-¿Y bien?...-Pregunto tentativo disfrutando de su timidez.
-Yo... director Santillana...-Me intimida con su mirada y parece que lo disfruta.-Quiero disculparme por lo que sucedió en el restaurante...-Elevo una ceja seriamente y el me ve sin expresió...
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—¡ÁLVARO! ¡Álvaro que estás haciendo!— Luciano lo detuvo.—Que haces en tu oficina... Maldita sea estás de reposo...—Apreté los dientes.
—¡Estoy trabajando!—Responde cortante.
—No puedes trabajar... ¡MALDITA SEA ERES DOCTOR! SABES LO QUE TE PASARÍA VERDAD?—Reproché furioso señalando su estúpida cara.
—Obvio que sé... me daría un maldito derrame cerebral y moriría... Pero no te preocupes. Si no me mató la tal Stefanía no lo hará nada...—Resoplé sarcástico.
—Deja de decir estupideces... ¡Ella es tu esposa!—Murmuré molesto en su oído mientras me da la espalda.
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—No me interesa... Apártate...—Lo hice a un lado y saqué otros documentos.
—¿Que estás haciendo?—Sacó varios documentos que yo reconozco.
—Poner las cosas en su lugar...—Termino de hablar y entra la mencionada.
—¿Stefanía?—La veo incrédulo y ella está nerviosa ante la penetrante mirada de mi hermano.
—Ven, acércate... Ya no habrá un segundo ataque furtivo de tu parte...—Dice Álvaro sarcástico.
—¡Álvaro! ¡De que estás hablando!—Me puse al frente de Stefanía para encararlo.
—Sal de mi oficina...—Señalo seriamente a mi hermano.—¡QUE SALGAS! ¡VOY A HABLAR ES CON ELLA!—Grité y ella se sobresaltó.
—Te juro que si no fuera por la maldita lesión en tu cabeza te metería unos puñetazos...—De un portazo salió Luciano.
—¡Toma!—Le tiré los documentos en su pecho.
—¡Ah! Que es ésto...—Me asusté muchísimo con su gesto, me incliné al suelo y recogí las dos hojas. Mis manos tiemblan mientras las sostengo porque nunca había sentido tanto miedo hacia Álvaro.
