Esta vez Shi QingXuan no tuvo que preguntarse a quién se enfrentaría: el dios vio su propio rostro en el Reverendo de palabras vacías, un rostro demacrado y consumido por el odio cuyo único propósito era alimentarse del miedo de sus víctimas. El ente de mal augurio tomó la espada de Bai WuXiang y arremetió contra Shi QingXuan con una furia aterradora, el dios retrocedió esquivando el primer ataque y bloqueó el segundo con su espada mientras su mente trataba de asimilar lo que estaba pasando.
Estoy luchando contra mí mismo
Esto era una locura, una locura total. ¿Cómo era posible que su calamidad celestial se hubiera torcido hasta este punto? ¿Qué clase de prueba era esta? Por primera vez desde su ascensión Shi QingXuan se preguntó si valía la pena conservar su divinidad, si no era mejor declinar su puesto y volver a la vida mortal que solía tener. Sin embargo, para eso debía superar esta prueba primero, no iba a morir a los pies de una versión malvada de sí mismo… y además tenía dos promesas que cumplir.
Prometió a su Shizun no defraudarlo.
Prometió a su amado siempre elegirlo.
Ambos lo estaban mirando en ese momento.— No puedes matarme— dijo el Reverendo de palabras vacías—. Hay una sola persona que podría hacerlo y jamás levantaría su mano contra mí.
— Solo debo vencerte— dijo Shi QingXuan—. Vencer a alguien no siempre significa quitarle la vida.
— Eso lo veremos, señor del Viento.Shi QingXuan fue el primero en atacar esta vez, lanzando una estocada que fue bloqueada por su contrincante y volvió a atacar para no dar tiempo al Reverendo de palabras vacías para defenderse, haciéndolo retroceder cada vez más hacia la Puerta Malvada. Su plan era herirlo lo suficiente para dejarlo debilitado y después patearlo de vuelta a su mundo sombrío, ofreciendo su propia sangre para cerrar la puerta. Jian Xi había dicho que se necesitaba sangre voluntaria, pero no que esa sangre debía ser rociada al matar a alguien y si el Reverendo seguía vivo o no del otro lado de la puerta le tenía sin cuidado, lo importante para él era sacarlo de aquí y poner cuanta distancia pudiera de por medio.
Iba a dormir una semana entera cuando esta calamidad llegara a su fin, estaba seguro de eso.
Shi QingXuan fue repentinamente tomado por sorpresa por un ataque furtivo del Reverendo de palabras vacías. El filo de la espada estuvo peligrosamente cerca de su cuello, sus reflejos lo hicieron actuar con celeridad y se apartó, aún así recibió un corte superficial en el cuello que no le daba ninguna molestia preocupante, solo sentía un leve ardor que lo hizo suspirar internamente al pensar en que ahora tenía una gran colección de cicatrices en su cuerpo y llevaba apenas una sola calamidad celestial, no quería imaginarse cómo serían las demás. El intercambio de movimientos entre los dos siguió a tal grado que ni siquiera los mayores artistas marciales pudieron seguir el paso en su observación, siendo posible distinguir únicamente una figura de blanco y una de negro luchando entre sí hasta que, repentinamente, las dos espadas salieron volando y los dos combatientes se detuvieron. El viento sopló rodeando a los dos hombres, reconociéndolos por igual como sus maestros.
Después de todo, en esencia eran la misma persona.
El Reverendo de palabras vacías extendió los brazos, oleadas de viento convertidos en remolinos lo rodearon y dijo en un susurro:
— Viento, ven a mí.
Acto seguido, lanzó los dos remolinos en dirección a Shi QingXuan, que desplegó su abanico y lanzó un tornado que chocó con aquel ataque, estrellándose con una gran brisa que recorrió el lugar. Shi QingXuan dio un paso adelante para impulsarse saltando, golpeando al Reverendo de palabras vacías con el abanico extendido, haciéndolo caer al suelo, después arremetió en su contra lanzando un golpe con la palma de la mano extendida, rebosante de poder espiritual, dispuesto a darle un golpe letal a su oponente, el Reverendo actuó rápidamente extendiendo la palma de la mano contrarrestando aquel ataque al tiempo que se ponía de pie con un salto.
— ¡Viento, ven a mí!— exclamó Shi QingXuan lanzando una ráfaga de aire cortante que rasgó la pálida piel del Reverendo de palabras vacías, lo cual sorprendió al fantasma.
— Solo quienes no tienen temor alguno pueden herirme de ese modo— dijo.Con una rabia inusitada, el Reverendo de palabras vacías se dirigió a Shi QingXuan con la intención de atravesarlo a pesar de que no tenía ni una sola arma. Este niño no solo era inmune a su don de maldecir gracias al rey demonio Agua Negra, sino que podía realmente herirlo al perder el miedo que sentía con su presencia. ¿Qué se creía? ¡Era una situación humillante para él! Él, que había sembrado el terror y la desgracia en su propio mundo… ¡siendo vencido por este mocoso! Era algo que no podía permitir. ¡Iba a hacerle pagar con su vida esta afrenta a su persona!
Sin embargo, para su desespero el dios podía evitar sus ataques con una facilidad envidiable. A pesar de que Shi QingXuan había entrenado junto a Lan XiChen usando una espada, había aprendido a cabalidad la técnica mezclada de Gusu Lan y el Monte Xuandu, siendo capaz de ejecutarla aún sin tener ningún arma a mano, de modo tal que fue sencillo para él poder responder con celeridad a los ataques de su contrincante hasta que de un último empujón lo arrojó peligrosamente cerca de la puerta abierta. Ambos se lanzaron uno contra el otro dispuestos a seguir el combate, siendo frenados por alguien más.
Las dos voces, tan distintas entre sí como el día y la noche, pronunciaron la misma palabra con una mezcla de sorpresa y temor.
— ¡Hermano!
Shi WuDu se había interpuesto entre los dos, y su mirada se dirigió a Shi QingXuan con una sonrisa.
— No llores por mí— dijo al ver el semblante del dios—. Recuerda que tú y yo somos de mundos distintos.
Aún así, el antiguo señor del Agua se inclinó para limpiar las lágrimas del señor del Viento con ternura.
— Donde sea que esté ahora, sé que estaría orgulloso de ti— dijo—. Así que no sufras por una pérdida que ya has llorado.
Dicho esto, Shi WuDu volteó hacia el Reverendo de palabras vacías, acercándose a él con calma, y se arrodilló a su lado. Por primera vez en mucho tiempo, el miedo volvió a su muerto corazón, recorriendo su cuerpo con sacudidas que creyó jamás sentiría de nuevo.
— ¿Qué estás haciendo?— preguntó con temor.
— Termino con nuestro sufrimiento— respondió Shi WuDu abrazando a su hermano menor, al que no había podido salvar en su momento—. QingXuan, ya fue suficiente.Shi WuDu tomó el arma más cercana, que era la espada Shui, y con ella atravesó al Reverendo de palabras vacías, sujetándolo con fuerza para evitar que huyera hasta que se quedó inmóvil, en ese momento se puso de pie con el cuerpo en brazos y lo dejó del otro lado de la puerta, quedándose él parado en el umbral.
— Ofrezco mi sangre voluntariamente para cerrar esta puerta— susurró.
— ¡Espera!Shi QingXuan corrió la puerta, trastabillando a medio camino y cayó al suelo. Shi WuDu le sonrió una última vez y levantó la espada, cortando su cuello. La sangre cayó sobre la puerta, el antiguo dios arrojó la espada lejos de ésta y cayó junto a su hermano en el momento que la Puerta Malvada se cerraba con estrépito, desvaneciendose, destruyendo todo lo que había cruzado.
La mente de Shi QingXuan se rompió en ese momento.

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Viento celestial (3/4)
FanfictionEl pico SiSheng ha decidido convocar a varias sectas para un torneo de habilidades, entre las cuales se encuentra Gusu Lan. Viendo esto como una oportunidad de entrenamiento, Shi QingXuan decide acompañar a su maestro con el fin de prepararse para e...