CAP XIII

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Pov Will.

Salimos del auto y caminamos a paso firme hacia adentro de la cafetería, que por cierto era mi cafetería. 

La campana que estaba arriba de la puerta sonó cuando abrimos la misma, anunciando nuestra llegada. A los alrededores no estaba sino la chica. Tal parece que mi Liam y ese otro chico se están cambiando para salir.

-- Oh buenas noches. Ya estábamos por cerrar, pero pasen. Bienvenidos, ¿En qué les puedo colaborar? -- Decía con educación.

-- Eh, Melissa ¿Verdad? -- Interrogue y ella puso cara de interrogación.

-- Perdón ¿Nos conocemos?.

-- Mira... -- Dije tomando asiento. -- Vine aquí por tres razones. Primera, porque quise; segunda, porque resulta que este lugar es de mi pertenencia -- y aún viendo su rostro de sorpresa continúe -- Tercero y más importante, Liam.

-- ¿Liam? -- Suelta sin entender, y ya se me subió la rabia que antes había dejado pasar, no le conteste y pedí para mí un capuchino. Que no demoro en llegar.

Pov Liam

Después de mis largas horas de trabajo. Para muchos pueden parecer pocas, pero que para mí son agotadoras por la barriga que ha empezado a pesar. Me quite el delantal, me puse la camisa y salí de la cabina del baño en la que estaba.

-- Pero que guapo -- Escuché decir Franco que se limpiaba con un pañuelo el rostro. Cosa que ya es más que costumbre para mí, ver cómo cuida excesivamente su rostro.

-- Gracias por el cumplido. Pero todos sabemos que cuando se trata de belleza tu eres el ganador. No me veo ni me considero lindo -- Respondí a su anterior comentario.

-- Que tú no lo notes, no quiere decir que otros no lo veamos. Y es obvio que entre tú y yo, quien gana en belleza eres tú. -- Está conversación-discusión ya la habíamos tenido antes y no llegábamos a ningún lado, así que cuando terminó de limpiarse el rostro, tomo su mochila al igual que yo y caminamos para la salida del baño. Antes de salir, Franco me dijo que me adelantará porque el iba a por algo que se le quedó.

Estando en el marco de la puerta mi vista recae en ciertos ojos que también me miran. No sentía tanto miedo pero lo tenía, sentía como mis piernas se hacían más débiles y mi cuerpo perdía fuerza. Me había encontrado y quizá era mi fin. Me giré y cerré los ojos, trate de regular mi respiraciones. Me quedé ahí hasta que pude recuperar cierta parte de energía y sin mirarlo camine a la puerta la cual no pide abrir porque desde afuera Vladimir y otro de los hombres que mantiene con "el jefe" trancaban la puerta. Trate de forcejear pero no pude.

-- Aún sabiendo que no puedes hacerlo, sigues intentando. -- le escuché decir y deje de intentarlo -- De verdad que no cambias. 

-- Déjame salir. -- Dije sintiéndome pequeño, y en mi lugar, viendo la perilla de la puerta.

-- ¿Porque debería hacerlo? ¿Solo porque me lo dices? -- Hablo burlón.

-- Que es lo que quieres de mi

-- Sencillo. -- Dijo poneidnose de pie -- Quiero que vuelvas conmigo. -- Me heche a reír mientras negaba con la cabeza.

-- No haré eso y no me puedes obligar. -- Solté firmemente dandome la vuelta para quedar frente a él, que estaba a uno cuantos pasos de mi.

-- Claro que puedo hacerlo. Después de todo el bebé que estás esperando es mí hijo tambien. -- Apreté los puños con fuerza y con ganas de estamparlo en ese cuerpo que era grande y sabía que mi goleo no le haría cosquillas. Me acerque mirandole a los ojos con furia.

-- ES MI BEBÉ. DEJA DE CREE QUE POR EL SIMPLE HECHO DE LLAMARLO HIJO PUEDES HACERTE RESPONSABLE DE EL. -- Le gritaba a cada paso que daba mas cerca de el. Ya me empezaban a picar los ojos, el llanto queria hacer aparición. -- No tienes que hacerte responsable, puedo criar a mi hijo por mi cuenta.

-- No me iré sin ti, y no te dejare ni a ti ni a mí hijo -- Lo escuché decir con algo de seguridad que no terminaba de creer. -- ESPERO QUE ENTIENDAS ESO DE UNA MALDITA VEZ -- Casi grito con esa voz gruesa que a cualquiera le eriza la piel. -- te bienes  por las buenas o por las malas.

Baje mi rostro y no pude contener más las lágrimas. Busque sostenerme en alguna de las sillas que estaba cerca, hasta que vi como Melissa se acercaba y me abría una para que me pudiera sentar.

-- No llores que le puede hacer mal al bebé. -- La escuché decir.

-- ¿Estas bien bien Li? -- Escuché decir está vez a Franco que desde hace algunos momentos observaba la discusión. -- Oye, tranquilizante. Inhala y exhala, inhala y exhala... -- Repetía hasta que fui tomando el ritmo que marcaba y recompuse  el cierta medida el aliento.

-- Estoy bien, no se preocupen -- Les dije con ganas de tranquilizarlos y mostrarles que ya yo lo estaba.

-- Es verdad lo que acabamos de escuchar ¿Estás emb..?

-- Embarazado, aja... -- Contesto William interrumpiendo a Melissa.

-- ¿Y este quien es? -- Pregunto Franco con hostigación. -- ¿Y que demonios hace aquí?.

-- Cuida tus palabras inbecil.

-- ¿Ahora tus niñeras responden por ti? -- Sentenció a las anteriores palabras dichas por Vladimir que había entrado a la estancia.

-- En primer lugar, no son ningunas niñeras y en segundo punto, puedo valerme por mí mismo -- Dijo sacando una arma de entre su cintura y apuntando a mi compañero de trabajo.

Me puse de pie lo más rápido que mi cuerpo me lo permitió y me puse en medio de ellos.

-- No le hagas nada. Me iré contigo, pero no le hagas nada. -- Repetí. William bajo el arma y la guardo donde la había sacado. Mire a Franco y a Melisa y fue solo una mirada lo que utilice para despedirme antes de caminas hacia la puerta seguido de el rubio.

Peligroso amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora