CAP XXXVII

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-- Hola bebé llorón. -- Comento Lian apenas vio a su pequeño al entrar en el apartamento.

-- ¿Papi donde estabas? -- Interrogó haciendo un puchero mientras este le cargaba en brazos hasta la cocina donde su cuñada tapaba la caja de galletas con las que anteriormente había estado chantajeando al menor para que no llorara.

-- Tienes que ir aprendiendo a ser independiente, no siempre estarás con tu papá porque el es mío y no lo voy a compartir contigo. -- Interrumpió William antes que el mejor contestará a la pregunta de su pequeño que agrado su puchero y mostró luego cara de enojo a su padre.

-- No, mi papa es solo mío ¿Verdad papi?.

-- Claro amor, pero también soy de tu papá y el también es mío al igual que tú. Me entiendes -- Gabriel asintió sin haber entendido nada en realidad. -- Pero tu padre tiene razón, tienes que aprender a utilizar la independencia ¿Ok?

-- Ok -- Respondí pegándose al pecho de mi papá.

-- ¿Como se completó? -- Pregunto el rubio a su hermana.

-- Como siempre, no único con lo que se hace difícil tratar es con sus berrinches -- Respondió secando el plato y poniéndolo en su lugar

-- Gracias por cuidar de él.

-- No tienda que agradecerme cuñadito.

-- Bueno, estoy cansado y quiero darme un baño antes de ir a dormir hasta mañana. -- Dijo a la mujer. -- Creo que ayudaré a Gabriel a ducharse y cuando este chiquillo esté dormido lo haré yo -- Se despidió e hizo lo antes dicho.

Cuando estuvo en su cama preparado para dormir, se permitió esperar a su hombre que no demoro en entrar con una taza de café y un emparedado. Se los mostró a su marido quien negó, pero eso no le importo a William y fue obligado porque era poco lo que había comigo en todo el día. No había querido alimentarse mientras iban en el vuelo así que en este momento le tocó a la fuerza. Mientras el lo hacía, el mayor se desvistió -frente a él descaradamente- y entro al baño. Cuando salió el menor ya había terminado y se quedó embobado viendo el formido cuerpo de su amado, con esos tatuajes que le hacían ver tan, tan pero tan sexy y apetecible de comer en cualquier momento.

-- No responderé si me sigues mirando así -- Dijo el rubio dejando caer la toalla y subió por sus piernas apenas un boxer antes de entrar a la cama.

-- Yo no puedo mirarte porque no respondes, ¿Porque tú si puedes entrar a la cama mostrando ese cuerpo que bien sabes me hace querer comerte?. -- El rubio sonrió encantado y dejo un beso en los labios del otro.

-- Te amo -- Espeto acercándose al menor y quedando frente a frente con los rostros a centímetros.

-- No más que yo -- Acortaron la distancia y está vez hicieron el amor tan lento, con paciencia y tomándose el tiempo para pasar sus manos contrarias por toda la piel a su disposición del otro. Se dijero muchas otras veces cuánto se amaban y cayeron dormidos por el agotamiento del día y la anterior ronda de sexo.

A la mañana del siguiente día, Liam fue el primero en abrir sus ojos, tomó un hondo suspiro y se apartó de su pareja para ir al baño. Cuando salió despertó a su marido, fue a la cocina y como no encontró nada, hizo un pedido a la recepción y justo cuando esté llegó vio salir a William ya vestido.

-- Buenos días de nuevo -- Dejo salir de sus labios antes del beso.

-- Buen día precioso. -- Cata salió y tomo el desayuno con su hermano (él decidió no hacerlo porque quizá no debía, sabiendo a lo que saldrían) mientras mantenían una conversación, bueno, la conversación sobre lo que les tocaba hacer aquel día. Y no quisieron irse sin despertar a su hijo y darle los buenos días. Además, le dijeron que saldrían y que se comportará como era debido con su tía.

El trayecto a aquella casa tan distanciada de la ciudad estuvo cargado de nerviosismo. Sus manos entrelazadas, sus pensamientos analizando todo, pero sabiendo que cualquier cosa están ahí el uno para el otro. Cuando bajaron de auto, fueron guiados a lo que parece ser la enfermería donde ya el pecoso mayor estaba esperándolos. Saludos fueron y vinieron, hasta que el motivo de su presencia fue la clave de su siguiente actuar.

Al parecer en tan solo un día (o solo parte de la tarde y noche) fueron suficiente para que Rondolf comprara todos los aparatos necesario y asi no tuvieran que asistir a un centro de salud. Así que les sacaron sangre y les tocó esperar dos horas tan solo para tener un resultado. Liam mentalmente era un lío de pensamientos, no sabía cómo actuar si esto resultaba en una confirmación, no sabía si tenerle rencor al que sería su padre verdadero por haber tirado la toalla en su "muerte"  (aunque era obvio que este no tenía culpa), no sabía si el hombre al igual que el que era su padre le hara maldades, no sabe que hacer y es debido a aquello que está hecho todo a manojo de nervios.

Igual está Rondolf. La diferencia es que este en cambio esta al pendiente de la realidad a su alrededor y nota el estado del menor, es consciente de como la pareja del chico sostiene su mano y trata de livianar con esto el nerviosismo de su pareja.

El tiempo para todos paso tan lento que cuando el encargado de la prueba dejo el sobre arriba del escritorio del mayor, el ambiente su puso más tenso para Liam. Pero no estaba en los planes del pecoso mayor perder más tiempo teniendo la incógnita, así que lo tomo, suspiro y la abrió; leyó poco antes de llegar a la respuesta o más bien al número.

Compatibilidad en un 99%

-- Si eres mi hijo. -- Dijo más para si mismo que para los otros dos que al escucharle se miraron y sintieron como se formaban un nido en sus gargantas.





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A cuatro capítulos para el final de la historia.

Peligroso amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora