Capítulo 16

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Llegaron a la vieja casa de su infancia, le traía más malos que buenos recuerdos, lo único digno de rescatar en esa pocilga, estaba 3 metros bajo el tierra, y con ella cualquier esperanza de una buena vida, suspirando, se encaminó junto a Potter a la vivienda, recorrió la vivienda con cautela para asegurarse que no estaba Tobías, y al no verlo se adentraron al lugar.
-Bueno Potter, bienvenido a la pocilga, digo, mi dulce hogar-, soltó con sarcasmo.
El pelinegro observó que su acompañante se removía incómodo, él entendió el motivo de su actitud, el de lentes estaba acostumbrado a lujos y cosas bonitas, y la hilandera era todo, menos eso.
-Voy a subir a buscar mis cosas, quédate aquí y si aparece alguien tienes mi permiso para hechizarlo.
No esperó respuesta y subió a la habitación de él, cuando se desocupara de ahí, entraría a la de su madre, para obtener cosas que la recordaran.
Entró al cuartucho que llamaba habitación, tomó sus libros, los cuales le ayudaban adentrarse a mundos diferentes, y olvidar su miseria de vida, se agachó y sacó de debajo de su cama una caja grande, donde tenía los regalos que los chicos le habían dado a lo largo de los años, y una libreta, en ella anotaba todo lo que le pasaba en el año escolar, ahí se encontraba escrito cada pensamiento, tanto positivo como negativo, eso le había ayudado a liberarse, no la tenía en el colegio, para evitar que la chismosa de Gigi la leyera, o Barty le entrara curiosidad y la encontrara dentro de sus cosas, y conociendo a ese par, eran capaces de confabularse y robar la libreta solo para saciar su curiosidad. Pero ahora no tenía más opción, ya no iba a regresar a esa casa, se la tenía que llevar si o si, algo se le iba a ocurrir para tenerla lejos de esas cotillas.
Sacó un bolso de bolsillo de su túnica, y guardó todo lo que era suyo, cuando llegara al colegio dejaría lo que le iba a ser útil, y lo demás lo llevaría a la casa de Gigi, porque si no lo hacía, ella era capaz de clasificar por si misma las cosas y enviarlas a la mansión Zwinglio.
Con todo listo, entró al cuarto de su madre, era un cuarto muy lúgubre, como lo era la vida de ella con ese engendro, pensó él. Buscó en el escaparate y encontró una caja entre la ropa de ella, la abrió para revisarla, tenía varias fotos donde estaba ella de joven, y en una de ella con un bebé, que supuso era él, sonrió con melancolía, había una carta la abrió y la leyó.

Querido hijo.
Si estás leyendo esto, es porque debo estar muerta, no te sientas culpable, lamento no haber sido lo suficientemente valiente para sacarte de ese lugar, pero quiero que sepas que de lo único que jamás lamentaré, fue el haberte tenido, cuando me enteré de que venías, en parte me asusté, por que no sabías si ibas a tener magia, pero al tenerte en mis brazos fui la persona más feliz del mundo y me olvidé de cualquier preocupación, sé qué por mi culpa, no has sido un niño "normal", sino retraído y con un humor negro como método de defensa, pero quiero que seas feliz y rompas la maldición que en mi familia se ha pasado de generación en generación, confío plenamente en ti, mi amor. Además, te dejo mi libro de hechizos, tus amigos y tú, le van a dar un buen uso. No te sientas mal por aprender magia oscura, este tipo de magia tiene sus cosas buenas si se sabe usar, lo que hace algo bueno o malo, son el porqué y para qué lo usas. Antes de terminar esta carta, por favor acepta la ayuda de mi familia para que puedas llegar más lejos, y mantente unidos a los chicos ellos te quieren.
Estoy orgullosa de ti.
Te deseo felicidad.
Con amor.
Mamá.

Al terminar la carta, sus lágrimas se salieron sin su permiso y control, le iba a ser difícil seguir sin su mamá a pesar de todo, ella le trataba de dar amor, pero debía ser fuerte, por ella y por él mismo, iba a cumplir todos sus sueños y hacerla sentir orgullosa, limpió sus lágrimas, empacó todo lo que era de su madre y lo guardó en la bolsa.
Al bajar a la sala se encontró con Potter jugando con su varita, este se sobresaltó al verlo llegar.
-¿Todo bien?-, preguntó el castaño.
-Todo bien, vámonos de aquí, ya terminé lo que debía de hacer-, y con una sonrisa se encaminó a la puerta, la abrió y una ráfaga de aire lo envolvió, se sentía libre, de un modo o otro se había librado del yugo de Tobías y dónde estuviera su madre, ella también se había liberado y eso lo hacía sentir un poco feliz.

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