Mensaje borrado

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El resto de la noche transcurrió nauseabunda por mi parte, y él, no sé cómo lo hizo, pero terminó conversando con uno de los hombres que estaba en la celda, que, aunque estaba ebrio parecía bastante cuerdo para ese momento.

Por mi parte, distante por lo que pareció una discusión con Frank, decidí quedarme lejos de ellos, me agachaba a ratos cuando estar de pie se volvía algo cansador, y durante toda la noche no participé de las conversaciones porque sólo quería que las horas pasaran rápido para irme a casa.

Luego de horas, un oficial de policía llegó a la celda, observándonos con un serio semblante, ya era el mediodía, y nos guio a la misma habitación donde habíamos llegado, ahí nos entregaron nuestras pertenencias dentro de bolsas plásticas acompañado por una pequeña conversación sobre no volver a hacer desorden en la vía pública. El viejo oficial que había ingresado mis datos me sonrió amistosamente asegurando que esperaba verme en el museo y no tras las rejas la próxima vez que nos cruzáramos.

El cansancio físico mezclado con el mental se apoderó de mi cuerpo, me costó caminar y mi mente se redujo en lo que había pasado la noche anterior; con el latente hedor que permaneció en mi nariz, en una mezcla de orina, sudor, alcohol y vómito, el sonido de la voz de Frank que sin parar mantuvo una entretenida conversación con uno de los hombres, el cansancio y la frustración, era lo que deambuló por mi mente.

Con Frank salimos de la estación de policías, y por una última vez volteé mi cabeza con la esperanza que esa fuese la última instancia que pasara una noche en ese lugar, deseando no involucrarme en ninguna clase de problemas, o tener alguna urgencia para volver ahí.

El sol del mediodía golpeó sin piedad sobre mi rostro, obligándome a cubrir mis ojos con una mano, mientras que con la otra revisé mi teléfono para saber si Lynz, Ray o Mikey me escribieron durante la noche, pero para mi sorpresa no tenía ningún mensaje, y tampoco me iba a atrever a contarle a ninguno de ellos la noche que había pasado.

— Vendrá un amigo a recogerme, ¿quieres que te llevemos a tu casa? — La actitud fría desde la última vez que hablamos se esfumó, había vuelto a su normal amabilidad.

Aunque se veía tan tranquilo como siempre, sabía que mi deserción del Frente le había molestado, y preferí evitar cualquier clase de intercambio de palabras, por lo que atar mis agujetas cuando él decidió entablar una conversación era un escape de cualquier comentario de su parte por querer retirarme del grupo.

— No, gracias, pediré un Uber o algo...— me levanté del suelo, respondiendo con un tono seco, no tenía ánimos de crear ninguna clase de interacción, estaba exhausto.

Mordió sus mejillas por el interior, y torció sus labios hacia un lado levantando sus cejas y dejándolas caer al segundo— Como quieras — un gesto de indiferencia por su parte me hizo entender que seguía molesto.

Tenía seguro que él no me rogaría para que me quedara en el Frente, y yo no esperaba eso, en ese momento no quería saber nada más de él, o del centro vegano, menos de la noche anterior.

Tomé mi teléfono, pero éste no tenía batería, y en cosa de segundos un auto llegó haciendo sonar su bocina escandalosamente. —¡Qué noche! Acabo de ir a dejar a Misha a casa de su hermana, vive en Tribeca y... todo parece suerte— un chico se estacionó frente a nosotros, vociferando desde la ventanilla abierta.

Frank se acercó a su ventanilla, y golpeó el techo del auto, era un clásico Chevy impala de los años setenta, negro y al parecer en perfecto estado.

— ¿Sí? Gracias por venir a buscarme, estoy muy cansado para eso tomar el subterráneo, las celdas siempre te agotan de alguna u otra forma.

• LOSING MY RELIGION • {Frerard}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora