10. Una futura pareja de esposos

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Largos y fríos dedos tamborilean sobre la elegante mesa para dos, son el único signo de nerviosismo e impaciencia de su dueño.

Al inicio, cuando su padre le comunicó hace un año que había llegado el momento de elegir a un Omega para que fuera su esposa, se sintió irritado por la idea.

Solo tenía 21 años, quería concentrarse en su carrera y negocios, no quería perder el tiempo con algún mimado Omega hijo de alguna familia importante.

Desde que se había corrido el estúpido rumor de que la familia Mo buscaba a los mejores Omegas para elegir entre ellos al candidato adecuado para casarse con su familia, no dejaban de llegar propuestas de matrimonio en donde se enlistaban las mejores cualidades de los Omegas de cada familia que querian lograr un estatus más alto o lograr una función importante entre empresas o negocios.

Él estaba cansado de todo eso, por lo que estaba dispuesto a rechazar a cada uno de esos Omega, no quería saber nada de ellos. Su padre no podría obligarlo, ya tenía su propia empresa y sus propios negocios.

¿Qué más daba si lo sacaba de la línea familiar?

Pero todo cambió cuando lo vio por primera vez.

Hace seis meses, en una fiesta de máscaras para reunir fondos organizada por un grupo de empresas de la que no recordaba el nombre, fue cuando conoció a quien era su destino.

Debido al ambiente en el que creció, él creía que todos los Omegas eran criados delicadamente y mimados por sus familias, desconocía la verdad de las cosas, pero tampoco era que le importará.

Por lo que aquel pequeño Omega era un trago de agua fresca en el desierto.

Observó durante la noche como era tratado fríamente por su propia familia y despreciado por sus padres frente a los demás, sin importarles en nada la imagen que pudieran dar hacia el resto de invitados.

Pero aún así, aquel Omega parecía brillar en aquella sala a pesar de usar una anticuada máscara, sobre todo cuando se acercaba a otro pequeño Omega y a una mujer Beta en particular. Se notaba como se relajaba y podía ser el mismo. Pudo observarlo reir, deseando saber cómo sonaría su risa.

Preguntó a su padre si sabía de qué familia era miembro ese Omega, a lo que su padre solo negó con indiferencia.

El resto de esa noche fue aburrido, como todas las cenas de caridad a las que había asistido hasta el momento. Lo único que lo entretenía era observar desde la distancia al Omega que lo había cautivado.

Y sin duda, el destino estaba de su parte.

La fiesta estaba por terminar, cuando decidió ir a tomar un poco de aire fresco a uno de los balcones del lugar. Al llegar, apoyado contra el barandal de encontraba su pequeño Omega, quien se había retirado la máscara por lo que pudo contemplar su bello rostro bajo la luz de la Luna.

Sin darse cuenta, por instinto, comenzó a dejar salir su aroma de atracción. Su Alfa gruñendo internamente de satisfacción, deseando marcar a ese pequeño Omega como suyo.

El pequeño Omega lo observó sobre su hombro, su mirada parecía nublada y confusa a pesar del ceño fruncido.

--Tu, no puedes ir por ahí dejando salir tu olor como si estuvieras en tu casa --le reprendió el Omega arrastrando un poco las palabras--. ¿No sabes que hay Omega aquí? ¿Crees que por ser Alfa puedes hacer lo que te dé la gana? --una risa sarcástica escapó de sus labios--. Por supuesto que lo crees...todos los Alfas son así... el único Alfa decente que conozco es el Presidente Shen --un leve suspiró escapó de sus labios--. Todos deberían de ser como el Presidente Shen.

Orgullo y PrejuicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora