Capítulo 19

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Severus estaba extrañado por el comportamiento de él idiota de Potter, todo el día se la pasó ignorándolo, cada vez que sus miradas chocaban el otro la quitaba, cuando se encontraban en un pasillo lo ignoraba completamente, y eso era extraño, la indiferencia no era precisamente el fuerte del Gryffindor, ni siquiera bromas ya le hacían y eso sí que era de extrañarse. Estaba en su cuarto leyendo, cuando una nota llegó volando y se posó en las páginas del libro, tomó el pergamino y lo abrió.
A las 10 en la sala de los menesteres.
J.P.
-Estúpido Potter y su manía de colocar mi mundo de cabeza-, dijo soltando un suspiro frustrado.
°•°•°•°•
A las 10 en punto estaba abriendo la puerta de la sala de los menesteres, ahí estaba él tan hermoso como siempre, pero colocó su cara de fastidio e indiferencia.
-Aquí estoy Potter, terminemos esto de una vez-, dijo con un tono aburrido, pero en el fondo estaba ansioso por lo que iba a pasar.
Potter se volteó para mirarlo y le dio una sonrisa triste, y sacó su varita, el Slytherin al ver esa acción sacó la suya y se colocó en modo de defensa.
-No es necesario que te coloques así, sólo te hice venir para romper el trato, ya no quiero seguir jodiendote la vida.
-¿Qué?
-No quiero seguir con esto.
-O sea ya te cansaste de mí.
-¿Qué?, ¡No!, por supuesto que no, yo solo...
-Tomaste la decisión sin ni siquiera pensar en mi opinión, ¿O me equivoco?
-¿Tú quieres seguir con esto?-, preguntó el de lentes con una ceja alzada.
Con esa pregunta su lado racional y la voz del deseo tuvieron una pequeña disputa.
-Di qué no, esa la oportunidad de deshacerte de ese idiota y eliminar cualquier sentimiento por ese ser-, dijo con tono autoritario su lado pensante.
-Di qué sí, aprovecha esa oportunidad y te lo sacas del sistema, matas esas ganas que te traes con él y listo-, acotó con voz lujuriosa su parte irracional.
-¡No!
-¡Sí!
-¡Basta los dos!
Ambas voces se callaron de inmediato, pensó en la respuesta que tenía que pronunciar, y con un suspiro la soltó.
-Sí, quiero seguir con el trato.
-¡Ja!, ¡Gané!-, gritó victoriosa la voz del deseo.
-¡Qué te calles!-, le dijo Severus.
-Ojalá no te arrepientas de esta decisión-, le dijo en tono lastimero su parte racional.
-Yo también espero lo mismo-, le contestó él a su conciencia.
Al recibir la respuesta, el león se lanzó a devorarle los labios, con ganas.
-Vaya, muy bien que representa la ferocidad de su casa-, dijo con voz juguetona la voz del deseo.
¿Es que acaso esa maldita no se cansaba de joder?
Severus devolvió el beso con ganas, dejando en el todas las ganas que le tenía a su acompañante.
-Quiero hacerlo.
-¿Qué?-, le preguntó James un poco confundido.
-Quiero que tengamos sexo.
-¿Estás seguro?
-Sí, pero con una condición.
-¿Cuál?
-Cuando estés...
-¿Penetrandote?
-Si-, admitió un poco sonrojado el Slytherin.
-¿Qué sucede con eso?
-No quiero que lo hagas con dulzura ni delicadeza
-Pero...
-Pero nada, no quiero que me trates con delicadeza, entre nosotros-, hizo énfasis señalando entre los dos-. No hay amor para que te tomes esa molestia.
-Está bien.
-Ok.
-¿Lo hacemos ahora?
-Sí.
Se volvieron a besar, sin delicadeza, entre beso y beso se dirigieron a la cama, quitándose la ropa, caricias iban y venían, ambos cayeron en el colchón, sus lenguas estaban en una lucha que ninguno quería perder, cuando sus bocas se separaron, la de James empezó a dejar chupones por la blanca piel de su compañero, mientras que este, arañaba la piel de su espalda, gemidos y jadeos resonaban por la habitación, ya desnudos el de lentes empezó a dejar un camino de besos hasta llegar al vientre pálido, besó sus piernas y se posicionó entre ellas, preparando el sitio dónde se iba a introducir, cuando estuvo listo se introdujo de un solo golpe.
-Te sientes tan bien-, le dijo James al oído.
-Hazlo como te dije.
Y así lo hizo, cada estocada era con dureza, con fuerza, pero muy bien que Severus lo disfrutaba.
Ambos llegaron al clímax, y se sintieron como si hubieran tocado el paraíso, James se acostó a su lado un poco jadeante y cansado por todo lo que sucedido hace minutos, y en contra de todo pronóstico abrazó a Severus, pero este prefirió hacerse el dormido, quería decirle que se fuera, que se largara con su novia, pero no se encontró capaz de decirle eso, más bien empezó a recordar una canción que Gigi se la pasaba cantando y que creía que pegaba perfecto a la situación.

Apaga las luces;
Baja de la cama.
Apaga estas voces
Dentro de mi cabeza.

Acuestate conmigo;
No me digas mentiras.
Sólo abrázame cerca;
No sea condescendiente.

no seas condescendiente conmigo

por que no puedo lograr que me ames
Si no lo haces.
No puedes hacer que tu corazón sienta
Algo que no lo hará.
Aquí en la oscuridad
En estas últimas horas,
Yo pondré mi corazón
Y voy a sentir el poder;
Pero no lo harás.
No, no lo harás.
por que no puedo lograr que me ames
Si no lo haces.

Voy a cerrar mis ojos,
Entonces no voy a ver
El amor que no sientes
Cuando me estás abrazando

La mañana vendrá,
Y voy a hacer lo correcto;
Sólo dame hasta entonces
para abandonar esta batalla.

Y voy a abandonar esta batalla.

Y así estaba él, en esos momentos cerrando sus ojos para ignorar el amor que sabía que no existía, ni existirá ni en mil años, sabía que en la oscuridad de la habitación su conciencia estaba tranquila, no lo atormentaria tanto, y también sabía que algún día iba a hacer lo correcto y abandonar la batalla que de por sí ya estaba pérdida.
-Pero hoy no-, pensó esto y se quedó dormido en los brazos de su mayor enemigo.

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