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Salí del casino junto a Volkov, intentando caminar correctamente a pesar de la gran cantidad de alcohol que había ingerido.

- Vamos, ven, mi coche está aquí cerca - Me dijo Volkov quien me sostenía de la mano para que lo siguiese, era un gesto que había estado haciendo durante toda noche y me parecía muy dulce.

Eran las 3:46 de la mañana.

Decidí irme con Volkov y dejar a Emilio en el casino, no me apetecía ir a buscarle, solo quería llegar a casa.

Con ayuda de Volkov me subí a su coche y él se subió en el asiento del conductor.

- Eres un comisario muy rebelde, conduciendo borracho... Este no es mi ídolo - Dije con un tono burlón.

- No estoy tan borracho, recuerda que soy ruso - Dijo empezando a conducir, por lo que yo me reí.

El trayecto fue bastante cómodo, sentía que mi relación con Volkov había mejorado muchísimo gracias a esta noche.

Cuando llegamos a casa, Volkov paró el coche en la puerta y yo traté de bajar torpemente, fallando en el intento, a lo que Volkov se rio.

- Deja que te ayude - Me dice Volkov, sale del coche, me abre la puerta de copiloto y me agarra, tirando suavemente de mi cuerpo para que pueda salir.

Cuando lo consigo, tropiezo con mis propios pies y casi me caigo al suelo, de no ser porque Volkov me atrapa. La situación parece tan absurda que ambos reímos a carcajadas.

Volkov me acompaña hasta la puerta.

- Buenas noches Gustabo, me lo he pasado genial, espero repetir.

- Lo mismo digo rusito, lo mismo digo.

Y al terminar de hablar Volkov une sus labios con los míos, comenzando un intenso beso, mientras el agarra mi cadera con delicadeza y yo poso mi mano en su mejilla.

Al separarnos, nos miramos y volvemos a reír. Y quiero creer que toda esta magia que hay entre nosotros ahora mismo, se debe a un efecto secundario del alcohol.

Volkov finalmente se va y yo entro a casa.

Cuando llego al salón y enciendo las luces, veo a Horacio sentado en el sofá, parece que ha estado toda la noche esperándome.

- Horacio... - Digo y cuando me quiero dirigir hacia él, mis pies vuelven a tropezar haciéndome caer al suelo.

- Gustabo, joder, ¿Cuánto has bebido? - Pregunta preocupado Horacio.

- Bastante... - Me rio sin sentido alguno.

- Veo que te lo has pasado bien con Volkov - Dice Horacio desanimado, ayudándome a levantarme para sentarme en el sofá.

- Nos has visto...  - Afirmo más que pregunto.

- Por la ventana - Dice simplemente él con gran tristeza en su voz.

- Horacio... Yo... - Intento buscar palabras que puedan animarle, pero sé que nada lo hará.

- Gustabo, sé que no sientes lo mismo por mí, me ha quedado claro, pero... por favor, solo esta noche - Abro los ojos con sorpresa ante sus palabras, sonaban desesperadas y deseantes.

¿Realmente me estaba pidiendo eso?

Un gran silencio se forma entre nosotros, mientras seguimos mirándonos fijamente a los ojos, no apartamos nuestras miradas.

El alcohol en sangre no me deja pensar con claridad, por lo que no soy capaz de medir las futuras consecuencias de mis actos y me está empezando a parecer una buena idea...

Así todo se arreglaría con Horacio, ¿No?

- Solo una noche, ¿verdad? - Pregunto tratando poner mis ideas en orden.

Horacio asiente, intercambiando miradas entre mis ojos y mis labios, un pequeño rastro de ilusión cruza su rostro ante la idea de que yo pueda aceptar.

Joder... Solo una noche.

Me muerdo el labio inferior y acepto la propuesta con un leve asentimiento con la cabeza y Horacio lo entiende perfectamente ya que, con inseguridad ante sus propios movimientos, sujeta mi mejilla y se acerca peligrosamente a mis labios.

Con suavidad, me besa, rozando sus labios con los míos con cautela, como si sintiese miedo ante la idea de que me pueda apartar.

Sus labios son dulces, saben a chicle de fresa y queriendo explorar más de ese sabor intento profundizar el beso, pegando más mi cuerpo al suyo en el sofá.

Horacio ante mis actos, decidió introducir su lengua en mi boca, lo cual le permití, convirtiendo el tierno beso inicial, en uno más desesperado, sensual y demandante.

La incomodidad del sofá no nos permitía movernos con libertad y Horacio lo notó, por lo que, de un rápido movimiento se levantó, atrapándome entre sus brazos, haciendo que rodeara su cadera con mis piernas, ocasionándome un jadeo de sorpresa y se dirigió a mi dormitorio.

Al llegar, con delicadeza, posó mi cuerpo en la cama y se posicionó encima de mí, volviendo a atrapar desesperadamente mis labios, haciéndome soltar varios suspiros.

Horacio empezó a repartir besos y mordidas en mi cuello, mientras yo jadeaba y susurraba palabras sin sentido.

La ropa empezaba a molestar, por lo que, de un ágil movimiento, Horacio se quitó su camisa y con mi ayuda también se deshizo de la mía.

Sus labios eran dulces y su cuerpo estaba trabajado y desprendía calidez, lo que me hizo querer más. El alcohol y la excitación no eran una buena combinación.

Atraje más a Horacio a mí y este empezó lamer, morder y a repartir pequeños besos por todo mi cuerpo, comenzando por el cuello, bajando por la clavícula y terminando en mis pezones con los cuales jugó un rato mordiéndolos y succionándolos, haciéndome gemir ante esa nueva oleada de sensaciones y volviendo mi respiración errática.

Horacio siguió bajando por mi vientre, dando suaves mordidas en mi estómago mientras yo jadeaba y al llegar a mi entrepierna se detuvo.

Con suavidad, quitó mis pantalones. La mirada de Horacio hacia mí era de pura adoración, se notaba que esta situación era como un sueño para él.

De forma repentina, solté un sonoro gemido que retumbó por toda la habitación, cuando Horacio introdujo su mano dentro de mi ropa interior, dando un pequeño apretón a mi miembro.

En esos momentos mi razón se había ido a la mierda, la excitación recorría mi cuerpo y el alcohol hacía que cada sensación se intensificase. No era capaz ni de saber dónde estaba, solo me dejaba llevar por las sensaciones.

Horacio, empezó a mover su mano sobre mi miembro, masturbándome con un ritmo lento y profundo, haciendo que gemidos saliesen continuamente de mis labios. El placer que sentía me nubló completamente la razón.

- C-Conway... - Gemí con fuerza ante un nuevo movimiento de su mano.

Entonces, Horacio se detuvo y su cuerpo se tensó.

- ¿Q-qué a-acabas de decir? - Me preguntó mirándome tartamudeando por los nervios y la impresión.

Yo no escuche su pregunta, ni me percaté de mis palabras, ni de la situación, solamente trataba de que mi respiración caótica, volviese a la normalidad.

Horacio, al mirar cómo me encontraba, entendió la situación.

Estaba completamente borracho, se estaba aprovechando de mi estado.

Y así, sin mirarme ni decir palabra se marchó de mi cuarto, arrepentido.

Yo sin entender qué cojones había pasado, me acomodé en la cama y caí profundamente dormido.

Qué noche tan intensa

☆Irresistible☆ {Gustabobowl AU}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora