Capitulo 4

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¡Al fin!
Después de buscar toda la tarde bajo el sol ardiente de agosto, Nazli Pinar  había encontrado el lugar del que nadie parecía haber oído hablar. O quizá era que no entendían su pobre español. Miró el edificio que tenía delante. La cantina, situada en una parte dudosa de una ciudad pequeña llamada Florescitaf, parecía más siniestra de lo que esperaba. Tal vez por eso nadie ad-mitía conocerla.
Enderezó los hombros y apretó con fuerza la mano de Bulut, que miraba a los niños que jugaban en el callejón que separaba la cantina del mercado de carne al aire libre que había al lado. Nazli bajó la vista y sonrió al ver que Bulut miraba con ojos muy abiertos a las cabras que parecían cuidar los niños. Estos, con los pies descalzos y los rostros sonrientes, lo observaban a él con la misma sorpresa.
Bulut pocas veces jugaba con otros niños. Nunca permanecían en un sitio el tiempo suficiente para hacer amigos y además no podían permitirse crear lazos con otras personas.
Nazli  respiró hondo y se acercó con decisión a la cantina. En cuanto entró en ella, la envolvió un hedor a tabaco rancio, alcohol y sudor. Del techo colgaban ventiladores viejos que removían el aire fétido. Antes de que sus ojos se acostumbraran a la penumbra del interior, notó que los hombres la miraban como si fuera el último plato añadido a la carta y la incertidumbre se mezcló en ella con la desesperación que la acompañaba siempre.
Se estremeció, pero se abrió paso con determinación entre las mesas hasta la barra, que se extendía por media sala.
-Perdone-dijo con amabilidad, a pesar del miedo que corría por sus venas-. ¿Habla inglés?
-Sí. ¿Qué desea, señorita? -el camarero, apoyado en la barra, le miró los pechos antes de levantar la vista y sonreírle.
Era un hombre grande, de pelo moreno y bigote amplio que sin duda se consideraba muy atractivo. Nazli  tragó saliva y sonrió a su vez.
-Busco a un hombre llamado Aslan  -dijo.
El camarero enarcó una ceja, pero conservó la sonrisa.
-¿Y por qué busca una mujer tan bonita a un hombre tan peligroso?
-Me envía un amigo: Y es muy importante que lo encuentre -añadió, temerosa de que el hombre no quisiera ayudarla.
-El solitario -el camarero señaló con la cabeza el rincón más oscuro del establecimiento-. El que está sentado solo.
La joven asintió con la cabeza.
-Gracias.
-No me las dé, señorita. No me gusta enviar ovejas al matadero, pero usted lo ha pedido -tomó un trapo sucio y limpió la barra con aire ausente, con la vista todavía fija en ella.
Nazli lo miró insegura. Apretó la mano de Bulut .
-Es muy importante -dijo.
El mexicano se encogió de hombros.
-Quizá debería volver más tarde -miró el reloj viejo de plástico que había en la pared-. Sólo son las cuatro y todavía estará de mal humor un rato.
-Gracias -musitó la joven. Miró a Bulut  y rezó interiormente una plegaria antes de avanzar en la dirección que le habían indicado. Seguro que el mexicano exageraba y Aslan no podía ser tan fiero. Se lo había recomendado Victoria Herrera , ¿no?
No hizo caso de lo que seguramente eran comentarios soeces dirigidos a ella y avanzó con cautela. Se detuvo a pocos pasos de su destino y sacó una silla de una mesa vacía. Sentó a Bulut  en ella y se acuclilló ante él.
-Quiero que te quedes aquí hasta que mami termine de hablar con ese señor - dijo con una sonrisa-. ¿Vale, tesoro?
El niño asintió con la cabeza, con expresión levemente temerosa y ella le removió el pelo, sacó un cuaderno de colorear y una caja de lápices de su enorme bolso y los dejó en la mesa.
-Quiero que me colorees un dibujo bonito para cuando vuelva.
El niño asintió de nuevo y, buscó una página en blanco. Nazli se puso en pie.
El hombre al que buscaba estaba solo, con una botella de tequila ante sí y no levantó la cabeza cuando ella se acercó. Parecía fascinado con el líquido que ocupaba el vaso que sostenía entre el índice y el pulgar.
La primera impresión de Nazli fue que efectivamente era peligroso. Alto y corpulento, el pelo largo y castaño  le caía hasta los hombros, llevaba cortadas las mangas de la camisa y mostraba unos brazos musculosos. Parecía muy fuerte.
-A menos que esté aquí para vender su cuerpo, no me interesa -dijo de pronto.
Nazli se estremeció al oír su voz ronca y profunda. Ignoró el comentario e hizo acopio de valor para preguntar:
-¿Es usted Aslan ?
Él la miró entonces y ella contuvo el aliento. Los penetrantes ojos Negros  traslúcidos y la mandíbula cuadrada ensombrecida por la barba reafirmaban su primera impresión. Era peligroso.
-Por desgracia -vació el vaso y lo dejó con un golpe sobre la mesa-. No he bebido lo suficiente
para ser otra persona -se lamió los labios-. Pero es temprano.
Nazli  se esforzó por hablar.
-Vengo de muy lejos y...
-Sabrá que éste no es un lugar para niños -comentó él.
Nazli  se volvió para comprobar que Bulut  estaba bien.
-Lo sé -repuso-. Me llamo Nazli  Pinar  y necesito su ayuda.
Aslan  se puso en pie con un movimiento rápido y ella reprimió el impulso de salir corriendo. El tardó un momento en contestar.
-Pues ha perdido el tiempo, señorita Pinar .
A ella le dio un vuelco el corazón.
-Por favor, tiene que escucharme.
-Lo único que tengo que hacer es morir. Y hasta que eso ocurra, lo único que pienso hacer es beber tequila y follar. Todo lo demás es incierto -inclinó la cabeza a un lado y emitió un sonido que tenía más de gruñido que de risa-. Así que, a menos que piense ayudarme con alguna de esas dos cosas, le sugiero que no pierda más su tiempo ni el mío.
Una oleada nueva de miedo recorrió las venas de la jóven. Pero no podía permitir que la echara tan fácilmente. Era su única posibilidad.
-Me envía Victoria Herrera  -anunció, con voz más firme de lo que se habría creído capaz-. Dijo que usted podía ayudarme.
-Pues se equivocó.
Echó a andar hacia la barra sin prisa. A Nazli  le  recordó una pantera que se acercara a su presa.
-¡Deniz quiere matarme! -exclamó con desesperación-. Si usted no me ayuda, ¿qué voy a hacer?
Aslan  se paró y se volvió. La miró un rato largo con sus ojos Negros y vacíos.
-Poner sus asuntos en orden -dijo al fin Nazli , atónita por su indiferencia y asustada por su negativa, lo miró acercarse a la barra y pedir más bebida. El camarero le llenó el vaso de tequila.
La desesperación se apoderó de ella. Miró a Bulut  para comprobar que seguía coloreando y se acercó a la barra.
-Sé lo que le hizo a usted -dijo con voz temblorosa por la emoción-. Sé lo de su esposa y su hijo.
Aslan  se quedó muy quieto, con el vaso cerca de los labios. Un músculo se movió en su mandíbula y los nudillos que sostenían el vaso se quedaron blancos. Volvió a dejarlo en la barra despacio, con precisión, y se volvió a mirarla.
-Puesto que sabe tanto de mi experiencia con Deniz  -dijo con una mezcla de sarcasmo y desprecio-, ¿por qué no me cuenta por qué quiere matarla ese hijo de perra?
Nazli  sentía la garganta cerrada. Tragó saliva, pero no sirvió de mucho.
-Quiere a mi hijo.
Aslan miró a Bulut , que estaba entretenido buscando otro color en la caja desgastada.
-¿Por qué quiere a su hijo? -preguntó con desconfianza.
Nazli  miró a los ojos del único hombre que podía ayudarla en el mundo. Sabía bien que lo que estaba a punto de decirle podía ser el motivo de que la rechazara.
-Porque Bulut también es hijo de Deniz .

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