-¿Y bien?...-Pregunto tentativo disfrutando de su timidez.
-Yo... director Santillana...-Me intimida con su mirada y parece que lo disfruta.-Quiero disculparme por lo que sucedió en el restaurante...-Elevo una ceja seriamente y el me ve sin expresió...
—Éstas son altas médicas yo me hago cargo...—Dice Atenas a Keila.
—Bien.. Me toca una cirugía con la doctora Esmeralda... Nacerá un lindo bebé...—Comenté sonriente.
—Son hermosos... Nos vemos amisss...—Se despide Atenas de manitas.
—Señorita Keila...—Le llama Luciano despacio y se sobresalta.
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—Doctor Luciano me ha asustado...—Sonreí tocando mi pecho.
—¿Tan feo soy?—Pregunté coquetamente.
—¡No! Claro que no... eres muy gua...—Me callé inmediatamente y el ríe.—Lo siento...—Susurro apenada.
—También eres guapa...—Me acerco hasta su carita y me ve con esos ojitos hermosos. ¡Es una niña hermosa!—¿Te molestarías si te beso?—¡Dios! Relame sus labios y se sonrojó ligeramente.
—No creo que sea conveniente...—Sostuve sus manos en mi cara y se acerca despacio. ¡Los nervios los tengo a mil!. Uno mis labios con su boca, relajé mis manos y las puse en su cuello. Me acercó más a su cuerpo profundizando el beso con la entrada de nuestras lenguas.
Luciano sin cortar el apasionado beso abrió la puerta de una sala vacía y se adentra con Keila. La alza en sus caderas y la pone despacio en una camilla. Los dos se entregan en esa lucha de lenguas enredadas, se abre paso por su cuello con besos húmedos y ella gime con su cabeza hacia atrás tirando de su cabello suavemente.
—No, doctor Luciano ésto no está bien...—Murmura excitada.
—Te deseo desde la primera vez que te ví... Pececita...—Susurro sobre sus labios y se los muerde.—Quiero hacerte mía...—Seguí devorando su boca, pero los pasos de alguien me hicieron soltarla de un tirón.
—Ésta sala está disponible...—Entra una enfermera y se quedó estática.—¿Doctor Santillana?—Pregunta confundida.
Luciano apretó sus labios calmando la agitación del momento, y el bulto en su entrepierna lo escondió con su bata. Keila se apegó de la ventana viendo hacia afuera disimuladamente, la excitación más notable era la de ella ¡Estaba roja!. Poco a poco se fue colocando botón por botón de su Scrub aún de espaldas y discretamente.
—Disculpe doctor pero ingresa un paciente en observación...—Luciano asiente y sale así sin más.—Señorita Keila ayúdeme con los implementos...—Keila asiente más calmada tomando las cosas.
—Le colocaré una vía endovenosa...—Hablé con calma fingida poniéndome un mechón detrás de mi oreja. ¡Casi pierdo mi virginidad en ésta sala! ¡Que locura!
—Gracias señorita...—Dice amablemente el adulto paciente.
SA PETERSBURGO, RUSIA.
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