Capítulo 27

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Severus se la pasó todo el día durmiendo, pasó toda la noche en vela, decían que el pensar mucho las cosas atormentan el alma, y no podía estar más que de acuerdo con eso, tenía un hecho verídico y era que estaba enamorado de James, bueno, eso ya lo sabía, sólo que primero prefería ser un Hufflepuff, antes de admitir que era un idiota, enamorado de otro idiota, pero lo que lo atormentaba era, si en darle una oportunidad o no, cuando veía el rostro de James, su corazón latía feliz, pero su estómago se sentía pesado al recordar todo las humillaciones que lo había hecho pasar, y que por su culpa se había dejado de hablar con Lily, por su culpa pasó más tiempo en la enfermería de que hubiera deseado admitir, por su culpa sus amigos tenían que tener en todo momento varitas levantadas, y sobretodo por su culpa no podía relacionarse con otra persona porque aunque quisiera o no James no sólo era dueño de su mente y de su cuerpo sino también de su alma.
Y esa era la lucha que tenía consigo mismo, 2 sentimientos uno tan distinto al otro, enfrentados, el amor y el odio, estaba tan acostumbrado al odio, que era fácil que ganara esa batalla, odiaba a su padre por haber hecho su vida miserable, odiaba (aunque no lo quisiera) a su madre por haber sido cobarde y dejarse pisotear por Tobías, odiaba a los merodeadores por haber hecho el lugar donde buscabas refugio un martirio, odiaba a los profesores que en ningún momento hicieron algo por él, odiaba a Lily por no haberlo perdonado por lo que le dijo en un momento de rabia, se odiaba a si mismo por no poder dejar toda esa rabia en el pasado, pero amaba, amaba a los chicos, amaba las pociones, y sobretodo a su manera, amaba a James, al miope que con una sonrisa le hacía latir el corazón, pero había un problema para amar alguien, se debe estar sano emocionalmente, y sus heridas todavía estaban en carne viva, y el estar con James, era echarle sal y limón.
Su cabeza iba a explotar por tanto pensar, soltando un suspiro se sentó en la ventana, disfrutando de la preciosa vista del mar, cuando tocaron a la puerta, sabía quien era, así que caminó para dejar ver a un sonriente James.
—Hola Sev, como vi que no bajaste a comer, te traje la comida aquí—, le entregó una bandeja.
Él la recibió, murmuró un agradecimiento, fue a cerrar la puerta cuando la mano de James la detuvo, Sev alzó la ceja en señal de pregunta, y por si acaso tenía una respuesta por si el otro chico tenía ganas de entrar.
—También venía a decirte que en la tarde nos vamos, y mañana temprano regresamos a Londres.
—¿Para dónde vamos?
—Es una sorpresa—, le contestó sonriente.
El bufó y rodó los ojos.
—Nos vemos luego—, se despidió el de lentes dándole un beso en la mejilla.
El Slytherin se sentía extraño, esperaba que el moreno le pidiera permiso para entrar o que sencillamente entrara conociendo lo impulsivo que era, pero no, respetó el deseo de querer estar solo, y eso añadía un punto a su favor.
Comió a pesar de que su hambre era nula, al terminar, decidió darle una última vuelta a la isla, al llegar de vuelta a la posada ya eran casi las 5 de la tarde, alistó sus cosas y salió de la habitación, en la entrada se encontró con James, el cual lo vio y le sonrió, ambos caminaron hasta llegar a un callejón, en donde James buscó el traslador que era un collar, hicieron el procedimiento de siempre, Sev cerró los ojos y cuando los volvió a abrir, quedó impresionado al ver donde estaban, era un desierto, pero a pesar de que era eso, un desierto, tenía algo impresionante, su arena color naranja hipnotizaba, y los árboles con sus formas extrañas tenían cierto encanto, y el atardecer, le daba un toque único
—¿Dónde estamos?
—En Namibia.
—¿Estamos en África?
—Sí, ¿Te gusta?—, preguntó James con un poco de aprehensión.
—Me parece interesante el lugar.
James sacó del bolsillo de su pantalón, un saco para dormir, le quitó el encantamiento, y lo colocó en la arena, se metió en el y le hizo señas a Sev para que entrara con él.
—Vamos Sev, entra, yo no muerdo.
El aludido rodó los ojos, para disfrazar lo que sentía al estar cerca del contrario, pero se metió también en el saco, el Gryffindor pasó su brazo por sus hombros y lo atrajo más, el Slytherin respiró su aroma, olvidando por un momento la lucha interna que tenía entre el odio y el amor.
Contemplaron el atardecer en silencio, otro punto que tenía James era que podía controlar su naturaleza habladora y quedarse callado, y no insistir en que el pelinegro hablara, el sol se fue, dando paso a las estrellas, que dieron un espectáculo digno de admirar, podía localizar la constelación de escorpio, bellatrix, regulus, y sin darse cuenta, empezó a señalarlas, explicándole la historia que escondía cada una a su acompañante, este le prestaba su total atención, haciendo bromas de vez en cuando, causando que Severus soltara una que otra risita, al cabo de un rato, volvieron a estar en silencio.
—Sé que mis disculpas no servirían de nada por todo lo malo que te hice pasar, cada humillación, cada mal rato, se suponía que Hogwarts es un hogar para todos, y yo lo hice un infierno para ti, por el hecho de ser diferente, debiste haber tenido una infancia de mierda y yo, con mi estupidez absoluta, no hice más que empeorarla, te alejé de Lily por puro capricho, de nada me sirvió porque me terminé enamorando de ti, pero quiero que me perdones, y quiero que me des una oportunidad de remediar cada uno de mis errores, no como pareja, eso sería mucho pedir, pero si como amigo— le suplicó el moreno.
Severus siguió mirando el cielo, no sabía que contestarle, su mente están revuelta y su corazón confuso.
—Además quiero proponerte algo—, continuó el de lentes—, quiero que vayas a terapia—, el Slytherin volteó su cabeza rápidamente, abrió su boca para protestar, pero el de lentes continuó hablando—, tienes heridas por sanar, no voy a pretender que todo está bien, cuando no es así, el cuidar de tu salud mental no está mal, quiero que me des una oportunidad, pero estando tú bien, y si ya con las heridas cerradas no quieres nada conmigo, lo entenderé, tu bienestar es primordial, y si te amo, como digo hacerlo, me preocuparía más tú, que mis sentimientos, y por el pago de la terapia, yo me encargaré de eso, total, yo soy una de las razones por la que debes visitar un terapeuta, ¿No?—, dijo soltando una risa sin humor.
Severus recordó las palabras de la anciana en la boda en palaos, cuando le dijo que quien te ama te deja ir, y se preocupa más por el bienestar de la otra persona que el propio, y eso estaba haciendo James, se estaba preocupando por él, y le estaba dando la opción de no darle una oportunidad.
—Y por último, también quiero quitar el trato que hicimos los dos, quiero que estés conmigo sin ataduras, que estés conmigo porque quieres y no porque debes—, y sacando la varita, tomó suavemente el brazo del otro chico, murmuró unas palabras, y los lazos que habían aparecido el día que Severus accedió a ser su objeto, se desintegraron dando fin a su trato.
Severus quedó observando primero su brazo, luego miró el rostro de su acompañante, y sin pensarlo dos veces, lo abrazó, sabía que James lo amaba, y en ese momento se lo estaba demostrando, pero el monstruo del miedo, seguía acechando, y era el que no permitía darle una oportunidad.
—Prometo que iré a terapia, y luego pensaré lo de nosotros—, le informó Severus.
—De acuerdo—, accedió el moreno.
Y siguió abrazado a él, permitiéndose relajarse sin preocuparse, quien saldría victorioso en la batalla, si el amor o el odio.

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