capítulo 26

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Después de comer, salieron a caminar un rato por la isla, para él era un lugar mágico, a pesar de que era un lugar habitado por muggles, James colocó su brazo en sus hombros, su corazón latía con felicidad, pasaron por un parque, había gente con la ropa tradicional del país, James lo tomó del brazo y se dirigieron a ese lugar lleno de gente.
Había parado un hombre con una lista, James iba a pasar de largo, cuando dicho hombre lo detuvo.
—Disculpe no puede pasar, es una boda privada—, le dijo en un perfecto inglés, en un tono que no admitía réplicas.
—Nosotros estamos invitados, yo soy familia del novio—, le contestó James en un tono relajado.
Severus miró al chico de lentes como si hubiera enloquecido, pero no dijo nada.
—Entonces deme la tarjeta de invitación.
—Se me perdió, pero puede mirar en la lista.
—Deme su nombre.
—Por supuesto, yo soy…
Un viento hizo que la hoja de la lista saliera volando, bueno, James hizo magia haciendo que la hoja volara, y él con sus buenos reflejos, la atrapó.
—Henry Ford—, le dijo James.
El hombre revisó la lista y los hizo pasar, cuando estuvieron fuera del alcance de oído, Sev por primera vez habló.
—¿Qué demonios crees que estás haciendo Potter?
—¿Tú qué crees Sev?
—Estás loco.
—Un poco de locura no le hace mal a nadie.
Sev bufó, pero en el fondo la situación le parecía divertidísima.
Se sentaron en una mesa con 4 personas más que los miraban raro, pero James les regaló su mejor sonrisa.
—Tu novio es muy atractivo, cuidalo, uno nunca sabe—, le dijo la anciana que estaba al lado de él.
Sev le iba a aclarar que ellos no eran novios, pero empezó la ceremonia, la pareja que se estaba casando veía nerviosa pero a la vez feliz, y sin quererlo se imaginó parado en el altar con James, sacudió la cabeza para quitarse esos pensamientos.
El hombre que propiciaba la ceremonia, hablaba sobre el amor, y lo importante que era, muchas personas empezaron a llorar, Severus rodaba los ojos de tanto en tanto, llegó el momento en que el novio debía besar a la novia y dicho novio no se movía, hasta que una fuerza externa lo empujó haciendo que se pegara a la chica, y así finalmente dieron su primer beso de casados.
—Que extraño fue eso—, le dijo la anciana que estaba a su lado, es como si una fuerza mágica lo hubiera empujado, ¿No te parece raro?
—Sí, muy raro—, le contestó el pelinegro mientras fulminaba discretamente a James con la mirada.
El aludido lo miró sonriente y le guiñó un ojo.
Antes de dar inicio a la celebración, empezaron los discursos, eran simples, sin emoción, solamente les deseaban a la pareja lo mejor.
—Los discursos de Dumbledore son más emotivos—, le dijo en un susurro James.
Sev se mordió el labio para no reír, estaba totalmente de acuerdo con él, generaba más emoción las palabrerías del chiflado director, que esos discursos de las personas más cercanas a la pareja.
—Pero tranquilo, yo lo solucionaré—, le dijo con una sonrisa traviesa.
Antes de que pudiera detenerlo, él se levantó y llamó la atención de los presentes, Severus quería esconder la cabeza en la tierra como una avestruz.
—Quiero felicitarlos a ambos, hoy en día es difícil encontrar a alguien con quien pasar el resto de tu vida, ya que para hacerlo debes encajar, y no con cualquiera encajas o cualquiera conoce tus defectos y se queda ahí, no cualquiera lucha por lo que quiere, y no cualquiera te ama incondicionalmente a pesar de tus errores, y sobretodo no cualquiera se arriesga a amarte sin importar lo que pueda pasar después así que—, levantó su copa— salud por la pareja.
Todos alzaron su copa y brindaron por los recién casados, los cuales estaban llorando de la emoción.
—No sabía que eras un romántico Potter, me sorprendes.
—Hay muchas cosas que no sabes de mi, pero no te preocupes, pronto te darás cuenta de todas mis facetas—, le dijo guiñándole un ojo y sonriendole—, ya vengo, voy para el baño.
Severus se quedó mirando por donde se había ido James.
—Estás enamorado totalmente de tu novio—, le dijo la anciana a su lado.
—No es mi novio—, contestó el pelinegro, omitiendo convenientemente la parte de que estaba enamorado del Gryffindor.
—¿Por qué no?—, preguntó la anciana con demasiada curiosidad.
Sev le hubiera contestado de una manera para nada educada que no se metiera en donde nadie la llamaban, pero sin quererlo y desearlo se encontró contándole todo a esa desconocida, desde el principio de su relación con James hasta ese momento.
—Entiendo que dudes, sinceramente me preocuparía que no tuvieras tus inquietudes, unos días de vacaciones no quitan años de maltrato, no te asustes por lo que voy a decir, pero él te ama, se nota en sus ojos.
Severus se removió inquieto ante esa declaración.
—Entonces ¿Qué hago?
—Dale tiempo a que sanes tus heridas, que se siga esforzando por ganar tu amor, que demuestre que no es el mismo patán de antes, ya ha demostrado que está cambiando, te está demostrando que le importas y quiere estar contigo, haciendo acto de presencia, se está mostrando constante pero no raya en el punto de ser agobiante, te está dando tu espacio y no te presiona, eso es bueno, la decisión está en tus manos.
Eso él ya lo sabía, su corazón decía una cosa, pero su mente otra, y no sabía a quien hacerle caso.
—¿Quieres saber cuál es la prueba fehaciente de que alguien te ama?
—¿Cuál?
—Cuando te deja ir, cuando quiere que seas feliz así no estén juntos, cuando se arriesga a soltarte a sabiendas que hay posibilidad de que no regreses, cuando coloca tu bienestar primero que el suyo, ahí sabes que te ama, porque quien te ama te deja en libertad, pero cuando tu amor es de verdad, no te vas, no porque tengas miedo, sino porque te sientes seguro con esa persona, que eres feliz y pleno, que amas y eres amado sanamente, esa es la mejor prueba de que el amor es verdadero.
Sev asintió con la cabeza, aunque quisiera hablar la voz no le daba, apareció James y le ofreció bailar.
—No bailo James.
—Ohhh vamos Sev, aprovechemos el momento, baila conmigo.
Severus se iba a volver a negar, pero la anciana lo interrumpió.
—No te hagas de rogar muchacho, baila con el chico, la vida es una sola.
El Slytherin soltó un suspiro y aceptó bailar con el Gryffindor.
Ambos se dirigieron a la improvisada pista de baile, empezaron a bailar un vals suave, así que aprovechando el momento, el pelinegro se pegó al pecho de su acompañante, dejándose embriagar de su aroma, su corazón latía como loco, pero a la vez se sentía en paz, y llegó a la conclusión de que sí, estaba enamorado.

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