las arrugas al vestido, no?— Le dijo Steve a su mami, mientras bajaba de la silla y la arrastraba hasta donde estaba la licuadora. Se subió a ella e hizo el jugo.

—Lo sé, lo sé. Estoy pensando en comprarle uno nuevo, pero que le guste, no puede andar con el mismo trapo siempre.— La rubia contestó, colocándole la salsa y las papas que Jordan corto al pollo. —¿Cómo se llaman los padres de tu amiguito?—

—Ay, mami. No pregunté.— Steve sonríe inocente.

Sarah niega y ríe con su hijo, para luego meter el pollo al horno y colocar el cronómetro. En la otra sala, se escuchaba como Jordan cantaba y bailaba al ritmo del jazz que sonaba en la radio que previamente encendió.

Souvenirs de Jeunesse.   ||Bucky Barnes & Steve Rogers|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora