Aslan se volvió a Nazli antes de entrar en el perímetro de la aldea y depositó al niño en sus brazos, sabedor de que ella se arrepentiría luego de no haberlo sostenido esos últimos minutos.
Confiaba en que no fuera a hacer aquello más difícil de lo necesario. No había otro modo de asegurar la protección del niño. Miró a su alrededor y avanzó hacia el grupo que esperaba. Las ca-bañas primitivas y cobertizos se extendían desde el centro de la aldea como los ejes de una rueda.
El pequeño grupo esperaba en el centro, el lugar de honor, para recibir a sus huéspedes.
Una voz masculina áspera pronunció una frase sencilla que aslan reconoció como un saludo de bienvenida.
Inclinó levemente la cabeza en deferencia al jefe de la aldea.
-Gracias -dijo. Aunque entendía algo el lenguaje nativo de ellos, no lo hablaba. Pablo haría de traductor.
-Camilo dice que sí a su petición -dijo éste-. Mi madre también está de acuerdo.
-Muchas gracias, señor Camilo y señora Vecino -musitó Aslan . Se llevó una mano al corazón en señal de gratitud.
La mujer mayor lanzó un monólogo corto en su idioma nativo, demasiado rápido para que Sloan pudiera entenderlo. Miró a Pablo, que se apresuró a traducirlo al inglés.
-Madre dice que un niño es un tesoro de Dios y hay que hacer todo lo necesario para adorar y cuidar ese regalo.
Aslan asintió con la cabeza.
-Sí, señora.
La madre de Pablo levantó un leño del fuego para que les sirviera de antorcha y les hizo señas de que la siguieran. Los llevó hasta una cabaña cercana, algo más pequeña que las otras. Una luz tenue marcaba la entrada baja. Con un movimiento de la mano, indicó que ezgi debía entrar de-lante de ella. La joven obedeció vacilante y la señora Vecino la siguió. Aslan entró detrás.
Dos alfombras gruesas hechas con pieles de animales cubrían casi todo el espacio libre de la habitación principal. La señora Vecino indicó a Nazli por señas que colocara a Bulut en una de ellas.
La joven se arrodilló al lado de la piel más cercana y tumbó al niño en el centro. El pequeño abrió los ojos, pero volvió a cerrarlos enseguida. Cuando estuvo claro que iba a seguir durmiendo, la anciana hizo un movimiento con sus manos nudosas. Quería que se marcharan. Nazli había entendido también su significado y la miró sorprendida. Al ver que no se movía, la mujer murmuró algo con gesto enfadado.
-¿Qué dice? -preguntó Nazli .
Aslan le puso una mano en el brazo y la ayudó a incorporarse.
-Vamos a hablar fuera -le susurró al oído.
La joven negó con firmeza con la cabeza.
-No. No dejaré a Bulut.
La anciana dijo algo más que aslan no pudo entender.
-No hagas esto aún más difícil dé lo que ya es -dijo en voz baja a Nazli .
Ésta lo siguió al exterior con los ojos llenos de lágrimas.
-¿Qué te crees que estás haciendo? -se soltó de él y lo miró de hito en hito. Sus pupilas irradiaban miedo y preocupación.
-Aquí estará más seguro. Nosotros tenemos que volver.
Ella volvió a negar con la cabeza.
-De eso nada. No pienso dejarlo -su pecho subía y bajaba rápidamente. La histeria la embargaría en cualquier momento.
Tenía miedo de no volver a ver su hijo y aslan podía entender ese miedo, pero no había alternativa.
-Escúchame -la tomó por los hombros y la sacudió un poco para hacerle recuperar el sentido común-. Deniz va a venir. Puede que no esta noche ni mañana, pero pronto. Y Bulut no puede estar cerca cuando eso ocurra. Aquí estará más seguro.
Nazli golpeó el pecho de él con los puños y sollozó. Sabía que él tenía razón, pero el dolor de dejar a su hijo atrás era más de lo que podía soportar.
-¿Cómo puedes estar seguro de que aquí estará bien? -preguntó. Por sus mejillas rodaban lágrimas.
-Estará bien -quería abrazarla, pero eso no era lo que necesitaba ella en aquel momento;
necesitaba pensar con lógica-. Esta gente esconderá a Bulut entre sus hijos. Con su color de piel, nadie sospechara que no sea uno de ellos... suponiendo que alguien viniera a mirar, lo cual es muy improbable.
Vio que le temblaba el labio inferior y la atrajo hacia si, a pesar de saber que no era buena idea.
-Nunca nos hemos separado –sollozó ella contra su pecho-. No sé si puedo hacerlo.
Aslan le acarició el pelo y la besó en la sien.
-No llores -murmuró-. Te juro que aquí estará seguro. Pablo lo protegerá con su propia vida.
Nazli echó atrás la cabeza y lo miró a los ojos.
-¿Y si no podemos volver a por él? - parpadeó con fuerza-. ¿Qué ocurrirá entonces?
Aslan apretó la mandíbula para reprimir la emoción.
-Volverás a por él -le prometió-. Esta batalla es mía.-¿Me das tu palabra?
-Te doy mi palabra.
Ella se secó las lágrimas con el dorso de la mano y respiró hondo.
-Está bien -se separó de él-. Tengo que darle un beso de despedida.
Aslan se hizo a un lado para dejarla pasar.
Nazli luchó por controlarse mientras aslan decía algo en español a la mujer mayor que estaba cerca de la puerta. Cada latido del corazón le dolía en el pecho. Contuvo el aliento. Tenía que ser fuerte. La vida de Bulut dependía de su fuerza.
-No lo despiertes -dijo Aslan-. No tiene sentido disgustar al niño. Pablo estará a su lado cuando despierte.
-Sí, señora.
Nazli miró a Pablo, que había salido de entre las sombras.
-Date prisa -Aslan la empujó hacia la pequeña puerta-. Tenemos que volver.
La joven estaba confusa. ¿Por qué tenía que darse prisa? ¿Por qué no podían quedarse hasta la mañana y explicárselo todo a Bulut ? Tragó saliva con dificultad. Porque Deniz estaba en camino y podía llegar antes del día siguiente.
Bajó la cabeza y entró en la cabaña rústica.
Bulut dormía profundamente, ignorante de lo que sucedía a su alrededor. Los ojos de Nazli se llenaron de lágrimas una vez más y se maldijo por ser tan débil. Se arrodilló al lado de su niño y lo besó en la mejilla. Le apartó el pelo moreno de la cara y sonrió.
-Te quiero -susurró-. Mami vendrá pronto a por ti, te lo prometo -lo besó una vez más y salió de la cabaña sin mirar atrás.
Permaneció a pocos metros de donde dormía su hijo mientras Aslan daba las últimas instrucciones a Pablo. Quería gritar su agonía; se secó las lágrimas y combatió el temblor de su cuerpo. Tenía que hacer aquello. Cuando Deniz estuviera muerto, volvería. Aslan se lo había prometido.
Y deniz moriría.
-Es hora de irse -dijo aslan.
Nazli miró una última vez la cabaña primitiva donde dormía su hijo. Ninguna fuerza humana podría apartarla mucho tiempo de él.
Volvería.
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El Lobo solitario
RomanceSólo había un hombre que podía ayudarla... Nazli Pinar había oído que aquel tipo tenía un corazón tan imperturbable como sexy era su cuerpo, pero Ferit también era su última esperanza. Ya no le quedaba ningún sitio donde esconderse del padre de s...