CAP XXI

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Pov Narrador

Sin ánimos de discutir, estando en presencia de su hermoso y primer hijo, el mayor salió de la habitación. Liam en cambio, sintió algo de emoción al notar que el rubio tiene algo de interés en el; es lo único que puede considerar, luego de ver y analizar cada paso que dio el mayor en su intento por convencerlo y estar con el.

Toda esa felicidad de fue abajo cuando Catalina le fue a visitar, le pregunto a la mujer por el paradero de su hermano, y ella le contó que le pareció haberlo vista pasar por los pasillos donde están las habitaciones de las mujeres que alegremente le sirven.

Cuando la mujer salió del recinto, el menor quiso llorar, pero como siempre se mantuvo firme y no se dejó achicar por ello. Una parte el ya sabía que la personalidad y gustos del mayor no cambiarían así por así, y eso le dolía. Le dolía haber descubierto que tenía sentimientos por el rubio, y le dolía más saber que sus sentímientos son 0% correspondidos, y que es unilateral. Por otro lado, llegó a pensar y analizar que esto también traía punto buenos, ya que al menos su sufrir es actual, en el futuro de seguro hubiera sido peor.

No pudo hacer más que quedarse en su lugar y cuidar de su más grande tesoro ahora. Hasta cuándo cayó la noche y también el sueño, no fue en contra de estos quedando dormido en un momento realmente corto.

A media noche despertó por el llanto de el pequeño Pelinegro, pero cuando lo busco en el lugar habitual, osea al lado suyo, no lo encontró. Se alarmó e hizo un movimiento brusco -que le causó dolor, pero lo dejo pasar soltando solo un quejido- para levantarse pero cierta voz conocida le detuvo.

-- Estaba llorando, y aproveché que pasaba por el pasillo. Ahora está tomando el biberón. -- William hablaba desde el otro extremo de la inmensa cama. -- Debes estar realmente cansado por eso no lo escuchaste. Vuelve a dormir.

-- Gracias. -- En un principio no estaba en sus planes hacerle caso al mayor, solo iba a acostarse y observar durante el tiempo que fuera necesario, aquella escena entre padre e hijo. Pero el sueño le venció a gran medida y de inmediato cayó en los brazos de Morfeo.

Ahora quién observaba era el rubio. En ese momento sentía una paz, tenía a alguien que dice quererle pero su corazón es reaccio a ese sentimiento, y tiene un hijo. La plenitud hace parte de si, y esa sonrisa en el rostro cada vez que ve a su bebé le hace sentirse lleno de energía. Quiere tener eso durante el tiempo que le queda de vida, pero sabe que si no está dispuesto a tener algo serio, el pelinegro no le aceptará.

Después de alimentar al pequeño Matt, sacarle el aire y arrullarlo; este también quedó dormido. Lo acostó en la cama y se quitó la ropa a excepción del boxer, y se acomodo también. Esa pequeña y para muchos insignificante escena también le hizo sentir cosa es si mismo. Con ese en mente al poco tiempo también quedó en la brazos de Morfeo.

•••

Al ochavo día de haber dado a luz la herida mostraba señales de cicatrización, ya estaba prácticamente cicatrizada. Y ese fue el mismo día que fue necesaria la visita de Victor para hacer otra ronda de revisiones al menor de la casa.

-- Hola Li -- Saludo entrando al cuarto.

-- Hola Víctor. ¿Cómo estás?  -- Interrogó con esa risa que cierta persona miraba a una distancia no tan larga.

-- Bien en lo que mi respecta. -- Respondió. -- ¿Y el pequeño Teo donde esta? -- Miro hacia los lados y encontró que la persona que lo tenía era nada más y nada menos. -- Señor William -- Saludo con cortesia.

-- ¿Victor? -- Pregunto.

-- Si, así es. -- El rubio estaba que le trataba como su mente le decía que lo hiciera, sin embargo, estando en presencia de el pelinegro no podía hacerlo. Solo puso a su hijo con cuidado en la cama y se alejo para que el hombre pudiera hacer su trabajo.

Peligroso amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora