El cerebro de Aslan tardó unos segundos en asimilar lo que acababa de oír. Observó al niño sentado en la mesa y, como si sintiera su mirada, el pequeño levantó la vista y sus ojos grandes y redondos lo miraron con curiosidad. Los mismos ojos que atormentaban a Aslan cuando intentaba dormir sin emborracharse antes. Un temblor se inició dentro de él. Llegó hasta su mano derecha y la apretó en un puño. Algo oscuro y feo cruzó por su mente, pero lo apartó con firmeza.
Aquél era el hijo de Deniz . Apartó la vista para anular la imagen de su padre y se recordó que era sólo un niño, inocente de los crímenes odiosos de su padre.
-¿Qué quiere? -preguntó con voz tan fría y dura que apenas la reconoció como suya.
-Necesito su ayuda -repitió ella, en voz baja y suplicante.
Aslan respiró hondo.
-Sí, bueno, eso ya lo ha dicho -miró los grandes ojos marrones de ella, que hacían que sus entrañas se encogieran con una sensación antigua que le resultaba familiar y ajena a un tiempo.
Aplastó el instinto de protección que le producía ver a aquella mujer y a su hijo... el hijo de Deniz -. ¿Y qué clase de ayuda cree que necesita de mí, señorita...?
-Nazli pinar .
Aslan la miró y esperó que hablara. Era guapa, aunque delgada. Las ojeras indicaban que no dormía mucho ni a menudo, pero su pelo castaño y abundante resultaba muy atractivo. Y los labios... tenía unos labios llenos atrayentes. La blusa y la falda larga le quedaban anchas y ocultaban sus curvas. En los pies llevaba sandalias de tacón bajo y parecía a punto de echar a correr.
-Vayamos adonde vayamos, siempre nos encuentra -dijo al fin-. La última vez me dijo que estaba harto de que huyera y que pronto se llevaría a Bulut y yo ya no le sería útil -parpadeó con furia para reprimir las lágrimas-. No sé qué más hacer. Usted es nuestra única esperanza.
-A mí eso me parece un problema doméstico, señorita Pinar -musitó él-. Y yo no soy asistente social.
-Yo no necesito un asistente social - declaró ella con determinación y una buena dosis de amargura-. Necesito alguien que pueda proteger a mi hijo de Deniz .
Aslan la miró escéptico.
-Llame a la policía.
El relámpago de rabia que vio en los ojos de ella lo pilló por sorpresa.
-Usted sabe que la policía no puede ayudarme.
-Entonces dígame qué cree usted que puedo hacer yo que no puedan hacer ellos.
Nazli lo miró a los ojos.
-Deniz vendrá a por su hijo. Quiero que usted haga lo que sea necesario para impedirlo.
Siguió un largo silencio, pero la mirada de ella no vaciló. Aslan comprendió que hablaba en serio. Nazli pinar quería que hiciera lo que había deseado hacer durante años: matar a Deniz Hayat.
El tiempo no había disminuido su atroz deseo de venganza, sólo la urgencia por conseguirla. Su esposa y su hijo estaban muertos y nada podía cambiar eso. El dolor y la necesidad de venganza le habían hecho buscar a Deniz un tiempo. Hasta que comprendió que nada importaba, que nada de lo pudiera hacer lograría que volvieran. Y en ese momento dejó de sentir nada.
Pero ahora la idea de matar a Deniz casi hacía que le diera vueltas la cabeza. Miró al niño. La mujer incluso le ofrecía el anzuelo perfecto. ¿Hasta dónde estaba dispuesto a llegar Deniz por su hijo? Una extraña calma se apoderó de él. Sólo tendría que sentarse a esperarlo. Un montón de recuerdos pasaron por su mente. Cerró los ojos con desesperación cuando los gritos de su hijo resonaron en su alma. Quería matar a Deniz Kaya más de lo que quería respirar. Y por primera vez tenía el modo perfecto de atraerlo hasta él.
Abrió los ojos y al ver a la mujer se sintió disgustado consigo mismo., ¿Tan bajo había caído?
Movió la cabeza. ¿Qué clase de hombre usaba a una mujer y un niño para saciar su sed de venganza?
-No soy el hombre que necesita -dijo.
Y se alejó sin mirar atrás.
Salió por la puerta a la luz dura del día y levantó el rostro al sol. Llegaría su momento de la venganza, seguro. Y acabaría con Deniz despacio, como se había prometido hacía tiempo. Pero no descendería a su nivel para lograrlo. No usaría a un niño, aunque fuera su hijo.
Unos dedos fríos y suaves tocaron su brazo. Se volvió y miró de hito en hito a la mujer que lo había seguido desde la cantina.
-Le he dicho que no soy el hombre que necesita -dijo.
El niño se escondía detrás de su madre y lo miraba con cautela por detrás de la falda. Aslan lanzó interiormente un juramento. Ahora se dedicaba a asustar niños.
Nazli lo miró con dureza.
-Es el hombre que necesito -insistió.
-Señora, tiene mucho valor para venir a un sitio así -señaló a su alrededor-. ¿Sabe qué tipo de hombres hay por aquí? Escoria que vendería a su madre por una copa. Cualquiera de ellos se la comería viva sin parpadear. Me sorprende que haya podido llegar hasta aquí.
Ella tardó un momento en hablar.
-Tenía que venir -dijo al fin-. Usted está aquí y yo lo necesito.
Aslan movió la cabeza. Victoria no tenía que haberla enviado.
-No soy ningún caballero andante, señorita pinar . ¿Seguro que es a mí a quien busca?
-Victoria dijo que es usted el mejor, que usted conoce a Deniz -se lamió los labios-. Dijo que si había alguien que pudiera ayudarme era usted.
-Pues se equivocó.
-Usted sabe lo que hará -murmuró ella. Las lágrimas caían ya por sus mejillas-. ¿Puede darnos la espalda sabiendo lo que hará?
Aslan apartó la vista. No quería oír aquello, quería volver a la cantina a beber tequila, quería olvidar el nombre de Deniz Kaya y borrar de su mente la imagen de la mujer y de su hijo. Pero no podía.
-Bulut !
Aslan volvió su atención a Nazli , que se había girado al pronunciar el nombre de su hijo.
-¿Dónde puede estar? -lo miró insegura-. Estaba aquí, a mi lado... ¡Bulut !
A Aslan le latió con fuerza el corazón. Recordó los días y noches interminables en los que buscaba a su hijo, el primer momento en que se dio cuenta de que el niño no estaba en casa... en ninguna parte. Un sudor frío bañó su piel. Se estremeció.
-¡Bulut! -gritó Nazli , con voz que bordeaba la histeria y el pánico. Empezó a abrirse paso entre la gente que iba de puesto en puesto.
La siesta había pasado hacía rato y la calle estaba atestada de tenderos y buhoneros que querían hacer negocio a medida que el calor del día empezaba a disminuir. En los callejones y en las calles jugaban niños. Los perros ladraban y olfateaban en busca de desperdicios. A veces sonaba el claxon de un coche que quería abrirse paso por la calle adoquinada.
Aslan miró un rostro tras otro, todos distraídos con sus cosas. Pasó un grupo de niños, gritando y riendo. Pero ninguno era el que buscaba.
Bulut había desaparecido.
Aslan avanzó hacia Nazli , la tomó del brazo y la volvió hacia él. La miró con firmeza, con la esperanza de calmar su miedo.
-Quédese aquí, en la zona abierta, donde Bulut pueda verla -ella tenía las mejillas llenas de lágrimas y él no pudo evitar secarle algunas con el pulgar-. Lo encontraré -prometió.
Se dio la vuelta.
Bult no podía haber ido lejos solo...
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El Lobo solitario
RomanceSólo había un hombre que podía ayudarla... Nazli Pinar había oído que aquel tipo tenía un corazón tan imperturbable como sexy era su cuerpo, pero Ferit también era su última esperanza. Ya no le quedaba ningún sitio donde esconderse del padre de s...